Carlo Ancelotti y los r¨¦ditos de la tempestad
El madridismo es tan refractario a las derrotas que las recibe con sorpresa. Nunca las tiene entre sus planes. Es probablemente la mayor caracter¨ªstica de un club que lo ha ganado todo y con una frecuencia extraordinaria. O quiz¨¢ coseche tantos ¨¦xitos por el imperativo que el equipo tiene de ganar y evitar la exposici¨®n al horror vacui que provocan las derrotas. No hay parang¨®n en este rechazo al fracaso, que en el resto de los grandes clubes se asume como una parte desagradable, pero natural, de su existencia. Esta temporada es un ejemplo de la aversi¨®n del Real Madrid a la derrota y el relato tremendista que se desata cuando un roto se interpreta como un destrozo. Suele ocurrir cuando el Bar?a est¨¢ por medio de lo impensable.
La final de la Supercopa, un torneo menor que la identidad de los dos finalistas elev¨® un par de pelda?os en la escala de importancia, se explic¨® con sencillez. El Bar?a deslumbr¨® en su mejor partido en muchas temporadas y el Madrid se estrell¨® en una de las actuaciones m¨¢s decepcionantes que se recuerdan en a?os. En cualquier caso, se trat¨® de un partido que no modificaba el curso de los acontecimientos en las dos grandes competiciones, Liga y Copa de Europa, y dejaba abierta la hip¨®tesis de la revancha en un eventual enfrentamiento en las pr¨®ximas rondas de la Copa del Rey, incluida la posibilidad de una final Real Madrid-Bar?a.
La reacci¨®n a la derrota en Yeda fue comparable al desplome de la b¨®veda celeste. Se interpret¨® en t¨¦rminos apocal¨ªpticos, una humillaci¨®n estomagante que requer¨ªa castigo a los culpables, uno a la cabeza de todos: Ancelotti. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, en los octavos de final de la Copa, el Madrid se enfrent¨® al Celta en medio de un ambiente radical, con la continuidad de Ancelotti sometida a juicio sumar¨ªsimo. Esa fue la opini¨®n mayoritaria en las tribunas period¨ªsticas antes y durante el partido, que deriv¨® en la pr¨®rroga a una contundente goleada del Real Madrid.
Ancelotti es mucho m¨¢s que un entrenador en un club por el que han desfilado decenas de entrenadores, algunos de gran ¨¦xito. Su hoja de servicios en el club no resiste comparaci¨®n, m¨¢s a¨²n en esta era de f¨²tbol global. Su contribuci¨®n excede a los numerosos ¨¦xitos que ha conseguido. Pronto superar¨¢ a Miguel Mu?oz y se convertir¨¢ en el t¨¦cnico que m¨¢s partidos ha dirigido en el Real Madrid. Su producci¨®n extradeportiva es igual de interesante. Maestro de la comunicaci¨®n, Ancelotti traslada una idea ejemplar de su trabajo, consagrado al servicio del club. El prestigio institucional del Real Madrid siempre se encuentra en las mejores manos cuando el t¨¦cnico italiano se explica.
Apenas han pasado 10 d¨ªas desde que la derrota ante el Bar?a -s¨ª, cualquiera sabe lo que significan estos partidos y la evidencia de la lamentable actuaci¨®n del Madrid-, pero lo que se interpret¨® como una ardiente crisis ha derivado en un clima bonancible, de campo y playa. Han bastado dos victorias. De la misma manera que el madridismo y su entorno medi¨¢tico se sorprenden con las derrotas porque nunca entran en sus planes, el reciclaje es instant¨¢neo. Digamos que la adicci¨®n al ¨¦xito ejerce un poder superior a la frustraci¨®n de las decepciones.
La borrasca se ha esfumado y, lejos de tambalearse, el Madrid sale de la crisis con un r¨¦dito extraordinario. El f¨²tbol es as¨ª de juguet¨®n. Ha marcado 10 goles ¡ªcinco al Celta, cinco a la UD Las Palmas¡ª, es l¨ªder en la Liga, dispone de dos partidos aparentemente sencillos para completar los deberes en la Liga de Campeones y se evita un enfrentamiento con el Bar?a o el Atl¨¦tico de Madrid en los cuartos de final, adem¨¢s de disfrutar de una versi¨®n genial de Mbapp¨¦, el gran acusado en la anterior crisis (0-4 con el Bar?a en la Liga). A todas estas cuestiones se refiri¨® Ancelotti en su opini¨®n tras la victoria sobre la UD Las Palmas. Se le notaba molesto, contrariado. No le faltaban razones.
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