De monturas y espadas

Y es que el nombre lo dice todo... montura y filo. Esto es como decir jara y sedal a un cazador. Si alguno de los lectores es seguidor incondicional de todo lo medieval, encontrar¨¢ como m¨ªnimo, un entretenimiento suficiente con este juego. Porque sus desarrolladores definen a Mount & Blade como un simulador de combates medievales, haciendo hincapi¨¦ en el combate a caballo. Ah¨ª queda eso.

Simulador medieval o no, el t¨ªtulo nos propone trasladarnos a la tierra de Calradia, donde dos facciones luchan por el control. Nosotros decidiremos nuestro propio rumbo uni¨¦ndonos a una facci¨®n u otra, transportando mercanc¨ªas entre las diferentes ciudades o escoltando caravanas en sus trayectos... incluso con el pillaje y el asalto a viajeros y campesinos. Y como hasta el mejor de los guerreros puede llegar a ser derrotado si los enemigos le superan considerablemente en n¨²mero, podremos comandar un grupo de mercenarios, soldados o ladrones a trav¨¦s de bosques, monta?as y praderas. Incluso ciertos personajes se unir¨¢n como lugartenientes a nuestro grupo. A pesar de todo, Mount & Blade no tiene un trasfondo definido, una historia m¨¢s o menos lineal para seguir, excepto la que el jugador quiera. Te guste o no, s¨®lo t¨² decides.

Los parecidos m¨¢s o menos razonables los encontramos con otros t¨ªtulos como Sid Meier's Pirates!, Fallen Lords: Comdenation, Fable o el m¨¢s reciente Age of Pirates: Caribbean Tales. Mount & Blade gana en opciones de modificaci¨®n y en ciertos detalles de la jugabilidad a la vez que cae en destacada desventaja en el aspecto gr¨¢fico o de sonido. No es un juego mejor ni peor que estos, y tampoco ser¨ªa justo medirlo con la misma vara teniendo en cuenta quien ha desarrollado cada uno y con que recursos.

Nada m¨¢s comenzar la partida tendremos la opci¨®n de personalizar nuestro personaje. Teniendo en cuenta que es un juego con toques de rol, adem¨¢s de la elecci¨®n de la profesi¨®n, la cual modificar¨¢ los valores iniciales de las t¨ªpicas puntuaciones de habilidad, tendremos la opci¨®n de elegir el rostro de nuestro alter ego en Calradia. Todo ello partir de un n¨²mero bastante limitado de rostros iniciales y con la posibilidad de regular ciertas caracter¨ªsticas f¨ªsicas como color de pelo, peinado, barba o rasgos faciales. Podremos crear as¨ª, una buena cantidad de diferentes personajes.

En el juego en s¨ª encontramos dos tipos de fases, por llamarlas de alguna manera, muy bien diferenciadas. Un entorno gr¨¢fico tridimensional en primera persona cuando combatimos o cuando visitamos una ciudad o fortaleza y otro bien distinto cuando viajamos a trav¨¦s de las tierras de Calradia.

Si hablamos de los combates, podemos decir que Mount & Blade sorprende gratamente. Un entorno tridimensional bastante trabajado hace las funciones de campo de batalla, sin demasiada riqueza en la variedad de texturas pero con el suficiente realismo para conseguir que nos introduzcamos de lleno en el fragor de la batalla. Al inicio de la misma las dos facciones que se enfrentan comienzan en dos zonas alejadas del escenario, que no es m¨¢s extenso de lo necesario para el n¨²mero de tropas que comenzar¨¢n en combate. Porque como he contado anteriormente, en Mount & Blade es posible reclutar diferentes tipos de tropas para que acompa?en a tu personaje en su causa.

La cantidad de subordinados a tu mando depender¨¢ de tu valor de carisma y liderazgo, e incluso sus habilidades en el combate pueden ser entrenadas cada d¨ªa que pasan contigo si posees la habilidad de adiestrarlos. Pero no todas las tropas entran al combate al mismo tiempo. Las batallas est¨¢n limitadas a cuarenta individuos a la vez, y cada vez que cierta cantidad de soldados caen, llegan refuerzos para reemplazarlos. De hecho es posible que una batalla dure varios asaltos, seg¨²n la cantidad de tropas. En ese caso cada asalto se considera como una batalla nueva y todas las heridas sufridas se mantienen hasta el siguiente combate.

La batalla finaliza cuando un bando pierde o huye... si puede, y tras la misma las tropas derrotadas que no hayan muerto a causa de las heridas pueden ser capturadas como prisioneros para su posterior venta a esclavistas, o como parte del cumplimiento de una misi¨®n, llev¨¢ndoles ante un noble.

La cantidad de personajes diferentes y las animaciones de estos en combate es bastante buena, con una gran variedad de elementos. Cada tipo de tropa lleva cierto tipo de arma, armadura o escudo, sin poderlo modificar el comandante, pero a¨²n dentro de la limitaci¨®n hay diversidad.

