¡®The Office¡¯ tiene un oscuro secreto que te hace replantearte si de verdad es una serie de comedia

¡®The Office¡¯ (la versi¨®n americana, la de Steve Carell) est¨¢ considerada una de las mejores series de comedia de la historia de la televisi¨®n. As¨ª lo acreditan sus m¨¢s de 30 premios (entre los que hay un Globo de Oro y cinco Emmy) o sus puntuaciones en IMDb (9) y FilmAffinity (8,1). Cr¨ªtica y p¨²blico la adoran y se cuentan por millones los espectadores que han llorado de la risa con Dwight Schrute, sentido verg¨¹enza ajena con Michael Scott y deseado una relaci¨®n tan tierna como la de Jim y Pam. Sin embargo, la ficci¨®n esconde un oscuro secreto que har¨ªa a muchos replantearse toda la obra. Quiz¨¢, en lugar de ser una comedia costumbrista y disparatada, ¡®The Office¡¯ sea en realidad una comedia negra y existencialista.

En el libro que cuenta c¨®mo se hizo la serie (¡¯The Office: The Untold Story of the Greatest Sitcom of the 2000s: An Oral History¡¯) se plantea una pregunta que muchos espectadores nunca llegan a hacerse. ?Por qu¨¦ grabar¨ªa nadie un documental en Scranton sobre los empleados de una compa?¨ªa que se dedica a vender papel? Es la premisa de la que parte y la sitcom la suelta nada m¨¢s empezar para justificar una puesta en escena con continuas entrevistas a c¨¢mara, pero... ?qu¨¦ inter¨¦s podr¨ªa tener eso? Pues bien, no se trata de una licencia que haya que comprar a sus guionistas, sino que la explicaci¨®n est¨¢ escondida con esmero en un par de cap¨ªtulos.

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La primera parada que hemos de hacer es el episodio 8 de la segunda temporada, ¡®El examen de resultados¡¯. En ¨¦l, Michael convoca una de sus productivas reuniones, en esta ocasi¨®n para leer (a petici¨®n de Jan) los comentarios que sus empleados han echado al buz¨®n de sugerencias. ¡°Vamos a leer unas cuantas pamplinas de ¨¦stas¡±, comienza. ¡°Necesitamos mejores prestaciones para los empleados que sufren depresi¨®n¡±. En ese momento le entra la risa, para y se toma la nota a cachondeo. ¡°Bueno, venga, basta de bromas. Aqu¨ª nadie tiene depresi¨®n¡±.

Jan se preocupa por el tema (¡°Parece serio, Michael¡±) y ¨¦l decide leer qui¨¦n firma la sugerencia (¡°?Tom? Lo que yo dec¨ªa, una broma. Aqu¨ª nadie se llama Tom¡±). En ese momento interviene Phyllis, quien aclara que ¡°Tom trabaj¨® en contabilidad durante un a?o o as¨ª¡±. Al ver que nadie le recuerda hace el gesto de volarse la tapa de los sesos y se hace un silencio de lo m¨¢s inc¨®modo.

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De Tom no se volver¨ªa a saber hasta el episodio 16 de la cuarta temporada, ¡®Respeto¡¯. En ese, Dwight muestra a Michael un organigrama de Dunder Mifflin para explicarle por qu¨¦ deber¨ªa amonestar a Stanley despu¨¦s de c¨®mo le habl¨® en, sorpresa, otra reuni¨®n. En dicho cartel vuelve a aparecer Tom (tachado) y se ofrece hasta su apellido, Peets.

Los guionistas acabaron confirmando que, en el primer cap¨ªtulo de ¡®The Office¡¯, Ryan (el becario) entra a Dunder Mifflin para cubrir la vacante surgida tras el suicidio de Tom Peets. Y es precisamente esa la raz¨®n por la que se graba un documental, para ver c¨®mo lidian los empleados de la sucursal de Scraton con la p¨¦rdida y c¨®mo sobrellevan un suicido laboral.

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La justificaci¨®n tiene todo el sentido del mundo y barniza de tristeza esas primeras temporadas, en las que hab¨ªa m¨¢s silencios inc¨®modos y los personajes secundarios ten¨ªan menos presencia y acostumbraba a estar m¨¢s callados y ap¨¢ticos. Pero al mismo tiempo, tambi¨¦n hace a¨²n m¨¢s emocionante la evoluci¨®n de todos ellos y su constante b¨²squeda de la felicidad. El secreto es, en definitiva, otro motivo m¨¢s para amar ¡®The Office¡¯. Como si hubiera pocos.