El G20 no es el grupo de los equipos m¨¢s poderosos de todas las ligas que representan a los mejores equipos del mundo. Este G20 est¨¢ formado por equipos como el Valencia, el Espanyol, el Celta y el Valladolid que tienen 20 puntos. Pertenecer a este G20 no es un honor, al contrario. Ninguno de ellos quisiera estar en este grupo y algunos no saben ni c¨®mo salir de ¨¦l. Demasiado cerquita del descenso o con expectativas demasiado altas para lo que hay o cuando no haces las cosas bien. Por si hab¨ªa dudas, despu¨¦s del Mundial de Qatar ya est¨¢n claros los objetivos de cada equipo. Unos van consiguiendo lo que quer¨ªan, otros m¨¢s de lo que esperaban y los del G20 lamentablemente no pretend¨ªan estar en este grupo.
El Valencia se enfrenta esta semana al Real Madrid y al Girona, que est¨¢ tan solo un punto por encima y que necesita ganar tanto como los ches. El Espanyol tendr¨¢ delante a un Osasuna al que la vida le sonr¨ªe; un Celta que cuando quiere puede, se ver¨¢ las caras con un Betis a tres puntos de Champions y el Valladolid y Pacheta lo tienen complicado porque a la Real Sociedad le da igual jugar en una misma semana contra el Bar?a y el Real Madrid, que contra dos del G20. No va a cambiar su forma de competir. Todo no es culpa de los entrenadores o de los jugadores. Antes, el f¨²tbol era un juego de estrategia donde los futbolistas aplicaban su destreza f¨ªsica y mental y la mezclaban con un toque de inspiraci¨®n. Ahora, los entrenadores y los jugadores son piezas que utilizan los ¡®nuevos¡¯ due?os, quienes no tienen ning¨²n v¨ªnculo emocional con el club o no entienden exactamente lo que significa amar a unos colores, para llevar al club en la direcci¨®n que ellos quieren en un enviroment supercapitalista convirtiendo al f¨²tbol en un juego de propietarios.
Algunos como Ronaldo, que s¨ª saben de qu¨¦ va esto, ha demostrado un aut¨¦ntico deseo de entender tanto al equipo como a la ciudad. No ha fichado entrenadores, ni jugadores amigos, ni vendido sin piedad a quien pueda sacarle unos millones. Prueba de ello es el gol del canadiense Larin, fichaje de invierno que solo necesit¨® 14 minutos para sacar a su equipo del descenso. Demostrando a esa m¨¢quina de hacer dimitir entrenadores como es el Valencia (ya van nueve con Gattuso) que s¨ª se puede fichar bien.
A estas alturas, ya no importa si tu club para ti es una empresa m¨¢s, pero haz que funcione, no lo abandones como un trasto viejo. Que el futuro de un equipo est¨¦ ligado solo al poder econ¨®mico de su propietario es muy peligroso: aunque a los aficionados se le iluminen los ojos con la opulencia de su nuevo due?o pensando que van a llegar entrenadores y jugadores top, no siempre ocurre as¨ª. Se necesita un plan, una buena gesti¨®n. Puede pasar como el Everton de Moshiri, pen¨²ltimo clasificado de la Premier, que en siete a?os ha invertido 700 millones y ocho entrenadores, gastando por gastar o como el Valencia que por no gastar a ver d¨®nde acaba. En fin¡ Molta sort, Voro.