De repente, el ¨²ltimo endecas¨ªlabo
¡°En el f¨²tbol se ha perdido el endecas¨ªlabo¡±, pronunci¨® en su d¨ªa Juli¨¢n Garc¨ªa Candau en una conferencia. El endecas¨ªlabo era recitar una alineaci¨®n como un poema de once s¨ªlabas, sin pausas ni dudas, o al menos declamar los cinco delanteros que entonces formaban el frente de ataque. Gran parte de esos endecas¨ªlabos ten¨ªan apodo, como La delantera el¨¦ctrica del Valencia de principios de los 40: Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. Ganaron dos Ligas y una Copa. A los tres puntas cl¨¢sicos se le sumaban dos interiores. Hoy, sin extremos puros, llamarles igual es una herej¨ªa propia de estos tiempos de botas de colorines.
Casi coet¨¢neos fueron los Stukas que en 1946 conquistaron la ¨²nica Liga del Sevilla gracias a L¨®pez, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal. Su apodo proced¨ªa de los bombarderos nazis, algo muy del gusto de la Espa?a no beligerante, pero claramente german¨®fila.
No ten¨ªa apodo la del Athletic que tom¨® el relevo. Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza levantaron Ligas y Copas. Su popularidad se vio redoblada con el gol de Zarra a Inglaterra. Con Gainza, a¨²n tendr¨ªa su estrambote ganando en el 58 la Copa ante el Real Madrid ya tricampe¨®n de Europa. Fueron Los once aldeanos, porque eran once vizca¨ªnos frente a la primera delantera gal¨¢ctica.
Antes de ese Madrid la referencia del futbol nacional fue el Barcelona de Las cinco copas que inmortaliz¨® Serrat: Basora, C¨¦sar, Kubala, Moreno y Manch¨®n. Conquist¨® consecutivamente tres Copas y dos Ligas, los cinco t¨ªtulos seguidos de su sobrenombre, a los que sum¨® la Copa Latina y la Eva Duarte.
Luego lleg¨® como un trueno el Madrid pentacampe¨®n de Europa con Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento. No tuvo apodo, ni falta que le hac¨ªa, le bastaba con ganar y ganar. Un d¨ªa a Santiago Bernab¨¦u se le puso chulo Mill¨¢n Astray y lo expuls¨® del palco. El glorioso mutilado (este s¨ª ten¨ªa apodo) le ret¨® a duelo. Tuvo que mediar el general Mu?oz Grandes, h¨¦roe de la Divisi¨®n Azul. As¨ª eran esos tiempos de ardor guerrero.
En los 60 se acaba el endecas¨ªlabo con los dos apodos m¨¢s apropiados. El Zaragoza de los Cinco magn¨ªficos, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra fue la versi¨®n futbolera de los cinematogr¨¢ficos Siete Magn¨ªficos de Yul Brynner. Ganaron dos Copas y una de Ferias. Al igual que en el caso de Zarra, el gol de Marcelino a Rusia inflam¨® nuestro fervor patri¨®tico con la Eurocopa 64.
Cerr¨® ciclo el Pontevedra del Haiqueroelo, que alcanz¨® la perfecci¨®n del endecas¨ªlabo, ya que se recetaba de memoria la alineaci¨®n entera: Cobo, Irulegui, Batalla, Cholo, Calleja, Vallejo¡ y su formidable delantera, Fuertes, Mart¨ªn Esperanza, Ceresuela, Neme y Odriozola. Nunca gan¨® un t¨ªtulo, salvo que se cuente como tal el subcampeonato de invierno de la 65-66 y el liderato ante el Atl¨¦tico de esa misma temporada y que le permiti¨® ser portada del Pravda. Nunca se ha podido comprobar que eso fuese cierto, pero tampoco nadie ha podido demostrar que el ap¨®stol Santiago est¨¦ enterrado en la catedral de Compostela.
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