El Madrid perdi¨® antes de jugar
Si el Madrid imagin¨® antes el partido que le aguardaba en Mallorca, algo verdaderamente fall¨®. O no se debi¨® hacer la idea del todo o se confundi¨® por completo, porque la ¨²nica realidad es que estuvo fuer¨ªsima del encuentro durante toda la trama. La derrota result¨® justa en un contexto que nunca entendi¨®. Defendi¨® mal y atac¨® peor, a merced de un Mallorca que hace del pragmatismo casi un arte. Aguirre le plante¨® un partido de trincheras a Ancelotti, que quiz¨¢ equivoc¨® el mensaje con las suplencias conjuntas de Modric y Kroos. Adivinaba una ma?ana de pierna fuerte y por ello apel¨® a la energ¨ªa colectiva en lugar de al buen juego, que no compareci¨® de color blanco en ning¨²n momento. El Madrid se dej¨® arrastrar por el frentismo bien entendido del Mallorca, herm¨¦tico por dentro y por fuera a trav¨¦s de coberturas permanentes que cerraron todos los caminos a los de Ancelotti. Muriqi dej¨® bajo sospecha a R¨¹diger y Nacho, Galarreta y Baba fueron un cerrojo en el medio, Maffeo siempre tuvo compa?¨ªa en la vigilancia sobre Vinicius y los tres centrales bermellones se adue?aron del ¨¢rea.
Visto lo visto, el duelo fue un engorro de principio a fin para el Madrid, una molestia de la que no supo aliviarse. Apenas gener¨® porque careci¨® de recursos para ello. Por ejemplo, el partido no escondi¨® el estado de Valverde, desali?ado con la pelota y negado en la profundidad. As¨ª fue el Madrid un equipo en horizontal, donde nadie salt¨® una l¨ªnea, privado de conducciones o cambios de orientaci¨®n que aflojaran las tuercas de un Mallorca perfectamente parapetado atr¨¢s. No fue casualidad que la entrada de Mariano, al menos, sirviera al Madrid de una referencia rematadora para originar el peligro que no tuvo antes. La gesti¨®n del suplente de Benzema es un punto negro en la planificaci¨®n dif¨ªcilmente justificable en una temporada que se le ha puesto muy cruda. En Mallorca ya hab¨ªa perdido antes de jugar.
La inacci¨®n
El gol del Mallorca fotografi¨® la pasividad del Madrid sin bal¨®n. R¨¹diger o Valverde no enciman a Dani Rodr¨ªguez y la zaga est¨¢ muy hundida en su ¨¢rea. Un canto a la falta de agresividad.