Acostumbrados a la langosta
Si ahora mismo enviamos al espacio a alg¨²n cul¨¦ y lo fotografiamos con el famoso telescopio del que ya no recuerdo el nombre, a a?os luz de distancia, a¨²n ser¨ªamos capaces de distinguir su alegr¨ªa. Esta gente vive como un rat¨®n encima de un queso. Con sonrisita y levant¨¢ndose los cuellos de la camisa. Es natural. Tanto que hasta estos madridistas s¨²bitamente especializados en econom¨ªas ajenas lo entender¨¢n. Basta recordar que hace nada estaban pidiendo precio a unos chinos por Bakambu. Apuesto a que el congole?o le contar¨¢ a sus nietos las horas que pas¨® en un aeropuerto perdido, con la cara pegada al m¨®vil por si entre fueguito y fueguito de Instagram saltaba la notificaci¨®n que confirmaba el milagro¡
Hace un mes escrib¨ª sobre las reci¨¦n aprobadas palancas de Laporta y desde entonces se han liado la manta a la cabeza de mala manera. Han firmado a Lewandowski, Raphinha, Kessie, Christensen, llevan camino de cerrar a Kounde y vete a saber cu¨¢ntos trucos de magia m¨¢s. Otra cosa no s¨¦, pero habr¨¢ que agradecerle a Laporta lo de las palancas como aportaci¨®n fundamental al folclore futbol¨ªstico. Es m¨¢s, yo propongo expandir la expresi¨®n al lenguaje com¨²n. Cuando ese amigo olvide que justo hoy es el cumplea?os de su mujer y consiga un regalo impresionante sobre la bocina, aunque la mayor¨ªa de las tiendas est¨¦n cerradas, lo llamar¨¢s ¡®activar las palancas¡¯ y ser¨¢ bonito.
Ted Lasso, en la maravillosa serie, les recomendaba a sus futbolistas que cultivasen la memoria de pez para olvidar las derrotas cuanto antes. Para que ni el drama les rozase. Joan Laporta hace tiempo que ha convencido de ello a la parroquia cul¨¦. Laporta es como ese gobierno que te consigue una nueva identidad en un pa¨ªs extranjero a alguno que se arrepiente de sus cr¨ªmenes. Borr¨®n y cuenta nueva, en el Barcelona actual est¨¢ prohibido hablar de miseria. Y tampoco del futuro. Todo saldr¨¢ bien. Ya lo dijo Bagnoli cuando entrenaba al Inter y vinieron mal dadas: ¡°Cuando te acostumbras a la langosta luego ya no quieres arroz con setas¡±.