Nota: La versi¨®n empleada para realizar este an¨¢lisis es un 'Early Access', por lo que la nota final puede estar sujeta a cambios en el momento del lanzamiento oficial.
En el mundo de la literatura es frecuente hablar de un t¨¦rmino acad¨¦mico denominado "intertextualidad ". A trav¨¦s de ¨¦l se intenta discernir la delgada l¨ªnea que existe entre la imitaci¨®n creativa y el plagio; el uso de unos personajes concretos, generalmente populares por cualquiera que sean los motivos, en un escenario distinto del original, puestos en situaci¨®n con el fin de crear un efecto espejo entre la obra original y la nueva. Probablemente tras leer estas l¨ªneas a muchos les venga? la mente la adaptaci¨®n de Alice realizada por American McGee o la m¨¢s reciente nueva vuelta de tuerca elaborada por Spicy Horse (y producida por Electronic Arts), Alice: Madness Returns , y no ser¨ªa de extra?ar teniendo en cuenta que se trata de dos buenos ejemplos que ilustran lo aqu¨ª expuesto: un contraste entre la inocente figura creada por el brit¨¢nico Lewis Carroll y la mal¨¦fica representaci¨®n que se hizo de Alice en un mundo perverso y vil. Adaptaciones, dicho sea de paso, m¨¢s o menos acertadas o exitosas. El caso que hoy nos ocupa, dejando de lado la ausencia de una considerable apuesta comercial, guarda muchos paralelismos con los anteriormente citados. Woolfe: The Red Hood Diaries narra la historia de una Caperucita Roja muy distinta a la que conocimos en el cuento tradicional-moderno de los hermanos Grimm (adaptaci¨®n a su vez del original, escrito en el siglo XVII por Charles Perrault , tomado a su vez de la tradici¨®n oral francesa), que deja de lado la ni?ez para presentar una personalidad propia de una adolescente atormentada por la desaparici¨®n primero de su madre y posteriormente de su padre en circunstancias desconocidas. El mundo por el que vaga es oscuro y l¨²gubre, cubierto de nieve, fr¨ªo y viento; tambi¨¦n por grandes edificaciones, altas chimeneas y decoraciones claramente inspiradas en el estilo Steampunk , a su vez derivado del g¨®tico. En ¨¦l reconoce a los personajes m¨ªticos del cuento encarnados por nuevos caracteres, como su Abuela , ahora convertida en una importante consejera, o al carism¨¢tico Lobo , personificado en las carnes de B.B. Woolfe , el antagonista de turno y culpable de los males que han surgido en el mundo de la protagonista.
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Objetivo: B.B. Woolfe
El objetivo principal de Caperucita durante toda la aventura gira en torno a descubrir los motivos de la desaparici¨®n de su padre, del que desconoc¨ªa toda actividad laboral m¨¢s all¨¢ del enorme arrepentimiento que ¨¦ste mostraba cada d¨ªa al llegar a casa. Su relaci¨®n con Woolfe se esclarece a poco de comenzar a jugar s¨®lo para abrir nuevas inc¨®gnitas que llevan a la muchacha a seguir investigando. Lejos de lo que podr¨ªa aparentar a primera vista, Red Hood Diaries no propone un sistema de deducci¨®n policial basado en recolectar pistas: aunque el objetivo de Caperucita es descubrir la verdad, el m¨¦todo que emplea para llegar hasta ella se basa en repartir golpes a diestro y siniestro a trav¨¦s de simples escenarios puestos en escena a trav¨¦s de una c¨¢mara en 2.5 dimensiones. En ellos descubrimos una amalgama de g¨¦neros cruzados -plataformas, hack 'n slash, puzles- que otorgan versatilidad a las partidas o, lo que viene a ser lo mismo, distintas formas de afrontar un ¨²nico objetivo.Red Hood sigue los pasos de los ¨²ltimos referentes del g¨¦nero como Batman: Arkham Origins Blackgate aportando un punto diferenciador en clave art¨ªstica. La mec¨¢nica de juego nos lleva a controlar a un personaje que puede saltar y eventualmente blandir un hacha con el fin de defenderse de los enemigos que transitan por los escenarios o simplemente para destruir algunas cajas del escenario para descubrir los secretos que aguardan en ellas. Los movimientos se controlan o bien con la cruceta direccional o bien con un pad tradicional, siendo este ¨²ltimo preferible para disfrutar de una experiencia ¨®ptima . Caperucita puede correr o agacharse, realizar saltos dobles, agarrarse de cornisas o realizar volteretas para evitar un ataque enemigo. La curva de aprendizaje nos lleva a descubrir su potencial poco a poco, a trav¨¦s de los requerimientos de cada escenario y/o final boss que descubrimos al acceder al final de un ¨¢rea. La aventura se divide en niveles por los que se aprecia cierto cambio de aires en funci¨®n del lugar espec¨ªfico de la ciudad en el que nos encontremos.
