Alcaraz doma las prisas
Recordar de memoria fragmentos de novelas o columnas de un escritor es una de las mejores formas de que ¨¦ste trascienda. Esto sucede con Javier Mar¨ªas, que ha dejado de forma prematura algunas de las mejores reflexiones de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Yo, personalmente, siempre que un equipo o un deportista consigue una victoria importante me acuerdo de lo que Mar¨ªas escribi¨® en una columna publicada en ¡®El Pa¨ªs Semanal¡¯ y titulada ¡®Esa tendencia abominable¡¯. Dec¨ªa: ¡°En cuanto un compatriota gana algo, lo primero que hacen prensa y buen n¨²mero de aficionados no es felicitarlo y congratularse, sino preguntarle por la pr¨®xima haza?a, como si la que acaba de lograr, por ya lograda, no valiera de nada¡±.
Me acuerdo recurrentemente de esas l¨ªneas porque es algo que se repite a menudo en Espa?a. Termina un partido y, sin tiempo siquiera para digerirlo, para calibrar la importancia de la victoria, nos preguntamos qu¨¦ ser¨¢ lo siguiente, c¨®mo y cu¨¢ndo llegar¨¢. Como un ni?o peque?o sentado en el asiento trasero de un coche durante un viaje, s¨®lo nos falta implorar entre gritos que ¡°cu¨¢nto queda¡±. Por supuesto, este af¨¢n por superar lo inmediato est¨¢ pasando con Carlos Alcaraz. Es muy f¨¢cil caer en la tentaci¨®n de la urgencia por su edad. Si con 19 a?os ya es n¨²mero 1 del ranking ATP, si con 19 a?os se ha convertido en el tenista m¨¢s joven que gana un US Open en toda la historia, si con 19 a?os ya muestra un repertorio de golpes propio de un tenista experimentado, ?qu¨¦ conseguir¨¢ con un poco m¨¢s de madurez sobre la pista? ?D¨®nde estar¨¢ su techo? ?Cu¨¢l ser¨¢ el siguiente r¨¦cord?
¡°La maldita pregunta ¡°?Para cu¨¢ndo la pr¨®xima?¡± delata a una sociedad insaciable, es decir, descontenta consigo misma y mezquina con casi todos¡±, a?ad¨ªa en aquella columna Javier Mar¨ªas. Adem¨¢s de insaciable, yo dir¨ªa que somos una sociedad ansiosa. Carlos Alcaraz, por suerte, es capaz de domar todas las ansiedades externas y de tirar del hilo com¨²n con Rafa Nadal sin tensar la cuerda de las comparaciones. Lo extraordinario de su caso est¨¢ tambi¨¦n ah¨ª: nos devuelve correspondidas las expectativas, como devuelve bolas que no vuelven con otros tenistas.
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