Ante las horas bajas de Gerard Piqu¨¦
Curioso: hasta no hace mucho podr¨ªa decirse que Piqu¨¦ era el tipo m¨¢s estupendo de Espa?a. Multicampe¨®n con el Bar?a y la Selecci¨®n desde un puesto de alta responsabilidad, marido feliz de una celebridad, empresario de predicado ¨¦xito en el campo de las nuevas tecnolog¨ªas, promotor de una reconversi¨®n de la vieja Copa Davis que parece en v¨ªas de cuajar, int¨¦rprete notable de una v¨ªa intermedia entre las duras reivindicaciones catalanistas y el viejo compromiso con ¡®Madrit¡¯; viajero del puente a¨¦reo, quiz¨¢ un puente en s¨ª mismo; avergonzado en su d¨ªa de que el presidente Rajoy no supiera ingl¨¦s. Espa?a de la rabia y de la idea.
El tiempo devora a sus criaturas, aprend¨ª en mi primer paseo por el Museo del Prado. M¨¢s all¨¢ del infortunio de su matrimonio, que a tantos alcanza, Piqu¨¦ es ahora sospechoso de muchas cosas. De ganar demasiado; de abuso de amistad con ¡®Rubi¡¯, que le trata de ¡®Geri¡¯, mientras reparten ¡®los palos¡¯ que Arabia pone por la Supercopa; de dispersi¨®n mental en su mundillo futbolero que tanto exige a cambio de pagar tan bien, cuesti¨®n ¨¦sta que como se nos ha hecho saber ya le ha comentado Xavi, ayer su compa?ero, hoy su jefe. En definitiva, el viejo ¨ªdolo es reo de pecados de frivolidad y estupendismo, cargos graves en f¨²tbol.
Ante Piqu¨¦ se extiende una larga vida, seguramente feliz. Pero lo inminente es lo de ya y lo de ya es a¨²n su condici¨®n de futbolista, peana sobre la que ha edificado lo dem¨¢s: su personaje, sus contactos, su mundo extrafutbol¨ªstico, su estupendismo. Sin su condici¨®n de futbolista extratipo dif¨ªcilmente mantendr¨ªa en el aire naranjas como Ibai Llanos, Rakuten, Kosmos, Rubiales, Xavi¡ Avanza en los treinta amenazado de lesiones recurrentes. No es Superm¨¢n, pero tampoco un lisiado incurable. Le basta con hacer lo que le pide su entrenador y excompa?ero: cuidar el f¨ªsico, alejar distracciones y cultivar el aspecto de su vida que le hizo grande, del que cuelga todo lo dem¨¢s.
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