Con las manos atadas
No s¨¦ qu¨¦ es m¨¢s viejo, si la pel¨ªcula del d¨ªa de la marmota o el tema de las manos en el f¨²tbol. Cada fin de semana tenemos controversia con el tema, aunque est¨¢ claro que cuando hay implicado un equipo con gran repercusi¨®n medi¨¢tica parece que el problema es mayor. Tambi¨¦n hay que decir que nos encontramos con toda una variedad de cr¨ªticos: los que han desistido, grupo cada vez m¨¢s numeroso; los que no entienden el concepto de las manos solo cuando se sienten perjudicados, grupo tambi¨¦n muy numeroso; los que quieren un reglamento propio, y los que quieren comprender y cada vez lo tienen m¨¢s dif¨ªcil.
Oigo muchas cr¨ªticas, pero poca aportaci¨®n para encauzar la deriva que est¨¢ tomado el asunto. Yo voy a intentar aportar mi visi¨®n, sabiendo que es muy dif¨ªcil encontrar una soluci¨®n m¨¢gica.
El gran problema es haber intentado encajar las manos en punibles y no punibles, dejando a los ¨¢rbitros cada vez menos margen de interpretaci¨®n y capacidad de decisi¨®n. El papel lo aguanta todo, pero el esp¨ªritu del juego no ha cambiado. Y, por tanto, la regla debe ser un centinela de ese esp¨ªritu, pero estamos en otra historia.
Caminamos, por una presi¨®n medi¨¢tica muy fuerte y una posici¨®n de debilidad arbitral, a un escenario en que todas las manos pueden ser calificadas de punibles, y esto resulta muy peligroso.
Creo que los ¨¢rbitros tienen que quitarse este cors¨¦ que les quieren imponer los dirigentes, volver a ser ellos y recuperar la filosof¨ªa de la regla, que deja ese espacio para que un colegiado profesional sea capaz de aplicarla. En cambio, las circulares pretenden lo contrario; intentan encorsetar todo en la letra. Para una conferencia arbitral tiene un pase, pero en el campo nos encontramos con la cruda realidad. La regla y su filosof¨ªa van por un lado y lo que estamos viendo, por otro.