A pie cambiado
Hace medio milenio, Baltasar Castiglione defend¨ªa en El cortesano un modelo de hombre que conjugara la acci¨®n y el pensamiento, las armas y las letras. La ideolog¨ªa profesionalizante moderna sostiene que no hay tiempo m¨¢s que para hiperespecializarte en una faceta: o eres deportista o escritor, cultivas el cuerpo o la mente.
Miguel Pardeza tiene algo de hombre del Renacimiento. Su ¨²ltimo libro ¡ªA pie cambiado¡ª constituye, como reza su subt¨ªtulo, el ¡°cuaderno de un futbolista desencantado¡±, pero tambi¨¦n un florilegio de un escritor que estuvo un tiempo corriendo de porter¨ªa a porter¨ªa hasta que descubri¨® su inclinaci¨®n literaria.
Nuestro primer encuentro se asemej¨® al juego del gato y el rat¨®n. Yo, que hab¨ªa perge?ado ya una veintena de libros y pasaba los trabajos y los d¨ªas en contextos intelectuales, solo le hac¨ªa preguntas de f¨²tbol ¡ªmi primera vocaci¨®n¡ª, pero el m¨¢s astuto de la Quinta del Buitre se zafaba con un h¨¢bil regate para volver una y otra vez a asuntos filos¨®ficos, que le interesaban m¨¢s.
En su ¨²ltima obra rememora a Butrague?o y a otros jugadores, pero no solo a trav¨¦s de su experiencia personal, sino en di¨¢logo con otros compa?eros que a Pardeza le resultaron no menos estimulantes, antes y despu¨¦s de colgar las botas: Camus, Scott Fitzgerald o Borges. Como relata Pardeza, Borges tuvo la osad¨ªa de convocar una conferencia sobre la inmortalidad a la hora en que la selecci¨®n argentina disputaba su primer partido en el Mundial del 74. Sin embargo, aunque consideraba el f¨²tbol el invento m¨¢s est¨²pido de los ingleses, s¨ª comparte ciertos rasgos con Pardeza. El argentino vivi¨® a contracorriente de las ideolog¨ªas dominantes entre los escritores latinoamericanos; el exjugador de La Palma siempre se vio a s¨ª mismo como una rara avis, tanto en la cancha como fuera de ella. A buen seguro, Pardeza no suscribir¨ªa los discursos antifutboleros de Borges, pero s¨ª me lo imagino de acuerdo con su aserto m¨¢s bibli¨®filo: ¡°Yo, que me figuraba el Para¨ªso bajo la especie de una biblioteca¡±.
Borges es inigualable, pero Pardeza me parece no menos sorprendente porque hace con la pluma lo que antes con el bal¨®n: traza l¨ªneas inteligentes, que sorprenden por su perspicacia y dejan luego ese poso de admiraci¨®n al comprobar cu¨¢n raros son los genios creadores. No digo ya si dominan dos artes.