Un d¨ªa en el Museo Nintendo, ?merece la pena visitarlo?
En MeriStation ya hemos acudido y te contamos c¨®mo es y qu¨¦ ofrece.
La historia de Nintendo comienza a finales del siglo XIX en Kioto, la ciudad japonesa que sigue siendo el hogar de la compa?¨ªa, aunque la sede se haya movido de su enclave original. Fusajiro Yamauchi, abuelo del presidente Hiroshi Yamauchi, comenz¨® a construir su peque?a empresa familiar, que muchos a?os despu¨¦s se convertir¨ªa en una de las firmas referente de la industria del videojuego. En sus inicios produjeron barajas de hanafuda, naipes que hoy en d¨ªa todav¨ªa fabrican. Esa etapa dio lugar a otra en la que los juguetes fueron su primera l¨ªnea de producto, y con esa misma filosof¨ªa se introdujeron en el mundo del videojuego. El pasado 2 de octubre, el Museo Nintendo abri¨® sus puertas y MeriStation ha tenido la oportunidad de visitarlo.
Podcast | MeriPodcast
MeriPodcast 18x11 | Visita al Museo Nintendo, LEGO Horizon, Xbox no tiene l¨ªneas rojas
Al menos de momento, adquirir entradas para el Museo Nintendo tiene sus dificultades. No se venden libremente, ya que el interesado ha de registrarse y cruzar los dedos, porque la posibilidad de comprar se dirime a trav¨¦s de un sorteo. En una de nuestras visitas a la tienda de Nintendo, algunos de los trabajadores vieron las bolsas especiales del museo y nos preguntaron que qu¨¦ tal hab¨ªa sido la experiencia. Al preguntarles si ellos lo hab¨ªan visitados nos respondieron que no, que no hab¨ªan resultado agraciados en el sorteo. As¨ª de afortunados fuimos.
Empieza el juego
Frente al edificio, que se encuentra en un barrio residencial de Kioto, la gente empieza a hacer cola, pero no parece estar muy masificado. Tanto los tickets como la experiencia se integran en la cuenta Nintendo de cada asistente. A continuaci¨®n, te proporcionan una tarjeta que no solo sirve para acceder, sino tambi¨¦n para pagar las actividades. Si la personalizas online y con antelaci¨®n puedes tener tu propia Mii grabado en ella; si no lo haces, ser¨¢ el Mario pixelado el que se encargue de adornarla. Una vez traspasas el umbral ¡ªprevio paso por el control de seguridad pertinente¡ª, 10 monedas aparecen vinculadas a la tarjeta y a la cuenta. Se trata del dinero virtual que nos permite disfrutar de la parte interactiva el museo.
En la entrada exterior, todos los asistentes son recibidos por tuber¨ªas y bloques de Super Mario, un lugar preparado para las fotograf¨ªas de grupo. Dentro, son varios mu?ecos de Toad los que hacen de maestros de ceremonias. El museo se divide en dos zonas principales: la parte de la exposici¨®n en s¨ª y la zona interactiva. Recomiendan hacer primero la segunda, ya que suele haber m¨¢s aglomeraciones seg¨²n va a avanzando el d¨ªa. En cualquier caso, la intuici¨®n nos dice que resulta m¨¢s natural visitar el museo primero.
Antes que nada, nos apuntamos a uno de los dos talleres que ofrecen ¡ªse pagan por separado, con yenes reales¡ª, el de la creaci¨®n de cartas hanafuda (el otro es para aprender a jugar). Habida cuenta de la importancia de estos naipes en la historia de Nintendo, quisimos explorar un poco el origen de la compa?¨ªa. Colocan a cada grupo en una mesa que incluye todos los materiales necesarios: pintura, pinceles, agua, pegamento, los marcos de las cartas, las pinzas, etc. Despu¨¦s de una explicaci¨®n sencilla, basta con seguir las instrucciones paso a paso. Como todo en Nintendo, el taller est¨¢ pensado para que cualquiera pueda completar la tarea sin mayores dificultades. Dura unos 45 minutos y se realiza utilizando varias plantillas. Eso s¨ª, no podemos garantizar que no os vay¨¢is a salir de la raya.
As¨ª es el Museo Nintendo
Nintendo es una empresa particular por varios motivos: es centenaria, es japonesa y sigue una filosof¨ªa muy reconocible, a la vez que herm¨¦tica. Proh¨ªben sacar fotos de las exposiciones, a excepci¨®n de algunas vitrinas localizadas en la zona de juegos. Los nipones siguen la m¨¢xima de priorizar lo visual en contraposici¨®n a la explicaci¨®n sesuda. De este modo, la historia de Nintendo se cuenta de forma lineal y cronol¨®gica a trav¨¦s de sus productos. Que nadie espere r¨®tulos desgranando la historia de la compa?¨ªa o de las consolas y juegos. Nada de un QR que te conduzca a una explicaci¨®n pormenorizada de lo que est¨¢s viendo, m¨¢s all¨¢ de alguna breve acotaci¨®n. Es lo que tienes delante tal cual. ?Y qu¨¦ es lo que se queda en nuestras retinas?