De las visitas a ciudades y fortalezas podemos decir tres cuartos de lo mismo. Usando el mismo motor gr¨¢fico que las batallas, las ciudades son entornos muy destacables. Es impresionante entrar en una ciudad amurallada a lomos de tu corcel cruzando el puente levadizo, mientras observas a los guardias apostados en el port¨®n de la ciudad. Incluso es posible visitar ciudades enemigas oculto en una oscura capa para reclutar gente o comprar provisiones. De hecho eso es casi todo lo que podemos hacer en las villas: comprar o vender armas y otros productos, descansar o reclutar soldados en las tabernas, luchar en la arena o tener una audiencia con el noble se?or de la ciudad para recibir misiones que aumenten nuestro prestigio en su facci¨®n. Las fortalezas, a diferencia de las ciudades, son emplazamientos que ¨²nicamente sirven para descansar o combatir por su propiedad, ya que el due?o de una fortificaci¨®n puede apostar tropas en las mismas.

Se hecha en falta un poco m¨¢s de vida y acci¨®n en los pueblos, ya que excepto tenderos y guardias, no hay ni un alma por las calles. Un detalle que le da muy poco realismo al juego y hace de las visitas a las ciudades un mero tr¨¢mite para el aprovisionamiento o el descanso. Es un punto a potenciar para hacer del juego una experiencia ¨²nica. Adem¨¢s la disposici¨®n de las ciudades comienza a repetirse con frecuencia cuando llevas un tiempo viajando, diferenci¨¢ndose en pocos detalles. Lo mismo vale para las fortalezas, donde como mucho puedes ver a un par soldados patrullando la muralla con cara de aburrimiento.

Pero lo verdaderamente sombr¨ªo del juego es el mapa de Calradia, mediante el cual viajamos de una zona a otra. El mapa es un entorno isom¨¦trico donde podemos ver las diferentes ciudades y a quien pertenecen, aquellas tropas cercanas a nuestra posici¨®n, las huellas de las unidades que hallan pasado cerca y, por supuesto, la geolog¨ªa de Calradia. Y es en este punto donde el juego no da la talla. Las texturas del mapa son desagradables en su mayor¨ªa y forman un mapa sin ninguna redondez. Por ejemplo, el agua de los r¨ªos y zonas mar¨ªtimas. Al no existir texturas para puentes, los r¨ªos son cortados por zonas de tierra penosamente trabajadas, los meandros de los r¨ªos son rectos, sin curvas, dando un aspecto irreal al mapa.

Las monta?as y colinas no est¨¢n demasiado mal, pero viajar a trav¨¦s de ellas es imposible al toparnos con muros invisibles que no nos dejan avanzar. Y la representaci¨®n de las tropas es pobre, limit¨¢ndose a un se?or que viaja a pie o a caballo seg¨²n como lo haga el comandante de la unidad, con un valor num¨¦rico sobre ¨¦l, que representa el n¨²mero de tropas y otro que nos dice el n¨²mero de prisioneros, adem¨¢s de una etiqueta con el nombre de la unidad. Al mover el rat¨®n sobre la misma podemos ver que tipos de tropa la componen, de manera burda, ya que cuando hay varios tipos diferentes de tropas la lectura es casi incomprensible.

Pero hay un aspecto que salva la situaci¨®n, las huellas. Y no es que est¨¦n bien representadas, porque se limitan a una l¨ªnea discontinua de colores chillones. Lo importante es la informaci¨®n que nos dan sobre la unidad que las dej¨®, o incluso si hubo una batalla en ese punto. Cuanto mejor sea nuestra habilidad de rastreo, m¨¢s informaci¨®n lograremos y se esto se hace tremendamente necesario para poder cumplir a tiempo ciertas misiones. La idea es original, pero como est¨¢ integrada en una de las peores caracter¨ªsticas del juego, no destaca lo suficiente. Si Mount & Blade tiene que mejorar urgentemente un apartado del juego, son los mapas.

El sonido es bastante correcto, aunque sin voces excepto gritos de guerra y lamentos de los heridos. Los efectos de las armas al golpear o el silbido de las flechas conseguir¨¢n que quieras agacharte m¨¢s de una vez cuando este combatiendo al enemigo. A decir verdad, excepto ciertos detalles como flechas que se clavan en la nada debido a un ¨¢rbol cercano o largas jabalinas incrustadas en los escudos de manera irreal, la simulaci¨®n de los combates es una joya en bruto.

