Una reflexi¨®n sobre Yuzu, Nintendo y la historia de la emulaci¨®n

El anuncio de la demanda presentada por Nintendo a los responsables de Yuzu se recibi¨® con indignaci¨®n y una mezcla entre desaf¨ªo y miedo por parte de la comunidad alrededor de la emulaci¨®n. El precedente legal en Estados Unidos establece que la emulaci¨®n es legal, o mejor dicho, que no es ilegal, tal y como establecen los dos casos m¨¢s famosos sobre este tema: Sony Computer Entertainment v. Connectix Corporation, y Sony Computer Entertainment v. Bleem!

Breve historia de la emulaci¨®n en los juzgados

Connectix era una compa?¨ªa subsidiaria de Microsoft que se dedicaba a crear software innovador que ofrec¨ªa soluciones a carencias sist¨¦micas de ciertos equipos y sistemas operativos, particularmente Macintosh y Mac OS. Sus soluciones se adelantaban a las que ofrec¨ªa las misma Apple, que o bien terminaba integr¨¢ndolas de motu propio, o las acababa comprando para ofrecerlas a sus usuarios (tambi¨¦n fueron los creadores de QuickCam, que acabar¨ªan vendiendo a Logitech y que hoy en d¨ªa es una de las marcas m¨¢s conocidas del mundo en cuanto a webcams). En 1999, Steve Jobs presentaba en un MacWorld la nueva creaci¨®n de Connectix: Virtual Game Station, un emulador de PlayStation que permit¨ªa jugar a juegos de la consola en un iMac, una soluci¨®n al habitualmente exiguo cat¨¢logo de videojuegos que ten¨ªan los Apple. A Sony, por supuesto, no le hizo ninguna gracia y present¨® una demanda por infringimiento de su copyright.

El caso de Bleem! era similar y coincidente en el tiempo, dejando 1999 como un a?o crucial en la historia de emulaci¨®n. En este caso, la compa?¨ªa propon¨ªa un software comercial que permitir¨ªa jugar a juegos de PlayStation en Windows, e incluso en Dreamcast a trav¨¦s de un software alternativo llamado Bleemcast!. Si bien es cierto que en 1999 el foco de atenci¨®n estaba en PS2, Sony ve¨ªa estos emuladores como un riesgo potencial a su negocio, poniendo en marcha toda su maquinaria legal con el respaldo adem¨¢s de otras casas como Nintendo e incluso Sega, en un ejemplo de poner las barbas a remojar cuando se las pela el vecino, por muy mal que ambos se lleven. El resultado fue que perdieron las dos batallas, pero ganaron la guerra.

Con Connectix, Sony consigui¨® bloquear la venta comercial de Vitual Game Station, obteniendo una orden del juez del distrito, alegando que la compa?¨ªa no pod¨ªa ni usar ni copiar un c¨®digo propietario necesario para hacer funcionar el emulador (la BIOS). La Novena Corte de Apelaciones, por decisi¨®n de tres a cero, revoc¨® esta decisi¨®n y declar¨® que el uso de la BIOS estaba amparado por el principio de uso leg¨ªtimo. Dado que el resto de la emulaci¨®n se hab¨ªa hecho usando ingenier¨ªa inversa por software, sin romper ninguna patente, la compa?¨ªa era libre de comercializar su producto. Sony intent¨® elevar el caso al Tribunal Supremo, siendo desestimado. Pero los meses que hab¨ªa impedido la venta del emulador fueron claves para enfriar la demanda mientras el foco de inter¨¦s pasaba a la nueva generaci¨®n de consolas. Connectix acabar¨ªa vendiendo Virtual Game Stations a la propia Sony, que autom¨¢ticamente retir¨® el producto del mercado. El caso de Bleem fue similar: aunque ya hab¨ªa precedente legal reforzado en su contra, eso no impidi¨® a Sony demandar a Bleem! y obtener nuevamente una medida cautelar contra su comercializaci¨®n, esta vez alegando competencia desleal y volviendo a insistir en la violaci¨®n de su copyright, alegando que Bleem! usaba capturas de pantallas de juegos de PlayStation para vender sus productos. Finalmente, los casos fueron desestimados pero para entonces Bleem! estaba hundida por los costes legales y los obst¨¢culos que hab¨ªan encontrado en la comercializaci¨®n de sus productos, Sony ni siquiera se molest¨® en comprarlo en esta ocasi¨®n.

