¡®Indiana Jones y el dial del destino¡¯, cr¨ªtica. Indy y Harrison Ford son eternos
El mayor h¨¦roe de aventuras de la historia del cine tiene una despedida a la altura de su leyenda.

Ver ¡®El dial del destino¡¯ es trasladarse a otra ¨¦poca donde los espectadores abarrotaban las salas para salir asombrados por las aventuras de un ecl¨¦ctico arque¨®logo a mitad de camino entre el 007 de Sean Connery y el Quatermain de Richard Chamberlain. Han pasado 42 a?os desde que Spielberg cambiar¨¢ la forma de narrar el cine de acci¨®n con ¡®En busca del arca perdida¡¯ y pese a la ausencia del genio de Cincinnati la figura de Indiana Jones, ya sea joven o mayor, mantiene ese aura m¨¢gica que conecta con los sentimientos m¨¢s puros del espectador.
¡®El dial del destino¡¯ tiene un gran enemigo, la comparaci¨®n, intentar ver la pel¨ªcula midi¨¦ndola con las anteriores es un camino hacia una tumba de la que ni el mism¨ªsimo Indy encontrar¨ªa salida. Es cierto que James Mangold no reh¨²ye esa trampa e incluye a lo largo del metraje homenajes m¨¢s o menos escondidos a todas las anteriores entregas, pero tambi¨¦n es verdad que en ning¨²n momento utiliza la nostalgia como motor de la historia. Se apoya en el tiempo, un tiempo que pasa para todos, incluso para una leyenda como Indiana Jones, aunque en su caso y en el de Harrison Ford va a una velocidad inferior que el del resto de mortales.

Un gran arranque
Las dos horas y media de la pel¨ªcula se inician con un episodio que har¨¢ frotarse los ojos al espectador y que suscitar¨¢ un sentimiento de admiraci¨®n hacia el trabajo de Magold. Indy vuelve joven, con su l¨¢tigo y su sombrero, a combatir lo nazis en la Segunda Guerra Mundial. El trabajo de rejuvenecimiento de Harrison Ford es incre¨ªble, los cuatro a?os que han pasado desde ¡®El irland¨¦s¡¯ (2019) de Scorsese parecen cuatro siglos. Indiana vuelve a ser el mismo de ¡®El arca perdida¡¯ tanto en primeros planos como en las secuencias de acci¨®n. Aunque aqu¨ª el director neoyorkino empieza a tomar distancia del t¨®tem del cine. Si Spielberg coloca al espectador como protagonista con sus planos cercanos y su forma de mover la c¨¢mara, Mangold opta por ofrecerle el espect¨¢culo desde la batuca, aunque ambas f¨®rmulas funcionan se pierde en esta ¨²ltima cierta identificaci¨®n con el h¨¦roe.

Viaje al presente pasado
Aunque a todos nos hubiera gustado ver toda la pel¨ªcula con un Indiana joven, la realidad y el dinero se imponen y Harrison Ford vuelve aparecer en un presente que se enmarca en la llegada del hombre a la luna y en la que un casi jubilado profesor de arqueolog¨ªa da sus ¨²ltimas lecciones. A pesar de sus 80 a?os, el actor da el pego como sesent¨®n tanto en presencia como en movimientos, empe?¨¢ndose, para temor de los productores, en rodar algunas de las escenas de acci¨®n sin dobles.
El personaje evoluciona hacia un viejo cascarrabias al que la vida ha derrotado y quitado parte de sus recuerdos y sus seres queridos. Retrato de la soledad que acompa?a a la vejez y que se ve interrumpida por la irrupci¨®n de una figura del pasado que va revolucionar su mon¨®tona existencia.
El encaje de la CIA y los nazis es quiz¨¢ la parte que peor funcione de la pel¨ªcula, con algunos personajes como la agente Mason (Shaunette Ren¨¦e Wilson) que no tienen ni pies ni cabeza. Pero todo se perdona porque a medida que la pel¨ªcula avanza la figura del Indiana de siempre va emergiendo con m¨¢s fuerza: socarr¨®n, seductor y cercano.

Un gran villano y un personaje femenino potente
Entre los muchos m¨¦ritos de la cinta est¨¢n los de poseer el mejor villano de la saga, el cient¨ªfico nazi Jurgen Voller (Mads Mikkelsen) y la mejor protagonista femenina: la ahijada de Indiana, Helena Shaw. Phoebe Waller-Bridge est¨¢ magn¨ªfica construyendo un personaje que es el alter ego femenino del arque¨®logo, aunque con una moral mucho m¨¢s relajada. La qu¨ªmica entre la pareja funciona y hace que la historia sea cre¨ªble.
Del resto de secundarios, Banderas llena la pantalla con su presencia en el papel de un buzo espa?ol y gran trabajo el Thomas Kretschmann como coronel de las SS. Y para la nostalgia dos regresos de la primera entrega: Karen Allen y John Rhys-Davies.

Efectos especiales y banda sonora
En una pel¨ªcula de aventuras donde el protagonista es un octogenario los efectos especiales son un ingrediente que podr¨ªan arruinar toda la funci¨®n. Pero lo cierto es que funcionan muy bien tanto en el Indiana treinta?ero, ver para creer, como en el jubilado. Algo tambi¨¦n ayuda el pacto con el diablo que ha hecho Harrison Ford, cuya forma de moverse, y eso no puede disimularse como ya lo comprob¨® Robert De Niro, est¨¢ lejos de la edad que marca su documento de identidad.
Los millones de seguidores de la saga tendr¨¢n sus dosis de acci¨®n que exige la marca: persecuciones, exploraci¨®n de lugares hist¨®ricos, peleas de todo tipo, tiroteos y algunas sorpresas m¨¢s al final que tendr¨¢n tanto detractores como admiradores.
Hay referencias a muchas escenas m¨ªticas de las tres primeras pel¨ªculas, si bien Mangold ha tenido la inteligencia de aportar su particular visi¨®n de las mimas y no limitarse a copiar lo que en su d¨ªa hizo Spielberg.
Otro regreso imponente es el de John Williams que, a sus 91 a?os, vuelve a presumir de una banda sonora espectacular. El compositor toma como base los temas conocidos y vuelve a marcar con su m¨²sica el ritmo de las escenas m¨¢s espectaculares. Cuando suenan los acordes de ¡®The Raiders March¡¯ ya se sabe que algo ¨¦pico espera a la vuelta de la esquina.

Conclusi¨®n
Evidentemente la peli no es ¡®En busca del arca perdida¡¯ ni lo pretende, como ejercicio de nostalgia funciona a las mil maravillas, como entretenimiento, tambi¨¦n. Y sobre todo es un cierre por todo lo alto de una de las figuras m¨¢s emblem¨¢ticas de la historia del cine: Indiana Jones. Una ¨²ltima recomendaci¨®n, disfruten de la pel¨ªcula sin prejuicios y sin comparaciones, por s¨ª misma es probablemente la mejor que se ha hecho en el g¨¦nero desde ¡®La ¨²ltima cruzada¡¯. Incluye todo lo que ha de tener una historia de Indy, es la ¨²ltima cabalgada de un tipo que conquist¨® a todo el mundo con su media sonrisa, un l¨¢tigo y un viejo sombrero, y que formar¨¢ parte de los mejores recuerdos de millones de personas.