El Madrid no vuela, pero navega
Se escucharon, casi sotto voce, algunas quejas de la hinchada al partido del Madrid con el Rayo Vallecano, equipo que define el variopinto car¨¢cter de la Liga espa?ola. Juega bien, a trav¨¦s de un f¨²tbol desinhibido, refrescante, impropio de lo que siempre se ha entendido como lo natural en clubs que se trabajan la supervivencia en la Primera Divisi¨®n.
No se vio la distancia sideral entre dos equipos de la misma ciudad que, sin embargo, habitan planetas muy distintos. Uno es el equipo universal, campe¨®n de todo, primera espada del f¨²tbol desde tiempo inmemorial. El otro es el orgulloso representante del f¨²tbol barrial, el ¨²ltimo representante de una especie destinada a desaparecer en la sofisticada trama de intereses econ¨®micos que mueven el deporte m¨¢s popular del mundo.
El Madrid se adelant¨® 2-0, menos por m¨¦ritos que por la categor¨ªa de sus estrellas. Mbapp¨¦ marc¨® un gran gol, muy propio de su estilo y Vinicius agreg¨® uno que quedar¨¢ para los grandes momentos de su carrera. Un gol para la posteridad, lleno de los detalles y sutilezas que s¨®lo se les ocurre a los fen¨®menos del f¨²tbol: una jugada exclusiva, sin posibilidad alguna de participaci¨®n ajena, que parec¨ªa condenada a disiparse -Vinicius ingres¨® en el ¨¢rea entre amagos, bien resistidos por la defensa del Rayo- cuando el extremo brasile?o gir¨®, sali¨® del ¨¢rea y se dirigi¨® a la banda, de frente a la tribuna.
Le sigui¨® Lejeune, central eficaz, alto, grand¨®n, un fijo en la defensa del Rayo desde hace tiempo. Si en ese momento se hubieran abierto apuestas, s¨®lo los m¨¢s delirantes habr¨ªan sospechado por el gol que iba a venir. Era una jugada moribunda. No para Vinicius, que gir¨® como una trompa, descader¨® a Lejeune y regres¨® al ¨¢rea por d¨®nde hab¨ªa salido, tirando amagos y regates a todo el personal defensivo hasta que encontr¨® la rendija para colocar un tiro tan enga?ador como todo proceso previo. La pelota entr¨® junto al palo m¨¢s cercano, no por el lejano que Batalla hab¨ªa calculado.
Un gol antol¨®gico que se benefici¨® de la tibieza de Lejeune. No le sali¨® la vena de central expeditivo. En cualquier caso, la jugada mereci¨® la incredulidad de Ancelotti. Se llev¨® las manos a la cabeza un hombre que ha jugado con los mejores del mundo y ha dirigido a las estrellas m¨¢s selectas de este siglo. Por si acaso, el gol de Vinicius vali¨® un potos¨ª. El Rayo acort¨® distancias con un remate sensacional de Pedro D¨ªaz, gol que justific¨® el excelente partido de un equipo laminado por las bajas Isi, Mumin, De Frutos, Camello y Nteka, titular¨ªsimos la mayor¨ªa.
Una vez m¨¢s, el Madrid ofreci¨® se?ales desconcertantes. Marc¨® pronto, como ocurri¨® frente al Atl¨¦tico cinco d¨ªas antes y luego se grip¨® como en la noche europea. No le faltaron un par de ocasiones al contragolpe, pero el partido adquiri¨® un aire enrarecido que no pas¨® inadvertido a Ancelotti. Mediada la segunda parte, sustituy¨® a Rodrygo y Mpapp¨¦, que se retir¨® con gesto de fastidio. Ingresaron Valverde, Brahim y Camavinga. Si fuera por ¨¦l, habr¨ªa entrado el mismo Ancelotti, notable centrocampista en el mejor Milan de la historia.
Al p¨²blico no le pareci¨® bien y desliz¨® algunas protestas. Ancelotti declar¨® despu¨¦s que la situaci¨®n exig¨ªa una decisi¨®n defensiva. Le sali¨® la escuela italiana que lleva dentro y consider¨® que la victoria le dio la raz¨®n. El Madrid ha ganado dos ¨²ltimos partidos -Atl¨¦tico y Rayo- con el mismo resultado (2-1). No enamora, tiene defectos y varios lesionados, ha disputado 11 partidos desde el 1 de febrero, cada 3,3 d¨ªas y sorprendentemente no ha marcado m¨¢s de dos goles en los nueve encuentros que le han enfrentado a los equipos espa?oles desde entonces.
No es el Madrid que vuela, pero s¨ª el que navega con oficio en medio del temporal. Llega con ventaja al Metropolitano, le beneficia extraordinariamente la victoria en Anoeta en la ida de las semifinales y el domingo super¨® al Atl¨¦tico en la clasificaci¨®n. La hinchada no sabe qu¨¦ pensar. Ancelotti s¨ª: su equipo est¨¢ donde tiene que estar a estas alturas del a?o.
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