Javier Sierra: ¡°Misterio y avance intelectual est¨¢n ¨ªntimamente ligados¡±

Javier Sierra, el ¨²nico autor espa?ol en el top ten de m¨¢s vendidos en Estados Unidos, regresa con El plan maestro, una historia donde el arte se convierte en una puerta a lo desconocido. Una obra que no es solo una novela de misterio: es una indagaci¨®n profunda sobre la verdadera funci¨®n del arte, un enigma oculto en los lienzos m¨¢s c¨¦lebres de la historia.

Tras el ¨¦xito de El maestro del Prado, Sierra retoma aquel universo y nos lleva desde el Museo del Prado hasta el Louvre, los Uffizi, la Casa Azul de Frida Kahlo o las cuevas prehist¨®ricas de Lascaux, en una trama donde la realidad y la ficci¨®n se entrelazan con la maestr¨ªa que caracteriza su obra. En el coraz¨®n de esta historia, una pregunta esencial: ?qui¨¦nes son los verdaderos guardianes del arte y qu¨¦ secretos han protegido a lo largo de los siglos?

Con un pulso narrativo vibrante y una cuidada documentaci¨®n, Sierra propone un juego literario en el que el lector descubrir¨¢ que el arte, m¨¢s que una expresi¨®n de belleza, es un legado de conocimientos ocultos que han guiado a la humanidad desde tiempos inmemoriales.

?Qu¨¦ fue lo que m¨¢s le inspir¨® para escribir sobre temas relacionados con el misterio, el arte y lo inexplicable?

Lo que me ha motivado siempre es tratar de comprender las historias que est¨¢n detr¨¢s de los cuadros. Mi aproximaci¨®n a un museo lleno de pintura no es la aproximaci¨®n de quien visita una pinacoteca y decide sumergirse en su belleza, sino la de quien se acerca a una biblioteca donde cada cuadro es un libro, donde cada pintura te est¨¢ contando o intentando contar una historia. As¨ª que esa necesidad de escuchar esas historias es lo que me ha llevado a fijarme en obras de arte y a descubrir que muchas de ellas no han sido, entre comillas, traducidas todav¨ªa.

Sus libros exploran tambi¨¦n temas hist¨®ricos de forma muy profunda. ?C¨®mo investiga para mantener la fidelidad a los hechos mientras desarrolla la trama narrativa?

Mi m¨¦todo de trabajo consiste en, primero, localizar un enigma hist¨®rico, un detalle de nuestro pasado que no haya sido comprendido del todo o situado en su verdadero alcance. Y, una vez localizado ese elemento y estudiado, trato de darle una interpretaci¨®n a trav¨¦s de la ficci¨®n. As¨ª que mis novelas, de alguna manera, son herramientas para comprender los grandes vac¨ªos que tiene la historia.

A menudo aborda temas como el arte, la religi¨®n, la ciencia. ?C¨®mo logra que estos temas resulten accesibles para el lector sin perder esa profundidad?

Porque tengo una vocaci¨®n divulgativa desde que era muy ni?o. Mis inicios est¨¢n en la radio. Empec¨¦ a hacer radio siendo un chico de 12 a?os que ten¨ªa que contar historias a sus oyentes, tambi¨¦n muy j¨®venes. Y creo que ah¨ª aprend¨ª a mantener el inter¨¦s y a cautivar al receptor.

Ese conocimiento, esa manera de hacer las cosas, la traslad¨¦ despu¨¦s al papel, a mi faceta como escritor. Y he tratado siempre de anteponer la intenci¨®n divulgativa y que el mensaje se entienda a otras consideraciones. Quiz¨¢ por eso yo tardo tanto a veces en hilvanar una buena novela, porque antes necesito metabolizar ese conocimiento. Necesito comprenderlo y hacerlo sencillo a la hora de transmitirlo al lector. Esta vocaci¨®n divulgadora es fundamental, porque no conoces a tu p¨²blico. De repente puede haber un ni?o de 12, de 13 a?os o una se?ora de 80 o 90 acerc¨¢ndose a tu texto. Y tienes que transmitirle el mensaje con la misma potencia a uno y a otro. Y el secreto est¨¢ en provocar el asombro. Yo bebo de esa energ¨ªa. Siempre busco asombrar al lector. Es por eso por lo que las ediciones de mis libros siempre est¨¢n cuidadas hasta el ¨²ltimo detalle. En El plan maestro, por ejemplo, aparecen muchas ilustraciones a color con detalles ampliados de algunas obras de arte, porque sin ellas, sin esas im¨¢genes, no se producir¨ªa ese efecto de asombro. As¨ª que yo trabajo mucho ese factor.

?Por qu¨¦ las historias de misterio y enigmas siguen siendo tan fascinantes para los lectores hoy en d¨ªa?

La clave est¨¢ en el instinto humano. El ser humano desde la prehistoria se ha sentido fascinado por lo desconocido. Es verdad que en un primer momento puede producir miedo y puedes apelar al instinto de supervivencia para no adentrarte en lo desconocido, pero no pasa mucho tiempo hasta que intervienen tambi¨¦n la curiosidad y la necesidad de saber. Y el misterio es siempre el pre¨¢mbulo del conocimiento. Si no sientes inter¨¦s por algo desconocido, por un interrogante, no se produce el aprendizaje. Por lo tanto, misterio y avance intelectual est¨¢n ¨ªntimamente ligados. Creo que forman parte del mismo mecanismo cerebral que nos hace mejores como especie.

