Cholo Simeone y Giuliano Simeone
A Fernando Daucik, revolucionario entrenador checoslovaco en la Espa?a de los cincuenta, se le lleg¨® a conocer durante su larga decadencia en los sesenta como ¡®Recluta con ni?o¡¯, en alusi¨®n a una pel¨ªcula en la que un quinto (Jos¨¦ Luis Ozores) se empe?aba en llevar al cuartel a su hermanito de 8 a?os que, hu¨¦rfanos ambos, no podr¨ªa sobrevivir sin ¨¦l. En el caso que nos ocupa, Daucik estrope¨® su prestigio por tratar de colar en sus equipos, y a veces conseguirlo (en el Betis, el San Andr¨¦s y el Espanyol) a su hijo Yanko, un delantero alto y potente chutador, aunque muy lento y con cintpura de hormig¨®n.
Casos ha habido bastantes. El m¨ªtico Ricardo Zamora pinch¨® al poner en la porter¨ªa del Espanyol a ¡®Ricardito¡¯ Zamora. El propio Espanyol ech¨® a Kubala por empe?arse en colar a su hijo Branko. Johan Cruyff termin¨® de enfadar a N¨²?ez cuando meti¨® al joven Jordi. La carrera de Michel arranc¨® torcida porque se le hundi¨® a Segunda B el Castilla con su hijo Adri¨¢n a bordo. Zidane no a?adi¨® ning¨²n laurel a su carrera con sus reiterados intentos en poner a sus v¨¢stagos en el Madrid. Fuera hemos tenido los Ferguson en la Premier o los Labruna y los Gallardo en Argentina. Siempre con m¨¢s pol¨¦mica que brillo.
Ahora llega el caso de los Simeone, Cholo y Giuliano, padre e hijo juntos en el Atl¨¦tico. Es un tema dif¨ªcil, porque no s¨®lo predispone para mal a la afici¨®n o parte de ella, sino porque a los futbolistas les coarta su sagrado derecho a rajar del entrenador en la caseta, h¨¢bito general que la presencia del hijo necesariamente altera. M¨¢s all¨¢ de lo que valgan los ¡®hijosdalgo¡¯ como jugadores (varios de los citados hicieron decentes carreras lejos del progenitor) provocan una atm¨®sfera rara. Incluso si, como me consta en el caso de Giuliano Simeone, se trata de un chico estupendo y un futbolista solidario. El tiempo dir¨¢.