Duende y misterio del gol
?Cu¨¢nto vale un gol? En 1907 el doctor Charles MacDougall tras adaptar una balanza a las camas de sus pacientes terminales de tuberculosis, anot¨® que todos perd¨ªan peso al fallecer. As¨ª pasaron a la historia las 0,75 onzas del primer muerto, los 21 gramos de la pel¨ªcula de I?¨¢rritu: el peso del alma. Este 2023 el comit¨¦ arbitral espa?ol (en l¨ªnea con otros pa¨ªses) ha decretado que un gol vale un minuto. El alma del deporte m¨¢s universal pesa un miserable y rampl¨®n minuto de tiempo de descuento.
La decisi¨®n no es anecd¨®tica: las formas importan desde que en 1863 (en octubre har¨¢ 160 a?os) unos valientes bajaron el bal¨®n al piso y redactaron las reglas del f¨²tbol asociaci¨®n frente al football de Rugby. En 1897 se dispuso que un partido durar¨ªa 90 minutos, incluido el tiempo que despu¨¦s de cada gol se tarde en reiniciar el juego. A?adir obligatoriamente un minuto con cada tanto va contra el esp¨ªritu de lo que significa el gol, un momento de necesaria detenci¨®n del juego, de celebraci¨®n o duelo, pero tambi¨¦n de reflexi¨®n cuyo tr¨¢nsito ya est¨¢ incluido en las normas ancestrales del balompi¨¦. Un instante sagrado.
No todos los tantos significan lo mismo, pero hay algo que los iguala en su ceremonia: tras el gol, hay que recuperar el centro del campo y volver a empezar. No importa que sea un 3-0, el tanto del empate o uno para recortar distancias. El gol es un elemento de ruptura, un rito que pone fin y da inicio, una peque?a muerte con resurrecci¨®n incluida que ahora aparece herida por la burocracia.
Est¨¦ticamente, adem¨¢s, es una decisi¨®n nefasta. Una horterada. Y no solo, que tambi¨¦n, en las goleadas que a?aden escarnio a los derrotados. No se puede dar a entender que el gol es un estorbo, una p¨¦rdida de tiempo que hay que recuperar. Naturalmente, puede haber celebraciones de goles (y m¨¢s con las revisiones del VAR) en los que haya minutos perdidos que deban a?adirse: h¨¢gase, que los ¨¢rbitros descuenten lo que se pierda. Como en el resto de lances del juego. Pero el gol es un portento, un t¨®tem. Esta t¨¢bula rasa no respeta la esencia de este deporte ni la magia de su momento culminante. Los goles no sirven para apa?ar alargues ni para hacer la vida m¨¢s c¨®moda a los ¨¢rbitros que no saben parar el reloj. El alma del f¨²tbol no puede venderse al peso.
Lo m¨¢s visto
Joaqu¨ªn Maroto
Espa?a: a quien saca pecho, se lo hunden