Pop 'n Rhythm
Pon el ritmo
M¨²sica y ritmo. Konami introduc¨ªa estos t¨¦rminos hace algunos a?os, aunque no ser¨ªan fruct¨ªferos hasta varias d¨¦cadas despu¨¦s de haber visto la luz por primera vez en el mercado. Dentro de la l¨ªnea bemani encontramos este Pop ?n Rhythm, una apuesta que llev¨¢bamos esperando largo tiempo y que finalmente no alcanza el nivel prometido. Por sus carencias o por una mec¨¢nica bastante pobre en todos los sentidos, la cl¨¢sica franquicia japonesa se renueva sin conseguir el ¨¦xito al que aspiraba.
Mirar al pasado es siempre una experiencia maravillosa. Conocer lo que otros vivieron antes que nosotros nos permite conocer mejor el presente, o al menos as¨ª se afirma en el d¨ªa a d¨ªa, en las t¨ªpicas conversaciones sin sentido que solemos protagonizar. Para muchos quiz¨¢s sea una verdad a medias, otra tonter¨ªa de tantas que se escuchan por ah¨ª. Otros se conformar¨¢n con ignorar el estamento, haciendo o¨ªdos sordos. Los que restan, un grupo bastante reducido de aficionados, tal vez se muestren ilusionados por el hecho de saber, conocer y disfrutar de la serie Bemani. Carta de presentaci¨®n de Konami durante la d¨¦cada de los noventa, a ella le corresponde el m¨¦rito de haber sido pionera en esto del g¨¦nero musical, de capa ca¨ªda en los ¨²ltimos meses por las paup¨¦rrimas ventas que acumulan los ¨²ltimos lanzamientos en Europa y especialmente en Estados Unidos.
Todav¨ªa venden Guitar Hero y RockBand, pero su ¨¦xito est¨¢ lejos de hacer sombra a la histeria colectiva que se desataba hace unas cuantas navidades. Si hace unos a?os alguien se atreve a afirmar que los Bemani pasar¨ªan de ser el producto estrella a una simple imitaci¨®n de otro producto exitoso, pocos se lo hubiesen cre¨ªdo. No obstante, refleja bastante bien la situaci¨®n que vive Konami en la realidad. Lo que hace tiempo reluc¨ªa y era motivo de gloria en la compa?¨ªa japonesa es ahora ro?a que en su tierra natal comienza a apestar por la evidente falta de originalidad que arrastra desde hace ya demasiado tiempo. No es para menos. El declive empezaba por Beatmania, que pese a su calidad lleva anclada en la misma f¨®rmula desde 2001, para ir tocando cada una de las ramas que Konami ha colonizado en los tiempos recientes.
Es una l¨¢stima que Rock Revolution haya sido finalmente un t¨ªtulo vac¨ªo de contenido, que poco o nada puede hacer para ganar mercado al binomio GuitarHero/RockBand. El problema no es tanto en s¨ª la calidad del juego como la alarmante falta de creatividad que muestra desde el primer momento en el que insertamos el DVD en nuestra consola. Dance Dance Revolution todav¨ªa se salva las casta?as, aunque sin hacer mucho ruido. Hace poco menos de una semana se probaba suerte con otro reclamo publicitario en forma de Karaoke que, de tanto que se ha retrasado, ha acabado por pasar sin pena ni gloria tanto entre usuarios como por parte de la prensa especializada. Con dos intentos que han acabado en agua de borrajas, a Pop ?n Rhythm le tocaba el turno de demostrar que Konami todav¨ªa sabe lo que hace con Bemani, si bien no es este el mejor exponente para poner de relieve las posibilidades de la franquicia.
La sencillez que ha caracterizado a la franquicia se adhiere a este t¨ªtulo de Wii que finalmente llega a tierras europeas (para sorpresa de los aficionados) a precio reducido, con un cat¨¢logo de canciones espec¨ªfico y una moderada diversi¨®n que ofrecer a los jugadores. Es una propuesta extremadamente sencilla de comprender, que dominamos a los pocos segundos de comenzar a jugar, que todav¨ªa conversa la esencia arcade de los Bemani. Sin embargo no logra alcanzar su principal cometido: entretener. Esto sucede debido a la ausencia de una mec¨¢nica que nos ofrezca la sensaci¨®n de mejorar, en parte por ser demasiado asequible, en parte por las deficiencias que sufre el sensor de movimientos de Wii cuando se le obliga a ser totalmente preciso en sus acciones.
Tras introducir el DVD en la consola y comenzar a jugar, aparece ante nosotros un sencillo men¨² en el que se nos muestran los fundamentos del sistema de juego. La mec¨¢nica es muy sencilla: tenemos cinco puntos que no debemos perder nunca de vista, por encima de los cuales se sucede la cl¨¢sica riada de ?Pops', elementos circulares que dependiendo del color y de la posici¨®n nos obligan a mover el wiimote o nunchuk hacia una posici¨®n en concreto. Cada movimiento que realizamos con el pad hace que el personaje principal, hier¨¢tico mientras suena la m¨²sica, mueva sus palmas y presione el bot¨®n que nos interesa en cada situaci¨®n. En la zona inferior contemplamos una barra en la que se indica la cadena que hemos realizado sin fallar, as¨ª como un medidor que indica la ?fiebre' del p¨²blico dependiendo de nuestro performance.
