Bernab¨¦u, dos argentinos y ning¨²n ingl¨¦s
La regla del hist¨®rico presidente del Real Madrid para armar equipos encuentra una excepci¨®n en Jude Bellingham.
Bernab¨¦u dec¨ªa que todo buen equipo deb¨ªa tener dos argentinos y ning¨²n ingl¨¦s. As¨ª fueron su primer gran Real Madrid, que mov¨ªan Di St¨¦fano y Rial, y el Milan, su gran rival de aquellos a?os, con Grillo y Cucchiaroni. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ lo de ning¨²n ingl¨¦s, y me dijo que los ingleses eran buenos¡ en Inglaterra. Les ten¨ªa por p¨¢nfilos, sin picard¨ªa, v¨ªctima f¨¢cil de las astucias que tan bien manejaban los latinos, y especialmente los porte?os. En la temporada 48-49 hab¨ªa contratado a John Watson, procedente del Fulham, por recomendaci¨®n de Mister Keeping. Watson s¨®lo jug¨® un partido en toda la Liga. Bernab¨¦u decidi¨® que uno y no m¨¢s.
El f¨²tbol brit¨¢nico era r¨ªgido, de pase largo, carrera, carga y salto, no de regate y enga?o. En los sesenta se produjeron sonoros fracasos de estrellas brit¨¢nicas fichadas por Italia, sin m¨¢s excepci¨®n que John Charles, El Gigante Bueno, que aunque era inocent¨®n cuaj¨® en la Juve. Pero la mirada general en el continente era la de Bernab¨¦u: los ingleses, para Inglaterra. Solo se le ten¨ªa verdadero respeto a Bobby Charlton, un fen¨®meno en toda la extensi¨®n.
De aquella candidez de los ingleses tuvimos una de sus ¨²ltimas pruebas en el Mundial de Francia, cuando Simeone se las apa?¨® para hacer expulsar a Beckham, m¨¢s adelante fichado por el Madrid, donde no cubri¨® las expectativas. Lo mismo que Cunningham, McManaman, Owen, Woodgate, o el gal¨¦s Bale. No es el caso de Bellingham, representante, s¨ª, del f¨²tbol ingl¨¦s, pero de otro f¨²tbol ingl¨¦s. La Premier ya no es un coto cerrado de tradiciones y man¨ªas como fue el campeonato ingl¨¦s a?os atr¨¢s. Para empezar, ya no todos son brit¨¢nicos ni en el campo ni en los cuadros t¨¦cnicos. Aquel f¨²tbol recibe ahora muchas influencias al tiempo que se ha convertido en un crisol racial que lo enriquece. En las canteras ya se aprenden otras cosas y en ellas conviven chicos de cualquier procedencia, como en las plantillas profesionales, que son su reflejo. Bellingham, adem¨¢s, sali¨® con 16 a?os de Inglaterra para completar su formaci¨®n en el Borussia de Dortmund.
A este ingl¨¦s no le hubiera hecho ascos Bernab¨¦u. Su f¨²tbol no es r¨ªgido, sino variado. No es p¨¢nfilo, sino que tiene mala uva, alguna vez hasta en exceso, como cuando respondi¨® a los ol¨¦s del Metropolitano con aquel entrad¨®n a Correa. No se conforma con cumplir su primera misi¨®n, sino que procura ir a m¨¢s, y ese m¨¢s es el gol. En su cat¨¢logo no figuraba eso, s¨ª todo lo dem¨¢s: jugador elegante e ingenioso del medio campo, con largo recorrido. Lo de los goles no ven¨ªa, ha sido una sorpresa. En su ¨²ltima temporada en el Borussia marc¨® 14 en 42 partidos, una media de un tanto cada tres, excelente para un centrocampista, pero resulta que en el Madrid est¨¢ saliendo a gol por partido, la matr¨ªcula de honor a la que solo aspiran los m¨¢s grandes goleadores de la historia. ?Qui¨¦n nos lo iba a decir? El ¨¢rea no le asusta, m¨¢s bien le relaja. Sabe colocarse, ver la rendija y colarla por ella. Le han bastado 24 remates para marcar 10 goles, un promedio de acierto extraordinario. Y al contrario que los paisanos que le han precedido, no se a¨ªsla, no es un cuerpo ajeno en la plantilla. Al rev¨¦s, est¨¢ en el centro de todo, no solo en el campo, sino en el ambiente general del grupo.
Me he tomado la molestia de mirar lo que hizo Di St¨¦fano en sus primeros 10 partidos aqu¨ª: 11 goles y siete asistencias. Tres de sus goles fueron de penalti, dos porque le zancadillearon, el otro por cortar mano en un pase suyo a Olsen. Bellingham lleva diez goles y tres asistencias. Di St¨¦fano ten¨ªa 27 a?os. Bellingham, con 20, est¨¢ en cuarto de Di St¨¦fano y con buenas notas.