El f¨²tbol espa?ol es bienvenido en Arabia Saud¨ª; Amnist¨ªa Internacional y los derechos humanos, no
Hace un mes, Amnist¨ªa Internacional jug¨® su primer partido en Arabia Saud¨ª, algo nunca visto antes. Era la primera vez que nos clasific¨¢bamos para un torneo: el Foro de Gobernanza de Internet; b¨¢sicamente, un encuentro donde se habla sobre c¨®mo debe gobernarse Internet, organizado por Naciones Unidas y que esta vez se celebr¨® en uno de los estadios m¨¢s hostiles para la libertad de expresi¨®n. Ya sabemos que libertad de expresi¨®n y Arabia Saud¨ª tienen m¨¢s rivalidad que el Madrid y el Bar?a, as¨ª que decidimos jugar este partido con nuestro once de gala. Eso s¨ª, sab¨ªamos que estar¨ªamos m¨¢s vigilados que aficionados ultras en un campo rival.
As¨ª fue, nada m¨¢s empezar el encuentro, recibimos el primer gol: nos retiraron nuestros materiales como si de bengalas se tratara. No eran m¨¢s que unos folletos sobre Manahel al Otaibi, una profesora de fitness saud¨ª, detenida en 2022 por subir a las redes sociales unas fotos en las que aparec¨ªa en un centro comercial sin abaya (vestido largo tradicional) y con una vestimenta ¡°indecorosa¡±. Est¨¢ condenada a 11 a?os de prisi¨®n. A Arabia Saud¨ª no le gustan las voces cr¨ªticas y su t¨¢ctica es evidente: silenciarlas.
En la segunda parte intentamos remontar con un fichaje de lujo: asistimos a un evento en el que, saliendo desde el banquillo, Lina al Hathloul, hermana de Loujain al Hathloul, que pas¨® m¨¢s de 1.000 d¨ªas en prisi¨®n por liderar una campa?a a favor del derecho de las mujeres saud¨ªes a conducir y para que se pusiera fin al tristemente famoso sistema de tutela masculina, apareci¨® en las pantallas (correr¨ªa un gran riesgo si regresara a Arabia Saud¨ª) para denunciar c¨®mo la sociedad civil no puede hablar con independencia, y quienes se atreven a expresar lo que las autoridades consideran disidencia suelen ser silenciados con penas de prisi¨®n o cosas peores. La tensi¨®n aument¨® en el campo cuando Lina habl¨® (mientras entraban los guardias de seguridad). El v¨ªdeo de su intervenci¨®n, que se hab¨ªa subido a Internet y compartido previamente, desapareci¨® misteriosamente por la l¨ªnea de fondo. Varias horas despu¨¦s, se subi¨® un nuevo v¨ªdeo del evento. Otro gol de los anfitriones.
Un mes despu¨¦s de esta derrota del equipo de los derechos humanos, la Supercopa de Espa?a de f¨²tbol ha vuelto a Arabia Saud¨ª. A los aficionados espa?oles (pocos) no les han retirado sus bufandas ni han borrado de las pantallas los goles ni las celebraciones de Jude Bellingham o Lamine Yamal aunque algunos del Mallorca s¨ª han denunciado acoso y tocamientos a las mujeres. Pero da igual, la costosa maquinaria de relaciones p¨²blicas del pr¨ªncipe heredero, Mohamed Bin Salman, sigue a pleno rendimiento atrayendo deportistas, planificando grandes torneos como el Mundial de f¨²tbol de 2034 y difundiendo una falsa imagen de progreso y glamour para distraer la atenci¨®n del atroz historial de derechos humanos del pa¨ªs, donde una simple publicaci¨®n en redes sociales que critique a las autoridades puede suponer d¨¦cadas de prisi¨®n, prohibiciones de viaje o incluso la pena de muerte. Arabia Saud¨ª sigue marcando goles y no se atisba reacci¨®n.
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