Sakuragi contra Akagi, el duelo legendario de Slam Dunk que despert¨® nuestro amor por el baloncesto

?Qu¨¦ estar¨ªas dispuesto a hacer por amor? La pregunta, habitual en cualquier medio de expresi¨®n art¨ªstica, ha tenido su respuesta en multitud de formas y colores. Unos dieron su vida; otros, en cambio, rehusaron acudir a la llamada del curso de la vida. Pero las historias m¨¢s bonitas terminan siendo precisamente las m¨¢s simples. Un ¡°te quiero¡±, una mirada en el momento oportuno o una decisi¨®n pueden marcarlo todo. Hanimichi Sakuragi se enfrent¨® a la misma tesitura. Sus cualidades f¨ªsicas atrajeron a una joven de su mismo instituto con un fin diferente al que pensaba el protagonista de esta legendaria aventura.

Hablamos de Slam Dunk, la obra maestra de Takehiko Inoue. Su aventura por las vi?etas comenzaba con un primer par de cap¨ªtulos asentados en los t¨®picos del shonen. Sin embargo, pasada esa introducci¨®n ya se pod¨ªan apreciar detalles de que hab¨ªa algo m¨¢s. Los cap¨ªtulos 5 y 6 de su primer tomo, ahora reeditados en una edici¨®n deluxe por la editorial Ivrea, son claves para entender la chispa que encendi¨® la llama por el baloncesto.

Slam Dunk: el duelo donde comenz¨® todo

El primer punto de inflexi¨®n de Slam Dunk viene de la mano de un duelo que todav¨ªa permanece en la retina de los lectores. La primera vez que el protagonista pisa una cancha de baloncesto lo hace de la mano de Haruko. Como una madre que ayuda a su hijo a dar sus primeros pasos, le transmite con pasi¨®n el movimiento m¨¢s m¨¢gico del baloncesto: el mate. Ese intento desastroso de Slam Dunk, donde Sakuragi termina d¨¢ndose de bruces contra la tabla, queda capturado para el recuerdo como un momento especial al que echar la vista atr¨¢s.

Lo que desconoc¨ªa en aquellos momentos es que en su regreso al parqu¨¦ estar¨ªa envuelto en unas emociones completamente diferentes. De encontrarse con el rostro dulce de Haruko pasa al semblante firme y curtido de Akagi, el gran Capit¨¢n del Shohoku y al mismo tiempo hermano de la estudiante. Este ¨²ltimo detalle es una pieza que le falta al puzle de Sakuragi, que de nuevo se ve envuelto en una situaci¨®n que marcar¨¢ para siempre su destino.

Durante la Edad Media los Caballeros alzaban sus espadas contra aquellos que osaban dudar de su honor. M¨¢s tarde, en el Salvaje Oeste, los forajidos se bat¨ªan frente a frente por una peque?¨ªsima onza de oro. En el instituto Shohoku las afrentas son mundanas. Para Akagi, que alguien maldiga al Baloncesto es motivo suficiente para probarse en la cancha con quienes levantan la voz.

El duelo contra Akagi est¨¢ marcado por una regla sencilla: Akagi ganar¨¢ este uno contra uno si encesta diez veces en la canasta de su rival, mientras que Sakuragi tan solo debe encestar una vez para llevarse la victoria. Durante este tramo, el maestro Inoue crea una narrativa con la que es muy f¨¢cil empatizar. Entiendas o no el baloncesto, las reacciones de Sakuragi-san son tan naturales que incluso resultan c¨®micas. Su completo desconocimiento de las reglas le lleva a intentar robar el bal¨®n con una entrada propia de Gavi, el jugador del FC Barcelona.

Entra un bal¨®n tras otro y Akagi se asoma a la victoria entre v¨ªtores de sus compa?eros de clase, que colapsan el gimnasio local. Todos esperaban que Sakuragi se rindiera, pero nada de eso ocurri¨®. El joven se refugi¨® en los mismos recuerdos que le llevaron a ese lugar d¨ªas atr¨¢s, en otro contexto y compa?¨ªa diferente. Haruko no se fij¨® en ¨¦l como objetivo de un amor de juventud, sino como un aporte vital para el equipo de su hermano en la b¨²squeda de ganar el campeonato nacional. La muchacha dio una referencia concreta a su hermano: ¡°Tiene garra¡±. Alma y coraje es lo que demostr¨® en la cancha encestando un mate para la historia del manga. Una lecci¨®n de vida de las tantas que est¨¢n por venir a lo largo de Slam Dunk.