De nuevo recordamos que aqu¨ª s¨®lo hemos de seguir el ritmo a grandes rasgos, por lo que no es necesario pulsar los botones para que suene la m¨²sica, sino para seguir el comp¨¢s de la melod¨ªa que est¨¦ sonando en cada momento. La parte izquierda de la mesa se activa por medio del nunchuk, la derecha es cosa del wiimote. A esto hay que sumar otro bot¨®n central que debemos golpear juntando los dos mandos, como si realmente fu¨¦semos a realizar una palmada al aire. La canci¨®n comienza y agitamos los mandos seg¨²n los Pops que aparecen en pantalla para descubrir que la mayor¨ªa de ocasiones no se reconoce adecuadamente el gesto que realizamos. Si movemos el wiimote hacia abajo, generalmente tambi¨¦n presionamos el bot¨®n de la derecha, o cualquier otro seg¨²n as¨ª lo reconozca el sensor.
No hay posibilidad de ajustar este punto desde el men¨² principal, que salvo la partida en solitario y cinco minijuegos s¨®lo nos permite acceder a las canciones principales (40 en total) para disfrutar de ellas mientras nos duren. Este punto acaba pasando factura a la larga, ya que en ning¨²n momento tenemos la sensaci¨®n de ganar experiencia a medida que jugamos, de ser expertos en la materia como s¨ª sucede con los Bemani tradicionales (y con los musicales modernos). La cadencia con la que hemos de pulsar las teclas es muy pausada, aunque se puede ajustar justo antes de comenzar a tocar una canci¨®n. Incluso as¨ª, el nivel de exigencia es pr¨¢cticamente nulo. Si contamos con algo de pr¨¢ctica en la materia seremos capaces de superar con ¨¦xito las canciones m¨¢s dif¨ªciles (dividas en f¨¢cil, medio, dif¨ªcil y experto) sin ning¨²n tipo de problema.
Por suerte tanto la selecci¨®n musical como la puesta en escena a nivel t¨¦cnico son suficientes para no aborrecer a los jugadores a poco de comenzar a jugar. Todo supura alegr¨ªa, quiz¨¢s por el marcado tono infantil de las animaciones. Disponemos de seis escenarios en los que tocar, de 14 personajes en total que seleccionar para que nos representen. Da igual a cu¨¢l de ellos escojamos, todos se manejan igual de bien sobre la pista de baile. Si logramos hacer que la barra de Fever est¨¦ repleta al finalizar la canci¨®n en cuesti¨®n que estemos tocando accedemos a un nuevo apartado (que debemos seleccionar antes de empezar a tocar) denominado desaf¨ªo, en el que b¨¢sicamente tocamos m¨¢s Pops a mayor velocidad. Incluso as¨ª, sigue siendo muy f¨¢cil obtener la victoria y todos los trofeos en cada canci¨®n que disputamos.
Se mire como se mire, el punto m¨¢s destacado del t¨ªtulo se esconde tras las posibilidades multijugador que ofrece. Podemos elegir entre cinco modalidades que var¨ªan en n¨²mero de jugadores, aunque generalmente todas pueden ser disfrutadas entre 2 y 4 competidores. Todas se basan en la mec¨¢nica de juego que hemos explicado anteriormente, aunque lo hacen por medio de variantes a nivel competitivo, participativo o de cualquier otra vertiente. Lo que buscan es b¨¢sicamente obligar a dos o cuatro jugadores a pelear entre s¨ª por obtener m¨¢s combos, m¨¢s puntos al finalizar cada canci¨®n (dependiendo del momento en el que pulsemos el Pop de marras, otro aspecto imposible de controlar) o competir contra monstruos rob¨®ticos por nuestra propia vida.
S¨®lo podemos disputar las canciones principales con un jugador extra, por lo que nada de jugar con cuatro a las 40 canciones principales, o a buscar obtener una buena puntuaci¨®n entre tres o cuatro jugadores. S¨®lo dos. Por suerte contamos con una variedad musical que, sin ser especialmente destacada, har¨¢ las delicias de los que busquen pasar un buen rato frente a la consola. Ace of Spades, We are Family, It's My Life, Poker Face, The Final Countdown, Take on Me, I Want You Back? No se puede criticar un apartado que combina Motorhead con Lady Gaga, Jackson Five y Europe en un mismo DVD. N¨®tese que no todas las melod¨ªas est¨¢n interpretadas por el artista original. As¨ª, Britney Spears hace acto de aparici¨®n por medio de Ooops, I Did it Again, pero no con su voz o sus danzas caracter¨ªsticas.
Para completar las opciones de juego no podemos olvidar el Contenido Descargable, que sorprendentemente se ofrece desde ya a los usuarios que deseen completar la experiencia jugable con a?adidos de segunda categor¨ªa. Es cuanto menos curioso que se haya a?adido este aspecto lejos de la posibilidad de que dos jugadores puedan competir entre s¨ª sin tener que estar presentes en la misma sala f¨ªsicamente. Dicho en otras palabras: el DLC viene a sustituir a cualquier tipo de Infraestructura que se podr¨ªa haber incorporado f¨¢cilmente al juego. Konami ha prescindido totalmente de ella por motivos que se escapan a nuestra raz¨®n. Cuando la industria se mueve en una direcci¨®n, la compa?¨ªa japonesa (o al menos este Pop ?n Rhythm) lo hace en el sentido opuesto.
Mediocre
Pod¨ªa ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con ¨¦l quedar¨¢ archivado en la estanter¨ªa para no jugarlo nunca m¨¢s. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.