Antonio
Justo cuando se reactivaron por en¨¦sima vez los rumores de Mbapp¨¦ y a unos d¨ªas de recibir al Bar?a, R¨¹diger dio el pase a octavos jug¨¢ndose la integridad f¨ªsica. Tal vez no sea el h¨¦roe que el madridismo merezca, pero s¨ª el que necesite en estos momentos. Cuando lleg¨® R¨¹diger al Madrid, coment¨¦ en esta columna que el alem¨¢n era el t¨ªpico central que el Bernab¨¦u pod¨ªa llegar a amar de manera incondicional o terminar siendo un rotundo fracaso, con un par de autogoles y un rosario de expulsiones a sus espaldas. Sin medias tintas. Un jugador de puerta grande o enfermer¨ªa. Al final el bueno de Antonio result¨® ser de ambas a la vez.
Y es que si hay algo que al madridismo le chifla, algo que le arrebata, es ver a uno de los suyos con la camiseta empapada de sangre. El contraste con el blanco le da m¨¢s dramatismo y siempre luce bien en la foto. Nos va ese tremendismo tarantinesco. Y me incluyo. Todav¨ªa recuerdo un partido de Ra¨²l contra el Bar?a en el que, vendado y con la camiseta sanguinolenta tras un choque con Puyol, logr¨® marcar un gol y celebrarlo como pintado por Caravaggio. Sac¨® al Camacho que habita en m¨ª. R¨¹diger ya ha pasado, por tanto, su rito de iniciaci¨®n en la tribu. Lo que otros tardan varias temporadas en ganarse, R¨¹diger lo ha conseguido con un par de meses y 20 puntos de sutura.
Todos los caminos valen. Si dicen que la mano izquierda es la llave del cortijo de los toreros, la camiseta llena de sangre en un lance del juego es el ungimiento definitivo de los centrales blancos. Como cuando Pepe sufri¨® un encontronazo con Casillas y entr¨® al vestuario medio sonado diciendo que se llamaba Pablo y que qu¨¦ hac¨ªa ¨¦l ah¨ª. Me imagino a R¨¹diger en el vestuario de Varsovia diciendo que es Napole¨®n y susurr¨¢ndole a Nacho si alguna vez ha bailado con el diablo bajo la p¨¢lida luz de la luna.
A pesar de no tener lesi¨®n ¨®sea, podr¨ªa jugar el Cl¨¢sico con m¨¢scara. Lo veo bien. R¨¹diger es un futbolista que ha nacido para jugar con m¨¢scara. Es el accesorio que necesita para terminar de intimidar a rivales por si no le fuera suficiente con sus caras de enajenaci¨®n transitoria y esos esprints de psic¨®pata persiguiendo con motosierra al protagonista en una pel¨ªcula de sustos. Deber¨ªa continuar el resto de su carrera con m¨¢scara, de hecho, como hiciera el escolta Richard ¡®Rip¡¯ Hamilton tras ganar el anillo NBA con los Pistons. O, sin irse tan lejos, como Benzema con su venda en la mano.
Si yo fuera un rival y notara a R¨¹diger en un c¨®rner respirando fuerte detr¨¢s de m¨ª con m¨¢scara, me abstendr¨ªa de intentar rematar y me quedar¨ªa al primer palo. A lo mejor la clave del ¨¦xito de cara al Cl¨¢sico pasa por esa jugada de estrategia. Siempre digo que el Real Madrid tiene la camiseta blanca como la pantalla de un viejo cine para que podamos proyectar sobre ella todo tipo de historias, escenas, momentos y dramas. Con R¨¹diger, desde luego, ha a?adido un nuevo h¨¦roe con carisma a su factor¨ªa de sue?os.