El viaje rel¨¢mpago que revivi¨® al f¨²tbol femenino
El portazo de la Federaci¨®n espa?ola en 1980 fue, parad¨®jicamente, el inicio de una nueva ¨¦poca de apogeo del f¨²tbol femenino.
"No, no estoy contra el f¨²tbol femenino, pero tampoco me agrada. No lo veo muy femenino desde el punto de vista est¨¦tico. La mujer en camiseta y pantal¨®n no est¨¢ muy favorecida, cualquier traje regional le sentar¨ªa mejor". Eso dec¨ªa en una entrevista a finales de 1970 Jos¨¦ Luis P¨¦rez-Pay¨¢, presidente de la Federaci¨®n. No era un gorila. Hijo de una familia muy acomodada de Alcoy, estudi¨® en Inglaterra e hizo Derecho antes de ser jugador, en los cincuenta. Representaba una mentalidad muy extendida en la ¨¦poca.
Nuestro f¨²tbol femenino surgi¨® a finales de los sesenta. O renaci¨®, podr¨ªamos decir, porque en el periodo de entreguerras hubo algunos conatos. Para los sesenta ya se practicaba en bastantes pa¨ªses y en 1970 lo reconoci¨® la UEFA. Uno de sus impulsores, Rafel Muga, public¨® un libro sobre aquellos a?os heroicos, en el que, entre otras cosas, narra el que se considera partido fundacional, entre su propio equipo, el Mercacredit de Villaverde (luego devenido en Ol¨ªmpico Oroquieta), y el Sizan, de Madrid. Jaleado por Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa y por As, el partido llen¨® el campo del Boetticher. All¨ª despunt¨® una ni?a de 15 a?os que se gan¨® el apodo de Conchiamancio. Tuvo que hacer su carrera en Italia y en Inglaterra.
Paralelamente, hubo iniciativas en otras partes. En Barcelona, Agust¨ªn Montal adopt¨® a las pioneras que encabezaba Inmaculada Cabecer¨¢n. Se inscribieron como "Pe?a Femenina Barcelonista", les dot¨® de equipaci¨®n y hasta les puso de entrenador al gran Ramallets. Pronto aparecer¨ªa en el equipo Mar¨ªa Teresa Andr¨¦u, cuya energ¨ªa y dotes de organizaci¨®n ser¨ªan decisivas.
Pioneros y pioneras manten¨ªan sus contactos, concertaban partidos amistosos o montaban competiciones paraoficiales, con desplazamientos inc¨®modos dentro de una econom¨ªa basada en la ayuda de alg¨²n comerciante de barrio o venta de loter¨ªa. Las chicas se compraban sus botas, viajaban en coches privados y jugaban en campos de tierra. Hab¨ªa un leve paraguas organizativo: la Obra Sindical de Educaci¨®n y Descanso. La Secci¨®n Femenina de Falange orden¨® a sus delegadas sabotear en lo posible aquello. No hacerlo le cost¨® el cargo a alguna.
La situaci¨®n se desatasc¨® en 1980 con un viaje providencial Barcelona-Madrid-Barcelona. Mar¨ªa Teresa Andr¨¦u convenci¨® a los delegados del Espa?ol, el Sabadell y el Atenas (tambi¨¦n de Barcelona) para presentarse juntos en la Federaci¨®n. Les acompa?¨® Agust¨ª Mallol, diputado socialista, hermano de una jugadora del Espa?ol. Escogieron el 11 de septiembre, La Diada, festivo en Catalu?a, para no faltar a sus trabajos.
"Viajamos la noche del 10 al 11, los cinco en un coche. Llegamos a Madrid sobre las ocho. Fuimos a un bar a desayunar y a arreglarnos. Nos recibi¨® Agust¨ªn Dom¨ªnguez y le indign¨® que fu¨¦semos con un pol¨ªtico. Le llevamos para argumentar que la Constituci¨®n fijaba igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y que estaban obligados a aceptar el f¨²tbol femenino. Nos echaron con cajas destempladas", recuerda Andr¨¦u.
Se metieron en un caf¨¦ a deliberar y alguien sugiri¨® llamar a Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, adalid de todas las causas dif¨ªciles: "Nos dijo que nos podr¨ªa hacer una entrevista si est¨¢bamos a las nueve de la noche en Barcelona, cuando hac¨ªa una conexi¨®n con SER Barcelona. Salimos a toda prisa, malcomimos de camino y llegamos a tiempo a los estudios. Nos atendi¨® bien. Fue mano de santo. Al mes, la Federaci¨®n cre¨® un subcomit¨¦ para el f¨²tbol femenino, dirigido por el vicepresidente de la RFEF Rafael Caravantes", explica.
Aquello se mov¨ªa tan poco que pronto la propia Mar¨ªa Teresa Andr¨¦u acab¨® siendo la responsable. Pas¨® a?os viajando de una territorial a otra, animando a los presidentes a abrir la mano y siempre con la idea de que el f¨²tbol femenino cuajar¨ªa de verdad cuando entraran los grandes clubes, con sus nombres y sus colores. Recibi¨® muchos noes. Tiene clavado el del Madrid: "Me dijeron que ten¨ªan pocos campos y que no iban a quitar un equipo infantil o un cadete para tener uno de chicas, porque de un equipo de ni?os puede salir una figura, pero de uno de chicas, no. Me qued¨¦ planchada", lamenta todav¨ªa.
Hoy mira atr¨¢s y, como tantas otras luchadoras pioneras, piensa en lo que cost¨®, pero mereci¨® la pena. En la 88-89, ya con Villar, comenz¨® una Liga Nacional, primero con solo 13 equipos. Por un tiempo se tuvo que dividir en cuatro zonas, con fase final, porque los viajes eran muy caros. Hubo sucesivos cambios de formato, pero el impulso sigui¨® imparable. Hasta llegar a este presente de contrato televisivo, en el que el f¨²tbol femenino es incluso lo que no querr¨ªa: pieza fuerte en la guerra Rubiales-Tebas.