Duelos ¡®fast food¡¯
Mi compa?ero Javier Aznar escrib¨ªa hace un par de d¨ªas sobre el acto de irse; empaquetar una casa y dejar atr¨¢s un equipo. Yo he pensado estos d¨ªas en c¨®mo es quedarse cuando otro se va, especialmente si ese otro, m¨¢s que un compa?ero, se hab¨ªa convertido en un amigo. El f¨²tbol es un reemplazo constante pero supongo que a los futbolistas se les permitir¨¢ ejercer un poco de sentimentalismo temporal, mirar con nostalgia y ojos vidriosos la taquilla donde antes pon¨ªa ¡®Casemiro¡¯ o ¡®Isak¡¯ y ahora pone otro nombre. O quiz¨¢ no.
Justo hace poco m¨¢s de un a?o, varios futbolistas del Bar?a se enteraron por tel¨¦fono de que su compa?ero Leo Messi dejaba el equipo. Hubo un terremoto emocional. Pero en pocas semanas se empezaron a leer titulares propios de la prensa rosa como ¡°El Bar?a vuelve a sonre¨ªr¡±, ¡°El Bar?a recupera la ilusi¨®n¡±. El Bar?a era la famosa que ¡°rehace su vida¡± con otra persona. Si un minuto de microondas es mucho m¨¢s que un minuto, un solo mes de f¨²tbol equivale a todas las etapas necesarias para superar una ruptura.
Hace un tiempo le¨ª una entrevista a un exfutbolista en la que dec¨ªa que para que un equipo funcione no es necesaria la amistad entre jugadores, simplemente basta con que se entiendan dentro del campo. Que ¨¦l nunca lleg¨® a saber el nombre de la pareja, la cantidad de hijos o la direcci¨®n postal de m¨¢s de dos tercios de sus compa?eros de equipo. Que, sencillamente, los futbolistas van y vienen. Andy Cole y Teddy Sheringham ni siquiera llegaron a dirigirse una sola palabra durante los a?os que jugaron juntos en el Manchester United. De hecho, Cole lleg¨® a decir que preferir¨ªa compartir una taza de t¨¦ con el hombre que le rompi¨® la pierna (Neil Ruddock) que con el propio Sheringham.
Pero, llamadme rom¨¢ntica, yo s¨ª creo que hay jugadores que permanecen en los vestuarios pese a la celeridad en los duelos. Jugadores que se van, pero que de muchas formas se quedan.
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