Dos oros para combatir la depresi¨®n
Dos oros bals¨¢micos. Dos oros para combatir la depresi¨®n. Cuando todav¨ªa nos sal¨ªan las cuentas de las 22 medallas, el famoso r¨¦cord de Barcelona 1992, se fueron encadenando una serie de catastr¨®ficas desdichas para convertir una jornada prometedora en un viernes negro del deporte espa?ol. Todo fall¨®. Lo que era previsible que fallara y lo que no. Incluso con algunas dosis de crueldad, como el penalti errado por Alexia Putellas en el minuto 97 de la lucha por el bronce o los goles relativamente f¨¢ciles estampados por los Hispanos en el cuerpo del portero Wolff cuando la final de balonmano comenzaba a acariciarse. Antes de ellos, otra lluvia de diplomas: cuarto puesto de Adri¨¢n del R¨ªo y Marcus Cooper, sexto de Ant¨ªa Jacom¨¦ y Mar¨ªa Corbera, s¨¦ptimo de Alberto Gin¨¦s, octavo de Valeria Antolino¡ Y una derrota prematura de Cecilia Castro, que sentenciaba la ¨²ltima posibilidad de medalla del taekwondo. Y la debacle del conjunto de gimnasia r¨ªtmica, que ven¨ªa a Par¨ªs con el podio en la mirilla. Ya no solo era que el d¨ªa estuviera saliendo malo, sino la confirmaci¨®n de que en estos Juegos se muere siempre en la orilla. Espa?a suma ya m¨¢s diplomas que en Tokio, y todav¨ªa faltan dos d¨ªas. El chocolate sabe amargo. Siempre se pierden metales, l¨®gico. Pero en esta edici¨®n est¨¢n siendo muchos, algunos clar¨ªsimos. Los patinazos de Jon Rahm y el 470 mixto de Jordi Xammar y Nora Brugman son dos ejemplos n¨ªtidos de c¨®mo perder una medalla cantada. Por no hablar del dram¨¢tico adi¨®s de Carolina Mar¨ªn.
Todos esos pensamientos se fueron sucediendo en nuestra memoria cuando el f¨²tbol, quiz¨¢ el deporte con menos aureola ol¨ªmpica, vino al rescate con su Selecci¨®n masculina. No faltaron tampoco a la cita los fantasmas del pasado, cuando Francia remont¨® el 1-3 al filo del final. De penalti, claro. Para que doliera m¨¢s. Pero esta vez el guionista de nuestro destino fue m¨¢s ben¨¦volo y escribi¨® un desenlace feliz con dos goles de Sergio Camello en la pr¨®rroga. Era un oro que aliviaba el tormento, pero que todav¨ªa sab¨ªa a poco. F¨²tbol es f¨²tbol, el deporte rey fuera de los Juegos. Pero no dentro. Para reivindicarlos lleg¨® el atletismo, el triple salto, el oro de Jordan D¨ªaz, que con un brinco inicial de 17,86 metros aguant¨® en cabeza todo el concurso por delante de su m¨¢ximo rival, Pedro Pichardo, y de Andy D¨ªaz. Tres cubanos de nacimiento nacionalizados por Espa?a, Portugal e Italia. Curiosa coincidencia. El cubano de verdad, L¨¢zaro Mart¨ªnez, qued¨® octavo. Pero esa es otra historia. La de hoy eran esos dos oros para levantar el ¨¢nimo espa?ol. Que falta hac¨ªa.