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Adem¨¢s de combatir a los enemigos que se interponen en su camino, Caperucita es capaz de resolver simples puzles activando palancas o de explorar escenarios para descubrir p¨¢ginas perdidas de un diario visual en el que anota reflexiones de inter¨¦s o eventos que han tenido lugar en el pasado. Coleccionarlos todos, habitualmente ocultos en las cajas que encontramos en los decorados, es uno de los pocos alicientes que plantea la exploraci¨®n de los escenarios, por los que generalmente s¨®lo podemos avanzar de izquierda a derecha y en los que b¨¢sicamente hay poco o nada que descubrir. La profundidad 2.5D de la que se habla en el an¨¢lisis suele estar presente en escenarios concretos, m¨¢s elaborados visualmente, pero su uso es generalmente anecd¨®tico y no plantea nada que no se haya visto en otros t¨ªtulos. No se ha terminado de exprimir las posibilidades que ofrece la c¨¢mara, algo que repercute muy negativamente en el concepto de explorar escenarios vac¨ªos de contenido oculto. Es una l¨¢stima que no se haya profundizado en este aspecto teniendo en cuenta la magn¨ªfica labor que se ha realizado en el plano art¨ªstico, que no necesariamente gr¨¢fico. El t¨ªtulo hace uso del Unreal Engine con altibajos t¨¦cnicos, fuertemente condicionados por un comportamiento err¨¢tico de las f¨ªsicas en momentos puntuales. Hablamos aqu¨ª de errores que no entorpecen la mec¨¢nica de juego tanto como la presentaci¨®n visual del t¨ªtulo, como ratas que de un momento a otro comienzan a flotar en el aire tras atravesar una pared o de saltos truncados que de s¨²bito nos sit¨²an en la plataforma de origen en "pop-ups " que se asocian con el estado Early Access de la versi¨®n a la que se ha accedido para realizar este an¨¢lisis. Curiosamente hay pocos 'bugs ' o fallos t¨¦cnicos que realmente afecten a la experiencia de juego (que los hay, como ca¨ªdas al agua que nunca se regeneran en el checkpoint de turno, oblig¨¢ndonos a repetir niveles enteros), por lo que la adquisici¨®n del t¨ªtulo es factible siempre y cuando estemos dispuestos a sufrir alg¨²n que otro contratiempo a¨²n desconocido. La versi¨®n "definitiva " aparecer¨¢ el pr¨®ximo 17 de marzo.