La m¨²sica est¨¢ bien escogida para el tipo de t¨ªtulo al que acompa?a, pero no hay demasiada variedad y terminaremos queriendo apagar los altavoces o nos rendiremos ante ella para acabar silb¨¢ndola y aliviar nuestro sufrimiento... y aumentar el de nuestros vecinos. Teniendo en cuenta que los momentos 'mapa' no son de lo mejor del juego, una melod¨ªa mejor o m¨¢s variada no iba a suponer una diferencia mayor en este punto.

El manejo de los corceles es bastante realista y nuestra habilidad como jinetes influir¨¢ en los giros o la velocidad de la montura. Y eso que la ventaja de las tropas montadas se hace patente, es verdaderamente dif¨ªcil abatirlas sin armas de proyectil o lanzas. Por supuesto las condiciones ambientales, como niebla o lluvia, o el mismo escenario, con sus obst¨¢culos naturales, pueden decidir una batalla a favor de una facci¨®n u otra. A decir verdad, en simulaci¨®n de combates, al juego le falta muy poco para obtener un sobresaliente.

Un ligero toque t¨¢ctico nos permite conducir al combate a nuestros compa?eros de una manera muy  simple, tan simple que s¨®lo nos deja elegir entre quietos y a la carga. El aspecto m¨¢s rolero del t¨ªtulo, podemos decir que es suficiente. Dispones de las habilidades que vas a utilizar y no se echan en falta muchas m¨¢s. La evoluci¨®n del personaje se hace un poco lenta debido a los pocos puntos que se reparten en cada aumento de nivel, pero la habilidad con las armas puede ser mejorada simplemente con el mero hecho de usarlas en combate. Es decir, cuanto m¨¢s luchas con la espada, mejor espadach¨ªn llegas a ser. El rol le da cierto trasfondo al juego, ya que son las habilidades las que nos definen completamente en todos los aspectos del mismo. Comprar, vender, reclutar o rastrear... todo depende de las puntuaciones de habilidad.

Vivir en Calradia es toda una aventura. Nosotros y nuestros compa?eros podemos sufrir heridas que tardar¨¢n en curarse, y afectar¨¢n a nuestras habilidades. Es necesario comprar provisiones para los viajes, y cuantos m¨¢s miembros tenga nuestro grupo, m¨¢s gastaremos en comida. Viajar de ciudad en ciudad buscando productos m¨¢s baratos o mejores tropas es una opci¨®n interesante. Sin embargo, las misiones no son demasiado variadas, y terminan siendo repeticiones con el contexto de eliminar a alguien, capturar a alguien o traer algo ante el noble. Al no disponer de una historia m¨¢s o menos lineal, es f¨¢cil perderse o aburrirse. De hecho, y puestos a pedir, quiz¨¢s alguna facci¨®n m¨¢s o una Calradia m¨¢s extensa no ser¨ªa una mala actualizaci¨®n para Mount & Blade. Cualquier mejora que afecte a este punto del juego ser¨ªa una buena idea.

Casi para el final dejo la mejor caracter¨ªstica de este t¨ªtulo, las herramientas de modificaci¨®n. Con unas m¨¢s o menos sencillas aplicaciones, podemos transformar Calradia completamente, e incluso la l¨®gica del juego. De hecho son estas modificaciones las que realmente hacen de Mount & Blade un juego memorable. Gracias a algunos habilidosos seguidores del juego, podemos disfrutar de un Mount & Blade en la Tierra Media de J.R.R. Tolkien, luchando junto a Rohan, Gondor o a los Montaraces de Ithilien... o incluso con Mordor y los orcos, con una mapa del sur de las tierras del Se?or de los Anillos bastante completo. Las texturas en estas modificaciones han sido completamente reformadas, con las armas y escudos t¨ªpicos de este mundo de fantas¨ªa.

Otra de las mejores modificaciones del juego es A Shield Lying in the Water, donde se le da un trasfondo bastante completo al juego, con la posibilidad de conquistar ciudades y con bastantes m¨¢s reinos. El mod Onin no Ran nos llevar¨¢ al Jap¨®n de los samurais y nos dejar¨¢ luchar con una preciosa katana... y as¨ª con una gran variedad de m¨®dulos que sorprende debido a la cantidad de los mismos y el trabajo que conllevan algunos de ellos. Es fant¨¢stico ver como un juego con tan poca fama tiene un grupo de seguidores tan comprometidos con el t¨ªtulo.

De hecho, notar¨¦is que hasta ahora no he hablado del idioma. Supongo que todos habr¨¦is adivinado que el juego esta en ingl¨¦s en su totalidad, y no es algo demasiado criticable teniendo en cuenta que hay t¨ªtulos en los que las empresas se gastan altas cantidades para relocalizaci¨®n y llegan a nuestro pa¨ªs en el mismo idioma. Por supuesto, hasta el texto puede ser modificado, ya que dispones de todo ello en los archivos de datos, y cualquier usuario con tiempo y ganas puede realizar una completa traducci¨®n al castellano de este t¨ªtulo.