49ers 17 每 Giants 20
Candlestick Park vivió una final de conferencia intensa pero muy trabada. Los visitantes se impusieron en la prórroga gracias a un balón perdido por Kyle Williams, retornador de los Niners, cuyos errores garrafales decidieron el partido.
El choque comenzó explosivo. Alex Smith y Vernon Davis, los héroes de la anterior eliminatoria, conectaban para una recepción de 73 yardas que terminaba en touchdown. Los Giants, por su parte, conseguían mover el balón con comodidad en ataque y empataban con otro touchdown de Pascoe tras un pase de 6 yardas de Eli Manning.
Pero solo fue un espejismo. Muy pronto se vio que Alex Smith era incapaz de completar un pase, y que la línea defensiva de los 49ers atropellaba una y otra vez el ataque rival para golpear sin compasión a Eli Manning. Antes del descanso los Giants conseguían un fieldgoal muy trabajado que les adelantaba, pero la sensación era que ninguno de los dos equipos tenía recursos ofensivos. Nadie era capaz de mover el balón con fluidez en ataque.
Durante la segunda mitad se mantuvo la tónica defensiva. Frank Gore, corredor de los Niners, tenía éxito por tierra, pero su quarterback no le acompañaba, con lo que todo su trabajo se perdía. Mientras, los Giants seguían siendo atropellados por la defensa local. Eli Manning, el QB, tenía que recolocarse las protecciones una y otra vez después de ser machacado por sus rivales.
Parecía que ninguno de los dos equipos sería capaz de anotar más puntos, cuando Alex Smith soltó su segundo y último latigazo de la noche. Pase de 28 yardas, otra vez para Vernon Davis, y touchdown. San Francisco se adelantaba 14-10 y a esas alturas casi nadie esperaba que el ataque de Nueva York pudiera reaccionar y dar señales de vida.
Fue entonces cuando apareció Kyle Williams, tocando el balón con la rodilla en un retorno de punt, sin conseguir la posesión. Sus rivales aprovecharon el error y le robaron la cartera en la yarda 29, una posición inalcanzable para su ataque. Manning no perdonó. Lanzó un pase de touchdown a Mario Manningham. Los visitantes volvían a adelantarse en el marcador 14-17.
Quedaban ocho minutos y Alex Smith tuvo otro breve instante de inspiración para conducir a su equipo hasta distancia de field goal. Akers empataba el partido. Todo volvía a empezar, pero las defensas seguían imponiéndose y nadie conseguía avanzar lo suficiente dentro del campo rival para deshacer la igualada. La prórroga era inevitable y el espectáculo muy pobre.
Los espectadores se prepararon para ver un tiempo extra que prometía convertirse en eterno. Cuanto más tiempo pasaba más se colapsaban los ataques, indefensos e inoperantes ante dos defensas magníficas que justificaron su prestigio. El partido de nunca acabar se decidió con el segundo error imperdonable de Kyle Williams, que perdía la pelota en el peor sitio posible. Los Giants se limitaron a agradecer el regalo anotando el field goal de la victoria.
Los de la Gran Manzana se enfrentarán ahora a los Patriots, a los que hace cuatro años arrebataron el título y la temporada perfecta. La Super Bowl de Indianápolis huele a venganza.
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