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Una ciudad puramente Steampunk
Como dec¨ªamos en p¨¢rrafos anteriores, la virtud m¨¢s destacada de Woolfe: Riding Hood Diaries es el notable trabajo que se ha realizado en el aspecto art¨ªstico, algo que se traduce en acertados dise?os de personajes, interesantes dise?os de mapeados y en carism¨¢ticos enemigos finales. La impresi¨®n visual que se obtiene del trabajo realizado por GRiN, padres de la criatura, es la nos empuja a seguir jugando para descubrir lo que nos aguarda en nuevos escenarios, a cada cual m¨¢s elaborado y complejo. No se ha sabido entrelazar esta faceta con la presencia de puzles que realmente supongan un reto para los jugadores con experiencia en estas lides, algo que concuerda con el nivel de dificultad que propone la aventura. En esta versi¨®n no era posible activar subt¨ªtulos ni cambiar de manera alguna el modo de dificultad, algo que s¨ª era posible antes de que se produjese la ¨²ltima actualizaci¨®n (que tuvo lugar el pasado 2 de febrero). Al activar el modo "f¨¢cil " se eliminaba de un plumazo la aparici¨®n de ratas en las zonas de alcantarillado, todo un detalle para los jugadores que s¨®lo est¨¢ interesados en la evoluci¨®n del gui¨®n o de la protagonista (si es que las dos cosas no son lo mismo en este caso). Como decimos, se trata de un aspecto que se ha "eliminado " (con promesa a ser actualizado) y que esperemos est¨¦ presente en pr¨®ximas actualizaciones. Es importante tener en cuenta el dise?o steampunk porque entre otras cosas a ¨¦l se asocia la presencia de innumerables cornisas y por ende de peligrosos saltos. En este caso, Caperucita tendr¨¢ que superar innumerables obst¨¢culos que sit¨²an el concepto de 'plataformas' pr¨¢cticamente por encima de cualquier otro, con una interesante variedad de objetos por los que trepar. El juego no supone un reto en este sentido : la mayor parte de los elementos por los que podemos trepar est¨¢n adecuadamente indicados. Por lo general s¨®lo existe una opci¨®n para superar un nivel concreto, un ¨²nico procedimiento que r¨¢pidamente se convierte en el est¨¢ndar que aplicamos por defecto cada vez que descubrimos un nuevo escenario. Los puzles son tan asequibles como los propios saltos, aunque a medida que avanzamos se complica su resoluci¨®n y muy especilmente la precisi¨®n que debemos emplear para superar complejos entramados de plataformas.
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Una Caperucita decididamente adolescente...
No existe un sistema de adquisici¨®n de experiencia al eliminar a los enemigos y las recompensas son m¨¢s bien escasas (energ¨ªa o botes m¨¢gicos para realizar combos), as¨ª que no tiene mucho sentido perder el tiempo batallando una y otra vez a los enemigos que se regeneran cada vez que caemos por un precipicio. Vale m¨¢s correr de un lado a otro esquiv¨¢ndolo todo que pelear, aunque hacerlo no nos vendr¨¢ mal para superar los picos de dificultad que aparecen al combatir a los jefes finales que se dan cita de cuando en cuando. Su aparici¨®n es de lo m¨¢s destacado del t¨ªtulo porque es necesario aplicar una estrategia? m¨¢s espec¨ªfica para vencerlos, aunque su presencia no es precisamente abundante y salvo que nos sonr¨ªa la fortuna descubrir la manera de que muerdan el polvo consiste en probar una y otra vez alternativas hasta que finalmente logramos dar con la tecla adecuada. Los primeros intentos suelen acabar con una Caperucita mascullando alguno de los comentarios que regala a lo largo y ancho de la aventura. Este ¨²ltimo bien podr¨ªa ser uno de los elementos m¨¢s curiosos de Woolfe: Red Hood Diaries , y sin duda el m¨¢s irritante de todos: los comentarios y mon¨®logos que Caperucita suele lanzar a los cuatro vientos cada vez que tiene oportunidad, sin apenas venir a cuento, muy repetitivos y extenuantes. La historia se narra a trav¨¦s de la protagonista en momentos puntuales que sirven como descanso de la aventura. Hasta aqu¨ª todo bien. El problema comienza cuando la hero¨ªna insiste en realizar todo tipo de comentarios, a cada cual m¨¢s absurdo, acerca del origen de los monstruos contra los que pelea (hombres de hojalata, ratas y dem¨¢s fauna), graciosos en un principio y simplemente omitibles cuando hemos superado el ecuador de la aventura. Este hecho contrasta con el buen trabajo que se ha realizado con la selecci¨®n de melod¨ªas, propias de una pel¨ªcula de Tim Burton , que bien podr¨ªan haber salido de la batuta de su compositor habitual, Danny Elfman.
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