Al escribir sobre lugares, artefactos hist¨®ricos, pinturas, ?hay alg¨²n lugar, alguna pieza en particular, que le haya dejado una impresi¨®n m¨¢s profunda, que considere que merece m¨¢s atenci¨®n?

Lo que he descubierto con los a?os es que el misterio est¨¢ en todas partes. Solamente hay que desarrollar una mirada capaz de captarlo. Y esa mirada pasa por lo que contaba antes del asombro. Tienes que ser humilde y aceptar que no entiendes el universo en el que vives. Y cuando aceptas eso y preguntas y repreguntas por todo lo que hay a tu alrededor, es cuando encuentras el misterio y las ganas de despejarlo, de aprender. Obviamente, hay cosas que son muy llamativas y que a m¨ª me han ocupado durante muchos a?os.

Yo viajaba y viajo con mucha frecuencia, por ejemplo, a Egipto, con los enigmas que rodean la construcci¨®n de las pir¨¢mides o de sus grandes templos. Pero tambi¨¦n encuentras ese tipo de cosas en Espa?a. Est¨¢ sin resolver c¨®mo pudieron mover hace 4.500 o 5.000 a?os las grandes losas de los d¨®lmenes de Antequera sin que existieran cuerdas, ni poleas, ni se conociera el hierro, ni ninguna mec¨¢nica para mover un peso de esas caracter¨ªsticas. Y eso lo tenemos en la provincia de M¨¢laga, como quien dice, al lado de casa, no hace falta irse a Egipto. Por eso digo que para encontrar misterios solo hay que abrir los ojos.

?Hay alg¨²n escritor o autor que considere que es una gran influencia en su estilo de escritura?

Sin duda. Soy consecuencia de mis lecturas, por ejemplo, de Humberto Eco. En especial, cuando ¨¦l publica en 1980 En nombre de la rosa, me deslumbra su capacidad de combinar la intriga de una novela policiaca con la erudici¨®n de un sabio que conoce la filosof¨ªa y la filolog¨ªa cl¨¢sicas. A m¨ª aquello me pareci¨® una combinaci¨®n perfecta porque, a trav¨¦s de una acci¨®n literaria, yo obten¨ªa conocimiento, y, de alguna manera, influy¨® en la manera en la que yo escribo.

Y luego han intervenido muchos otros escritores a los que admiro. Siempre me ha gustado mucho Julio Verne, desde ni?o, y su capacidad de plantear escenarios futuristas que te obliguen a reflexionar sobre tu papel en tu ¨¦poca. Tambi¨¦n me interes¨® mucho una autora norteamericana que se llama Catherine Deville. Es la autora de una novela que se llama El ocho, que mezcla acci¨®n contempor¨¢nea con la Revoluci¨®n francesa, y me ense?¨® que pod¨ªa viajar en el tiempo a trav¨¦s de las p¨¢ginas del libro. En fin, influencias son muchas. Un buen escritor tiene que ser siempre un ¨¢vido lector y me mantengo en esa disciplina lectora.

?Podr¨ªa compartir alguna an¨¦cdota interesante o sorprendente que haya descubierto mientras investigaba para este libro?

En mis frecuentes visitas al Prado hablaba mucho, y hablo mucho todav¨ªa hoy, con los vigilantes de sala del museo. Estos vigilantes, que son los que velan por que los turistas no da?emos las pinturas, me contaban que en una sala en particular del museo, la 56A, siempre ten¨ªan la sensaci¨®n de sentirse observados. Observados incluso cuando la sala estaba vac¨ªa, como si algo desde los cuadros los mirase. Y haciendo la investigaci¨®n de esa sala, donde est¨¢n los cuadros de El Bosco, descubr¨ª que este disfraz¨®, ocult¨®, un enorme ojo humano en la geometr¨ªa de uno de los lagos del El jard¨ªn de las delicias. Es justo el ojo que aparece en la portada de mi libro. El Bosco introdujo ese ojo de Dios secreto en la pintura para que se percibiese no con los ojos de la raz¨®n, con la mirada racional, sino con los ojos del instinto. Todav¨ªa hoy, quinientos a?os m¨¢s tarde, esa mirada funciona. Eso me produjo verdadero asombro.

Son pocos los escritores espa?oles que pueden vivir de esta profesi¨®n. ?Qu¨¦ les dir¨ªa a aquellos que sue?an con convertirse en escritores? ?Tiene alg¨²n consejo para ellos?

Hay dos cosas fundamentales para ser un buen escritor. Una es desarrollar una capacidad propia de mirar al mundo. Es decir, que sea tu mirada, no la mirada mediatizada por otros, sino la tuya propia, la que contemple el mundo. Y, acto seguido, desarrollar tu propia voz. No una voz a imitaci¨®n de, sino tu propia voz. Cuando empiezas es l¨®gico que quieras escribir como P¨¦rez Reverte o como Javier Sierra. Y que quieras mirar el mundo como estos autores. Pero a medida que vas madurando y que te conviertes en narrador o narradora, necesitas desarrollar esas caracter¨ªsticas propias. Eso es lo que te har¨¢ ser una buena figura literaria. Saber mirar y saber contar.

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