Republic: The Revolution (PC)
Republic: The Revolution tiene por escenario las horas que siguieron a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y al desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En el juego, asumiremos el papel de uno de esos hombres que sue?an con llegar a la presidencia de la rep¨²blica de Novistrana.
Hagamos un poco de historia. A principios del siglo XX, Rusia padec¨ªa un grave atraso social, con un modelo pol¨ªtico basado en el absolutismo. La mayor parte del pueblo viv¨ªa del campo, con un ¨ªnfimo nivel de vida. Pero fueron las calamidades sufridas durante la Primera Guerra Mundial, quienes hicieron reaccionar a la masa. La revuelta estall¨® en 1917, y si bien sus primeros objetivos fueron el conseguir un regimen de tipo liberal, el ala dura del socialismo, los bolcheviques liderados por Lenin, acabaron por hacerse con el poder. Lenin, y su sucesor, Stalin, escribieron la cr¨®nica de uno de los reg¨ªmenes m¨¢s oscuros, poderosos, terribles y absolutos de toda la historia. Un monstruo que finalmente habr¨ªa de tambalearse y caer a finales de los ochenta.
Republic: The Revolution tiene por escenario esas horas que siguieron a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y al desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en concreto, el de la rep¨²blica de Novistrana (Pa¨ªs Nuevo, en ruso). Aunque dicho territorio es imaginario, el juego refleja muy bien la situaci¨®n que vivi¨® el pueblo ruso en ese periodo de la historia. Ca¨ªdo el regimen comunista, decenas de facciones se ponen en marcha para imponer su pol¨ªtica y hacerse con el poder, desde progresistas que abogan por gobiernos democr¨¢ticos de corte occidental, pasando por aquellos que a?oran las excelencias del antiguo reg¨ªmen, y terminando por los distintos grupos mafiosos que aspiran a imponer sus leyes en las calles.
En el juego, asumiremos el papel de uno de esos hombres que sue?an con llegar a la presidencia de la rep¨²blica de Novistrana. Cualquier tipo de medio ser¨¢ v¨¢lido en nuestro empe?o: el pol¨ªtico, el religioso, el militar, el criminal o el econ¨®mico. Podemos intentar convencer al p¨²blico de que se una a nuestra causa con la fuerza de la palabra o de las armas, o asegurarnos la lealtad de los poderosos mediante la amenaza y el soborno. Sea cual sea el camino elegido, contaremos con la rivalidad de otras quince facciones, tambi¨¦n empe?adas en la conquista del poder absoluto. Como en la vida real, no tendremos otro l¨ªmite que el de nuestras posibilidades f¨ªsicas y el que nos imponga nuestra ¨¦tica, a la hora de trazar la v¨ªa que nos conduzca al poder.
A priori, este juego se perfila con uno de los t¨ªtulos m¨¢s ambiciosos de los ¨²ltimos a?os. Es el primer hijo de una compa?¨ªa fundada por Demis Hassabis, en 1998, un talentoso joven que empez¨® en esto de los videojuegos con apenas dieciseis a?os, en el seno de Bullfrog Studios y de la mano de otro gigante, Peter Molyneux, responsable de Black & White. Desde su creaci¨®n, Elixir Studios lleva trabajando en Republic: The Revolution, dispuesta a ofrecer un producto que haga historia. Y lo conseguir¨¢n si cumplen con s¨®lo la mitad de lo que prometen.
Una de esas promesas es que Novistrana ser¨¢ un mundo virtual aut¨¦ntico. No una serie de niveles o escenarios cerrados, sino un universo en s¨ª mismo, sin l¨ªmites. Podremos ver, desde un plano v¨ªa sat¨¦lite, los cuatro millones de kil¨®metros cuadrados que forman la rep¨²blica, y hacer zoom en cualquier lugar hasta ver que hacen las gentes en una determinada calle o plaza. Pero aqu¨ª no acaban las ambiciones de nuestros amigos de Elixir Studios. Han pretendido tambi¨¦n que cada persona que veamos en el juego sea ¨²nica. Como en la vida real, cada individuo tendr¨¢ su propia manera de vestir, de actuar y de pensar. Adem¨¢s, no ser¨¢n personajes que vagar¨¢n por el escenario sin tener muy claro lo que hacer. Har¨¢n sus propias vidas, y los podremos ver cumplir obligaciones diarias como acudir al trabajo, recoger a sus hijos del colegio o incluso cumplir sus deberes como ciudadanos e ir a votar.
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La IA ser¨¢ uno de los puntos m¨¢s fuertes de este juego. Cada persona reaccionar¨¢ de acuerdo a nuestra actitud y a su propio car¨¢cter y experiencia. Podremos detenernos a charlar con una ama de casa, con el ¨¢nimo de ganarnos su apoyo de cara a unas futuras elecciones, o negociar con un mafioso el asesinato de alg¨²n adversario.
No hacen falta m¨¢s alicientes para, cuanto menos, echarle un vistazo a este t¨ªtulo cuando est¨¦ disponible. Pero, y por si acaso, podremos contar tambi¨¦n con un realismo gr¨¢fico que aspira a la matr¨ªcula de honor. Elixir Studios ha desarrollado un engine llamado Totality que, seg¨²n Demis Hassabis, es capaz de renderizar escenas con un n¨²meros ilimitado de pol¨ªgonos en tiempo real, y representar cualquier modelo con un ¨®ptimo nivel de detalle. Aunque todav¨ªa tendremos que esperar a que aparezca una demo para demostrarnos la veracidad de esas afirmaciones, las im¨¢genes disponibles parecen darle la raz¨®n. El preciosismo de las distintas escenas es impresionante, casi fotorealistas, no se me ocurre ning¨²n otro juego que se acerque a ese nivel de detalle.
Tambi¨¦n se ha prometido un tratamiento realista de los efectos de luz, del clima y de la f¨ªsica de los distintos objetos. Por ejemplo, las explosiones da?ar¨¢n las paredes y veh¨ªculos circundantes, y reventar¨¢n todos los cristales.
Sobre los controles del juego, y seg¨²n palabras del propio Demis, se ha buscado que las dificultades que pueda encontrar el jugador se den en el propio desarrollo de la acci¨®n, y no en el sistema de control. Seg¨²n dice, en Elixir emplean el Test del Pariente, que consiste en poner frente al ordenador a cualquier familiar que tenga poca o ninguna idea de manejar un videojuego, y conseguir que aprenda a jugar en menos de diez minutos. No se ha parado de trabajar hasta conseguir que los controles sean accesibles, incluso, a la abuela que no sab¨ªa ni encender el ordenador.
Eso es Republic: The Revolution, como se indica en su propia t¨ªtulo, una manera totalmente nueva de entender y hacer juegos para ordenador. Mientras llega o no llega a las estanter¨ªas de nuestra tienda habitual, cruzaremos impacientes los dedos para que todo se desarrolle seg¨²n lo planeado.
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