El Bar?a instala el virus de la duda en el Madrid
Enero suele ser un mes de decepciones para el Real Madrid, y ¨¦ste no es diferente. Por estas fechas ha salido varias veces eliminado de la Copa, para luego acabar de manera triunfal. El fastidio de enero se disolvi¨® r¨¢pidamente en la memoria, ocupada en disfrutar de tantos y tan buenos ¨¦xitos. Pero los dedos del f¨²tbol pasan p¨¢gina sin descanso. Regresa otro enero y se repiten los problemas del Madrid, esta vez acentuados por el descr¨¦dito de su actuaci¨®n frente al Bar?a.
No faltaban se?ales desde finales de octubre. Tres semanas antes de comenzar el Mundial, se inici¨® el descenso del rendimiento del equipo, hasta entonces impecable, sostenido por el optimista viento de su victoria en la final de la Copa de Europa, que adem¨¢s tuvo la virtud de apagar el desencanto por el frustrado fichaje de Mbapp¨¦. El traspaso de Casemiro, futbolista indispensable durante los ¨²ltimos seis a?os, se interpret¨® como una nueva demostraci¨®n de la pericia del Madrid en el mercado. Vendi¨® muy caro (80 millones de euros) a un jugador de 30 a?os, despu¨¦s de invertir una cantidad similar por el joven Tchouameni (22 a?os).
Un axioma preside las grandes derrotas en el f¨²tbol: ganan los que no juegan. Contra el Bar?a, se a?or¨® a Casemiro, que destaca en el prometedor Manchester United actual por la misma clase de cualidades que le hac¨ªa tan valioso en el Real Madrid. Est¨¢ claro, sin embargo, que la mayor¨ªa de las veces al f¨²tbol le mueven razones que el coraz¨®n no entiende. En t¨¦rminos estrat¨¦gicos (dinero, edad, sustituto, aggiornamiento del equipo¡), el Real Madrid cerr¨® una operaci¨®n mercantil.
En el ¨¢mbito deportivo, donde pesa una tonelada el rendimiento cotidiano, la ausencia de Casemiro se volvi¨® especialmente significativa en la final contra el Bar?a. Al Madrid le falt¨® un adulto en la oficina, el t¨ªpico jugador que no asegura la victoria, pero que impide los desparrames. El de Riad fue escandaloso. No se recuerda a un Madrid m¨¢s acogotado y deca¨ªdo en la clase de partidos donde resulta m¨¢s fiable. Garant¨ªa casi absoluta de ¨¦xitos en las finales, el Madrid jug¨® como si no tuviera un adulto en la oficina. Ese adulto sol¨ªa ser Casemiro.
La superioridad del Bar?a fue sorprendente y escandalosa. El equipo de Xavi, sometido a dudas, urgencias y una larga sequ¨ªa de t¨ªtulos, celebr¨® la victoria en el torneo de menor consideraci¨®n con el fren¨¦tico entusiasmo de las grandes ocasiones, una Copa de Europa o as¨ª. No hace tanto, Piqu¨¦ mostraba ocho dedos de sus manos para reclamar de la hinchada cul¨¦ algo de aprecio por el ¨²ltimo campeonato de Liga que obtuvo el Bar?a. La dram¨¢tica realidad del club en los ¨²ltimos a?os ha colocado al barcelonismo ante una realidad insospechada: la peque?a Supercopa como pista de despegue del equipo.
Veremos si la respuesta del Bar?a se ajusta a las expectativas que alienta su brillante actuaci¨®n en la final y la eclosi¨®n de su quinta de canteranos. El efecto de su partidazo es equivalente a la desastrosa impresi¨®n que dej¨® el Madrid, remitido de nuevo a las haza?as de Courtois en la porter¨ªa. Tan importante como la satisfacci¨®n por la victoria y la belleza de su juego, el Bar?a sale de la final con un tirazo por la escuadra. Deja pensando al Madrid, que es el peor virus en el f¨²tbol. Donde todo lo que estaba bien no lo parece ahora y se agravan las sospechas de lo que estaba en duda: eficacia de los laterales, jerarqu¨ªa de los centrales, adaptaci¨®n de los m¨¢s j¨®venes y horizonte de los m¨¢s veteranos.