Durante muchos a?os desde ese convulso comienzo del milenio, se alcanz¨® una especie de ¡°paz velada¡± sobre este tema. El precedente legal estaba claro y tambi¨¦n la capacidad de las compa?¨ªas de hundir cualquier propuesta comercial en esa direcci¨®n, por lo que la emulaci¨®n floreci¨® como un fen¨®meno altruista y soterrado, con decenas de grandes mentes poniendo generosamente su tiempo y talento en mantener el legado de las m¨¢quinas en un ambiente de desarrollo abierto, desembocando adem¨¢s en otros fen¨®menos como la modificaci¨®n y alteraci¨®n de juegos. Tambi¨¦n ha tenido otras implicaciones como la mejora clara y evidente de la emulaci¨®n legal para traer de vuelta comercialmente decenas de juegos en m¨¢quinas modernas.

Volar demasiado cerca del sol

El estudio alrededor de Yuzu y la compa?¨ªa a su alrededor, Tropic Haze, ha roto ese fino equilibrio y lo ha pagado caro. La comunidad ya ven¨ªa avisando de que el grupo estaba ¡°volando demasiado cerca del sol¡±, no s¨®lo porque promocionaba abiertamente un emulador de una m¨¢quina actual como Nintendo Switch, sino porque su exitoso Patreon estaba generando cantidades ingentes de dinero gracias a sus ventanas de exclusividad. La aparici¨®n de ordenadores consolizados como Steam Deck y su posible combinaci¨®n con Yuzu, con toda seguridad, tambi¨¦n ha contribuido a la irritaci¨®n de Nintendo (Valve a buen seguro que fue consciente de ello cuando tuvo que retirar a toda prisa un tr¨¢iler de su m¨¢quina en la que se ve¨ªa claramente la presencia del emulador). Y ya la guinda del pastel es la facilidad que ha dado el emulador para facilitar el pirateo directo de juegos, principalmente Tears of the Kingdom, en un caso sangrante en el que muchos han exhibido p¨²blicamente su mala cabeza y su nula empat¨ªa con el resto de jugadores.

Tanto jactarse de jugar a juegos de Switch con mejores prestaciones a trav¨¦s del emulador, y tanta falta de pudor o prudencia por parte de Team Yuzu (al margen de las implicaciones ¨¦ticas del Patreon que han soliviantado a una parte no peque?a de los que ha trabajado en esta ¨¢rea tanto tiempo por amor al arte), ha derivado en una amenaza legal peligros¨ªsima para la esencia misma de la emulaci¨®n, ya que Nintendo hab¨ªa apostado por un argumento original frente al cl¨¢sico infringimiento de copyright. Tan peligrosa era la demanda, que Tropic Haze ha tardado apenas d¨ªas en deponer las armas sin ni siquiera tratar de defender legalmente un emulador que ha sido realizado con c¨®digo abierto. S¨®lo basta un precedente legal en contra para iniciar un proceso que puede arrasar con la emulaci¨®n tal y como se entiende ahora mismo y el riesgo era demasiado alto, tan alto como para aceptar el sacrificio de la empresa, de Yuzu (y de Citra, el emulador de 3DS, que ha sido da?o colateral aunque seguramente ¨¦ste le importaba menos a Nintendo), adem¨¢s de costar a los responsables la friolera de casi dos millones y medio de d¨®lares.

El papel de la emulaci¨®n, el que deber¨ªa ser al menos en mi opini¨®n personal, es el de preservar el legado del videojuego, de sus m¨¢quinas y de sus juegos. De todos sus juegos, sin excepci¨®n. Como esperar que ese trabajo de preservaci¨®n lo hagan las propias compa?¨ªas es una quimera legal, pr¨¢ctica y econ¨®mica (eso da para otra columna), toca a la comunidad hacerlo. Y toca hacerlo discretamente, con humildad, subrayado inter¨¦s hist¨®rico, de forma altruista y comunitaria, aceptando con entereza la espada de Damocles que cuelga por encima. Tengamos cabeza, conozcamos los l¨ªmites y la naturaleza de cada casa, respetemos sus derechos m¨¢s evidentes sin buscar batallas contra molinos que no se pueden ganar, y por encima de todo, tengamos en cuenta que la legalidad de un acto no est¨¢ exento de unas implicaciones ¨¦ticas que siempre tienen que estar presentes. La emulaci¨®n es un acto de amor al videojuego y es trabajo de todos mantenerlo en unos l¨ªmites tolerables, antes de que entre en un escenario de conflicto abierto con los depositarios legales de ese legado, una batalla en la que todos perder¨ªamos.