Las horas m¨¢s bajas de nuestro arbitraje
El acto del jueves, con todos los jueces reunidos haciendo pi?a, fue un esperpento y sugiere un efecto de ¡®omert¨¤¡¯ que ensucia todav¨ªa m¨¢s el asunto
Siempre hubo problema arbitral en Espa?a, discusiones sobre el sistema de designaci¨®n, enfados, almohadillas y hasta botellas cuando estuvieron a mano hasta que fueron prohibidas, justo a ra¨ªz de una final de Copa entre el Madrid y el Bar?a, con un arbitraje que enfureci¨® a los madridistas. Pero, en general, se aceptaba el sistema, se consideraba el arbitraje como un factor suerte con la salvedad de que se daba por hecho que a los poderosos les sal¨ªa m¨¢s veces cara que cruz, pero, ?en qu¨¦ aspecto de la vida no pasa eso? ¡°Siempre habr¨¢ ricos y pobres¡±, era una sentencia que todos llev¨¢bamos grabada en la mente.
Pero la desconfianza en la esencia misma del sistema es algo que veo por primera vez ahora, y me temo que ha sido la aportaci¨®n m¨¢s relevante del VAR, que traslada la responsabilidad de un se?or que puede no haber visto tal cosa o no haberla pitado por puro miedo, a una sala brumosa ocupada por tres seres racionales c¨®modamente sentados y con tecnolog¨ªa punta al alcance. Ahora las dudas son m¨¢s graves. Primero est¨¢ el cu¨¢ndo entra el VAR y cu¨¢ndo no; luego, que cuando entra no nos da satisfacci¨®n sin que haya c¨®mo explicarlo. En el primer apartado entra el dichoso gol del Elche en C¨¢diz; en el segundo, la expulsi¨®n del b¨¦tico Luiz Felipe por los aspavientos de Iago Aspas cuando simplemente le hab¨ªa quitado el bal¨®n de la mano. El ¨¢rbitro y el linier picaron, pero, ?y el VAR?
Cito dos casos recientes, pero al cabo de tantos meses ya de VAR cada afici¨®n tiene en el armario su media docena de casos en los que la vieja frustraci¨®n se troca en irritada impotencia al sentirse uno v¨ªctima de una burla c¨ªnica. Parad¨®jicamente, por m¨¢s que haya hecho imposibles los penaltis fuera del ¨¢rea y sea capaz de dictaminar fueras o no fueras de juego con precisi¨®n de sexador de pollos japon¨¦s, el VAR le ha quitado credibilidad al sistema. Eso, adobado con el toqueteo del Reglamento, que nos descoloca a todos.
Y aqu¨ª s¨®lo nos faltaba saber que el Bar?a estuvo pagando durante 18 a?os y cuatro presidentes al vicepresidente del CTA. Y si encima esto parece haber molestado a todos menos al Real Madrid, ¨²nico que no ha firmado el reproche, la conclusi¨®n del resto es inevitable: esto es un puerto de arrebatacapas en el que los que arrebatan las capas son los dos de siempre.
Mala medicina le quiso poner la Federaci¨®n el jueves. Entiendo su desconcierto: sus actuales dirigentes no estaban ¨Ceso ocurri¨® en a?os de Villar y su villarato¨C tan lejanos como para que no nos encontremos con que la c¨²pula del CTA actual hizo su carrera en el largo periodo bajo sospecha. Eso no les incrimina, pero no es agradable.
El acto del jueves fue un esperpento. Todos los ¨¢rbitros y ¨¢rbitras reunidos haciendo pi?a para poner manos en el fuego unos por otros, y poner en la picota a Estrada Fern¨¢ndez, el ¨²nico que, por notoriedad, despecho o recto proceder, ¨¦l sabr¨¢, ha denunciado a Enr¨ªquez Negreira, sugiere un efecto de omert¨¤ que ensucia m¨¢s el asunto.
El elefante ¨Ccuya cabeza es Enr¨ªquez con su trompa recogedora, su tronco es el Bar?a, sus cuatro patas son Gaspart, Laporta, Rosell y Bartomeu, y su rabillo estercolado es el hijo¨C fue nombrado entre poco y nada. Eso s¨ª, el secretario de la Federaci¨®n aprovech¨® para cobrarse una deuda con su alusi¨®n (le falt¨® gallard¨ªa para nombrarlo) a Albert Soler porque trabaj¨® en el Bar?a de Bartomeu y luego fue de n¨²mero dos al CSD, tres a?os despu¨¦s de que se hubiera terminado aquella sucia trapisonda. Horas m¨¢s tarde se filtrar¨ªa que ¡°est¨¢n pensando querellarse¡± contra ¨¦l porque se lo hab¨ªa callado. ?Est¨¢n pensando querellarse contra el que se lo call¨® (si es que lo sab¨ªa) y no contra los que lo hicieron, Enr¨ªquez y los cuatro presidentes del Bar?a? ?Y no s¨®lo eso, sino que despellejan al que s¨ª se ha querellado contra Enr¨ªquez, Estrada Fern¨¢ndez?
Omert¨¤, inmolaci¨®n del disidente, ajuste de cuentas con uno que pasaba por all¨ª y que desde el CSD quiso llevar a Rubiales al TAD. M¨¢s escaso reproche a los conchabados. Eso dej¨® esa comparecencia de Andreu Camps y Medina Cantalejo (en minutos gan¨® el primero 32 a 9). Digamos que no fue tranquilizador. Por su parte, Rubiales ni estuvo. Se lo impidi¨® un viaje. No le parecer¨¢ asunto de bastante calado como para encajarlo en su agenda.