Wartile, an¨¢lisis

S¨ª es cierto que Wartile es ante todo un juego de estrategia, pero lejos de estar basado en turnos, lo que propone es una acci¨®n real en la que cada figura debe permanecer un tiempo de espera para poder moverse y llevar a cabo cualquier acci¨®n de las disponibles sobre el tablero. Esto hace que por muy buenos estrategas que seamos y muy bien que planifiquemos nuestros movimientos, se nos exija una buena velocidad de reacci¨®n ante situaciones peliagudas, como una cantidad considerable de enemigos o una emboscada inesperada. Afortunadamente, esto se puede solucionar ralentizando la acci¨®n, pero lo que ocurre sobre la mesa no espera a nadie, y esto puede llevar irremediablemente a la muerte de alguna de nuestras unidades.

Dicho esto, el m¨¢ximo de figuras que podemos situar sobre el tablero llega a cinco, que aunque es un n¨²mero m¨¢s que suficiente y bien equilibrado en relaci¨®n a la dificultad de la mesa, a su vez tambi¨¦n es m¨¢s exigente a la hora de gestionarlas. Obviamente, cada personaje tiene sus habilidades derivadas de su clase -b¨¢rbaro, lancero, arquero...-, y su situaci¨®n y movimiento es vital para el ¨¦xito de la misi¨®n, ya que poner en primera l¨ªnea a un especialista en ataques a distancia acabar¨¢ a buen seguro con su vida. En cuanto al movimiento, las figuras aliadas atacan autom¨¢ticamente a las enemigas que se encuentren a una distancia posible y si a esto unimos el hecho que anticip¨¢bamos antes de que la acci¨®n no se detiene en ning¨²n momento, hace obligatorio el pensar y calcular no ya el movimiento, sino la posici¨®n, ya que es muy necesario estudiar a fondo el terreno -la altura otorga ventaja- para poder tender emboscadas y compensar alguna posible inferioridad num¨¦rica.

De aqu¨ª que, por fortuna y a pesar de los ataques autom¨¢ticos, nuestra labor como jugador no se limite a mover las figuras con coherencia, sino tambi¨¦n a usar las habilidades desbloqueadas de cada figura, que toman la forma de cartas, pero que resulta una mec¨¢nica ligeramente confusa. Seg¨²n suban niveles, cada uno de los personajes ir¨¢n consiguiendo estas acciones, pero el uso de las cartas no resulta todo lo intuitivo que deber¨ªa, y aunque parezca una tonter¨ªa, la simple acci¨®n de elegir una y arrastrarla al objetivo puede costarnos cara si no la hacemos con la rapidez y precisi¨®n suficiente. Colocar trampas para osos, efectuar un golpe de escudo que aturda al enemigo o, por supuesto, curar a una unidad son algunas de las acciones que pueden llevarse a cabo, estando limitadas por una cantidad de puntos de magia, y siendo imprescindible a medida que avanzamos y la dificultad -bien medida eso s¨ª- aumenta considerablemente. En este sentido, no deja de dar la sensaci¨®n de ser una mec¨¢nica ciertamente desaprovechada, ya que la combinaci¨®n de estrategia y cartas, contando estas con una mayor profundidad, podr¨ªa haber hecho a¨²n mejor a Wartile.

Y ya que mencionamos la dificultad, hay que hacerlo de lo bien equilibrada que est¨¢, sobre todo en cuanto a su curva de aprendizaje. Wartile sabe introducirnos sabiamente cada una de sus mec¨¢nicas de manera paulatina, sin abrumarnos con interminables tutoriales o extensos textos de ayuda, y s¨ª aplicar unas pautas para nuestros primeros pasos que nos hacen aprender a jugar sin que se sienta como un anodino y tedioso tutorial. Dicho esto, los primeros escenarios y misiones dan la sensaci¨®n de no presentar no ya un reto importante, sino de resultar una propuesta simple, algo que algunos entornos despu¨¦s nos damos cuenta de que, afortunadamente, no es as¨ª. Wartile sabe resultar un desaf¨ªo incluso para los m¨¢s duchos en el g¨¦nero. Pero esa aparente poca profundidad que le podr¨ªa faltar a nivel jugable la compensa con un sistema de progresi¨®n muy bien aplicado.

Como ya es habitual en el g¨¦nero, y que multiplica su variedad, es esta progresi¨®n para cada una de nuestras figuras. Durante nuestras incursiones en cada diorama podremos encontrar objetos ocultos como armas, armadura u objetos ¨²tiles, lo que a su vez a?ade un gran componente de exploraci¨®n y hace que no nos queramos limitar a cumplir la misi¨®n principal sin m¨¢s. Estos objetos luego podr¨¢n ser vendidos a un mercader entre cada objetivo principal, y por supuesto, comprar con el dinero obtenido en cofres no solo equipamiento sino tambi¨¦n bonificaciones a la defensa, el da?o o la salud, por ejemplo.