El lamentable esperpento de siempre
Nos quejamos y, con raz¨®n, de aquellos que pitan el himno espa?ol o cualquier otro, de los que no tienen el m¨¢s m¨ªnimo respeto por los s¨ªmbolos. El inacabable cachondeo que supone, un a?o s¨ª y otro tambi¨¦n, la elecci¨®n de la sede de la final de la Copa del Rey es una pitada en toda la regla a una competici¨®n hist¨®rica, que lleva el nombre del Rey, por muy tocada que ande su popularidad en estos tiempos.La Federaci¨®n no puede permitir semejante disparate, si quiere ser consecuente con su condici¨®n de Real. Es verdad que la normativa impide obligar a un club a ceder su estadio y que no hay sede neutral, estilo Wembley, para albergar una cita as¨ª (el c¨¦sped de La Cartuja no invita a aventuras). Lo l¨®gico es que la final fuese en Madrid. Los clubes van cada uno a lo suyo. El Atleti prefiere el Calder¨®n por el mill¨®n y medio de euros que se embolsa el organizador.
El Madrid no quiere el Bernab¨¦u porque el Centenariazo vive como un recuerdo maldito en la cabeza de Florentino. Juguetea con la posibilidad del Camp Nou, como devoluci¨®n de cortes¨ªa por la pantomima de las obras del a?o pasado. El Bar?a tampoco soportar¨ªa la idea de ver al Madrid dar la vuelta de honor -si es que gana- en su estadio. Y, para m¨¢s inri, est¨¢ la verg¨¹enza de tener que depender del festival de Eurovisi¨®n. La dictadura televisiva impone el 'prime time' -bien que se lo tragan con la Champions-. Igual es que el f¨²tbol espa?ol tambi¨¦n lo representan unos 'chiquilicuatres'.