El arbitraje de hoy produce monstruos
Las Palmas-Mallorca: c¨®rner contra la porter¨ªa local en el minuto 87, con 2-2 en el marcador. Muriqi va al remate y Mata trata de imped¨ªrselo, de espaldas a la trayectoria del bal¨®n, agarr¨¢ndole. Muriqi alcanza a meter apuradamente el pie al bal¨®n, pero su d¨¦bil remate va a las manos de Cillessen. Mata se burla de ¨¦l, que contesta mostr¨¢ndole el largo dedo coraz¨®n enhiesto frente a su misma nariz. El juego sigue, el ¨¢rbitro Mu?iz Ruiz no ha visto o no ha dado importancia al entrevero¡ Pero el sexador de pollos de la sala brumosa, hombre de aguda mirada y cuidadoso velador de las buenas costumbres, llama al colegiado a consultas.
Del di¨¢logo entre ambos surge una imbecilidad descabellada: expulsi¨®n de Muriqi por la peineta, amarilla a Mata por la provocaci¨®n y, de paso, libre indirecto, un milagro en estos tiempos en que el arbitraje ha decidido prescindir de esa forma de castigo pese a las muchas ocasiones que se dan para aplicarlo con mejores motivos. Milagro sobre milagro, la jugada acaba en gol, con un tiro ajustado de Mojica a la escuadra mientras, por cierto, un compa?ero suyo, que ha saltado sobre el bal¨®n, obstruye la salida de la barrera. De ese gazpacho surge el tanto que resuelve el partido ante un estadio que no sabe a d¨®nde mirar.
El sexador de pollos se llama Pizarro G¨®mez, descendido el curso pasado. Curioso sistema este por el que los descendidos devienen en examinantes de quienes han quedado en la categor¨ªa. Pizarro G¨®mez no asume que es un manta, fuerza su cerebro en busca de alg¨²n rengl¨®n del Reglamento le¨ªdo sin tino y decide lucirse invocando una severidad fuera de toda pr¨¢ctica para con los intercambios malhumorados entre jugadores, tan viejos como el f¨²tbol. Y el de campo, Mu?iz Ruiz, le sigue. Me temo que esto har¨¢ moda. Se toleran los agarrones en las ¨¢reas, pero asustan las pijadas. Estamos en manos de cebollinos.