Los museos ofrecen una dimensi¨®n cultural que no falta en el de Nintendo, aunque s¨ª hemos echado en falta esas explicaciones a las que alud¨ªamos en el p¨¢rrafo anterior. Sin ese ejercicio de contextualizaci¨®n, es inevitable que se escapen detalles. Aun as¨ª, es una gozada transitar por todas las ¨¦pocas de la empresa: todo empieza en 1889, la era del hanafuda y de los juguetes. Toda esa primera parte nos ha sorprendido porque a pesar de que conoc¨ªamos su faceta juguetera, imbricada en el propio ADN de Nintendo, ignor¨¢bamos la existencia de muchos de los productos que se exponen, desde juegos de mesa hasta sillas de beb¨¦, pasando por un dispositivo que ¡°mide¡± la compatibilidad amorosa de una persona con otra. Los anuncios de televisi¨®n y la publicidad, localizados sobre algunas vitrinas, nos acercan a esa ¨¦poca que ya se antoja muy lejana.
Hubo un momento en el que Nintendo comenz¨® a experimentar con la tecnolog¨ªa. As¨ª nacieron m¨¢quinas como las Color-TV o las Game & Watch, as¨ª como el t¨ªtulo de recreativa que dio origen a Mario (Donkey Kong, 1981). Nes, SNES, Game Boy, Nintendo 64, GameCube, Wii y Nintendo Switch son solo algunas de las plataformas creadas por Nintendo a lo largo de su historia. Y s¨ª, todas hacen acto de presencia en en el museo y se presentan en sus diversas ediciones. Es m¨¢s, tambi¨¦n se exponen los perif¨¦ricos y los juegos con portada europea, norteamericana y japonesa. En este recorrido maravilloso nos topamos con aut¨¦nticas joyas del coleccionismo, y todo luce como nuevo. Sin duda, uno de los mayores gozos es echar un vistazo de primera mano a los prototipos de consolas como DS, Dolphin (GameCube) o Project Cafe (Wii U), as¨ª como ver t¨ªtulos de Virtua Boy, el malogrado dispositivo de realidad virtual de Gunpei Yokoi (que por cierto, los gr¨¢ficos son mucho mejores de lo que esper¨¢bamos).
Coment¨¢bamos en el MeriPodcast que al Museo Nintendo le faltan las personas, no porque haya pocos empleados, sino porque no reservan ni un solo resquicio a los grandes nombres de la compa?¨ªa: ni Hiroshi Yamauchi, ni Gunpei Yokoi, ni Shigeru Miyamoto, ni Satoru Iwata, como si hubieran sido borrados de un plumazo. Detr¨¢s de los productos est¨¢ el talento de todos aquellos que participaron en elaborarlos y que no tienen ning¨²n reconocimiento, quiz¨¢ por la filosof¨ªa japonesa que rige en la compa?¨ªa. No estar¨ªa de m¨¢s que el museo se expanda en el futuro con m¨¢s informaci¨®n sobre los creativos.
Jugar. Esa es la raz¨®n de ser de Nintendo y su museo lo refleja en su zona interactiva. Utilizando la tarjeta, podemos participar en diversos juegos, pero ojo, es necesario elegir. Recomendamos no probar los t¨ªtulos emulados porque eso se puede hacer en cualquier sitio. Nuestra primera parada es batear unas cuantas bolas. Cogemos el bate de pl¨¢stico y devolvemos algunas pelotas (o lo intentamos, pues al principio no damos una). Si aciertas, la habitaci¨®n se va resquebrajando en tiempo real, lo que da un gustito muy peculiar.
Muchos habr¨¦is visto los mandos gigantes y os habr¨¦is preguntado c¨®mo funciona la cosa. Jugando en pareja a Super Mario Bros. de NES, uno de los jugadores maneja al personaje, mientras que el otro se encarga de los saltos. Las vidas son ilimitadas, pero el tiempo es de 3 minutos. Una vez consumado, la partida habr¨¢ acabado. Tambi¨¦n est¨¢ Super Mario 64, Mario Kart y otros t¨ªtulos cl¨¢sicos de los de Kioto. Otro de los juegos interesantes es el t¨ªpico shooter con pistolas f¨ªsicas, que en este caso se juega en una pantalla ancha y gigantesca. Se trata de una partida multitudinaria en la que participan m¨¢s de 10 jugadores tiroteando a Goompas ya Koopas. Dar un balazo a Mario, Luigi o Peach penaliza, mientras que los blancos especiales otorgan puntuaci¨®n extra. Ah, y en la partida en la que participamos gan¨® la excompa?era de MeriStation Paula Croft, ahora en Bethesda.
Durante el viaje a Jap¨®n visitamos tres tiendas de Nintendo, la de Kioto, Osaka y Tokio. A veces se aglomera tanta gente que los empleados piden que los clientes saquen un ticket con su hora de entrada y de salida. Estos comercios oficiales est¨¢n plagados de productos de sagas como Super Mario, The Legend of Zelda o Pikmin (Pok¨¦mon dispone de su propia tienda, Pok¨¦mon Center, que suele estar al lado de las de Nintendo). La del Museo Nintendo, en cambio, es diferente, ya que se venden productos relacionados con el hardware. Por ejemplo, los llaveros de consolas ¡ªte puede tocar cualquiera, es un gacha¡ª est¨¢n limitados a uno por persona.
El Museo Nintendo se acaba de inaugurar y seguramente evolucione a largo de los a?os, pues estamos ante una compa?¨ªa viva, que sigue sacando juegos y que pronto anunciar¨¢ Nintendo Switch 2. Los que est¨¦n interesados en la industria del videojuego ¡ªo m¨¢s concretamente en la de Nintendo¡ª tienen que hacer una parada obligatoria aqu¨ª, o al menos intentarlo, ya que en estos momentos la entrada sigue limitada a que te toque un sorteo. Jap¨®n es el pa¨ªs de los gachas.