Terror¨ªficamente retro

Muchos fueron los jugadores que disfrutaron en su d¨ªa con 'Zombies Ate My Neighbors' uno de los cl¨¢sicos menos reconocidos de la historia de los videojuegos. Surgido como parodia de las pel¨ªculas de terror de los a?os 50 y 60, el t¨ªtulo de acci¨®n desarrollado por LucasArts en 1993 para Megadrive y SNES era igual de sencillo como divertido; solo o junto a un compa?ero, el jugador deb¨ªa erradicar con las armas m¨¢s variopintas a una plaga de criaturas del averno compuesta por zombies, hormigas gigantes, mu?ecas diab¨®licas, momias, hombres lobos o vampiros, entre otros. Acci¨®n directa, f¨®rmula de la vieja escuela.

Intentando recuperar ese esp¨ªritu y realizando un claro homenaje al hilarante cl¨¢sico, la alianza forjada por Artificial Studios y los colombianos de Immersion Games a ra¨ªz del desarrollo de CellFactor: Revolution -utilizado como demo t¨¦cnica para mostrar f¨ªsicas AGEIA- ha dado a luz este Monster Madness: Battle for Suburbia, un t¨ªtulo con coraz¨®n retro enfundado en el Unreal Engine 3 y condimentado con estereotipos e irreverencia.

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Pero estas buenas intenciones y el respeto al pasado no son suficientes cuando se trata de poner al d¨ªa un estilo de juego obsoleto; Monster Madness peca de sufrir las mismas situaciones repetitivas que se produc¨ªan en los 90 y de tener un apartado visual que va poco m¨¢s all¨¢ que un lavado de cara con una nueva c¨¢mara de los niveles en perspectiva isom¨¦trica originales. Por otro lado, la jugabilidad b¨¢sica de "dispara y mata", compartida en compa?¨ªa a 4 jugadores hace que como en los salones recreativos, echar unas partidas en grupo sea tremendamente divertido.

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Como ¨²nicos supervivientes y armados con enseres, llaves de garaje y bates de b¨¦isbol primero -katanas, hachas, desatascadores de WC y bastones de animadora despu¨¦s-, deben abrirse paso por las diferentes zonas de la ciudad erradicando a todos los monstruos aparecidos. Pero no estar¨¢n solos, contar¨¢n con la ayuda del ¨²nico superviviento a la masacre de toda la ciudad; Larry 'Cacharros', que recogiendo las diversas piezas de chatarra repartidas por la ciudad, construir¨¢ mort¨ªferas armas con ellas. Un argumento muy sobado que ¨²nicamente puede tener pase por la irreverencia que muestra en ocasiones y por las parodias puntuales.

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La propuesta es recorrer los niveles desde un punto A a otro B eliminando a todo bicho o criatura que se cruce en el camino, jefes finales y algunas pruebas de resistencia mediante. Pero no existen situaciones espec¨ªficas que presenten nuevos retos, o que permitan el desarrollo del personaje, ni siquiera una IA avanzada para los monstruos -que acuden cual descerebrados son al mismo punto tras nosotros-. ?nicamente, y de forma inteligente, se pueden mejorar las armas al tiempo que se recogen sus piezas b¨¢sicas por el mapeado. Y esta es una de esas cosas que se espera un t¨ªtulo contempor¨¢neo aporte cuando intenta homenajear a un cl¨¢sico.

El control tampoco hace concesiones. Con el stick izquierdo se desplaza al personaje en las cuatro direcciones, pero la cosa se complica cuando para encararlo hacia el enemigo se utiliza el anal¨®gico derecho. Es un m¨¦todo duro de inicio, ya que no es nada sencillo desplazarse con una palanca, apuntar con la otra al tiempo que en multitud de ocasiones se pide que se presione R3 para poder saltar y L3 para esquivar los ataques. Afortunadamente existen ayudas a la punter¨ªa, con lo que impactar al zombie de turno est¨¢ m¨¢s que asegurado ¨²nicamente mirando en su direcci¨®n. Para abrir fuego se utilizan los gatillos, izquierdo arma principal y derecho arma secundaria -como bombas o c¨®cteles molotov-, botones a los que acabaremos castigando en exceso por la aparici¨®n sin tregua de enemigos.

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Los niveles de Monster Madness contienen elementos interactivos que pueden influir en el combate, bien us¨¢ndolos en nuestro beneficio, viceversa, especialmente en los modos de difultad m¨¢s elevados en los que los enemigos emplean cualquier elemento que se pueda usar como arma para atacarnos, y tambi¨¦n como peligros que deben evitarse, como fuego, pozos, balsas de ¨¢cido, carreteras con tr¨¢fico o cables de alta tensi¨®n.

El bestiario va bastante corto en monstruos y criaturas -zombies al principio, animales pose¨ªdos, demonios de fuego, hombres lobo, payasos en el parque, polic¨ªas en la comisar¨ªa y dem¨¢s estereotipos escasos de imaginaci¨®n-, que se presentan con una ingeniosa secuencia, y que cambian dependiendo de los niveles algunos de los cuales tienen situaciones en las que aparecen veh¨ªculos -barcos, coches, etc- a los que se nos obliga a controlar para realizar alg¨²n reto puntual. La m¨²sica, que se activa y desactiva seg¨²n la acci¨®n, tiene temas inspirados en t¨ªtulos cl¨¢sicos -el de apertura comparte mucho m¨¢s que el ¨®rgano con Ghost'n Goblins- pero en su mayor¨ªa pasan desapercibidos.

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El multijugador, como coment¨¢bamos antes, es el mayor atractivo del t¨ªtulo, capaz de borrar de un plumazo lo repetitivo del dise?o de los niveles, su escaso trabajo t¨¦cnico y la monoton¨ªa que implacablemente se cierne si se intenta jugar individualmente. Hasta 4 jugadores pueden tomar parte en una misma consola, en una forma similar que aquellos m¨ªticos arcades de Konami con 4 controladores y haciendo que lo que antes acababa siendo un castigo se llene de carcajadas y diversi¨®n, una f¨®rmula que raras veces falla. Lamentablemente el multijugador tambi¨¦n acaba afectado por la ausencia de cooperativo por Internet, suplido con un insulso modo Deathmatch con poco sentido.

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