Monopoly Streets
- Plataforma3607PS37
- G¨¦neroEstrategia
- DesarrolladorEA Salt Lake
- Lanzamiento25/11/2010
- EditorElectronic Arts
Tablero digital
El vendaval que supuso a nivel comercial la edici¨®n digital de Monopoly hac¨ªa prever que, tarde o temprano, el famoso juego de tablero volver¨ªa a dejarse ver en el cat¨¢logo de las principales consolas de sobremesa. Con ?Streets' se sigue trabajando bajo la idea que ya conocimos en el pasado, donde b¨¢sicamente se pretende llevar a consola toda la diversi¨®n que esta licencia ofrece en formato est¨¢ndar.
Todav¨ªa nos sorprendemos al echar un vistazo a las listas de los videojuegos m¨¢s vendidos del pasado 2009. Entre los t¨ªpicos ?triples A' que pueblan el mercado destaca alg¨²n que otro t¨ªtulo menos destacado, as¨ª como otros que dif¨ªcilmente podr¨ªamos imaginar. Monopoly no s¨®lo figura en esta lista, sino que adem¨¢s se sit¨²a en lo m¨¢s alto de la misma. La obra de EA Games escalaba hasta lo m¨¢s alto del podio, figurando como el juego m¨¢s vendido de 2009. Lo dir¨¢n en las tiendas, entre los n¨²cleos sociales que surgen con espontaneidad: Monopoly no fue en Wii ese gran videojuego que justifica por s¨ª solo la adquisici¨®n de la consola, pero cumpl¨ªa su cometido en cuanto a ofrecer la experiencia del juego de mesa en el panorama digital, tan exigente en nuestros d¨ªas.
Ni bueno ni malo, sencillamente aceptable. Fue suficiente para que EA Games se plantease la idea de elaborar una nueva adaptaci¨®n, esta vez (al igual que en el pasado) con visos a aparecer en todas las plataformas del mercado, unas m¨¢s favorecidas que otras, como veremos a continuaci¨®n. Para ello no se ha calentado demasiado la cabeza a la hora de imaginar cu¨¢l ser¨ªa el camino a seguir tras los buenos resultados obtenidos en tiempos pasados. B¨¢sicamente, Monopoly Streets invita a los jugadores a experimentar las sensaciones aut¨¦nticas del juego de mesa, ayud¨¢ndose de alguna que otra artima?a digital con la que se mejora la accesibilidad a los usuarios que nunca antes han tenido ocasi¨®n de probar las mieles de este adictivo t¨ªtulo.
En efectos pr¨¢cticos, el funcionamiento de Street difiere en poco o nada del estilo que propone el tablero: un total de cuatro jugadores (humanos o controlados por la CPU) se disputan una serie de territorios que han de adquirir con el dinero que la banca ha facilitado como aval para crear un imperio. Bien sea a trav¨¦s de una tirada de dados o a trav¨¦s de un trueque, el jugador debe avanzar a trav¨¦s de distintas casillas en las que se debe acatar una serie de requisitos econ¨®micos para comprar viviendas, parques, avenidas y dem¨¢s material relacionado con la ciudad en la que transcurre la aventura. La susodicha lleva por nombre Monopoly City, y es la primera de las dos a las que tenemos acceso. Landmark City, por otro lado, ofrece exactamente la misma premisa, solo que cambiando el panorama visual.
La adquisici¨®n de viviendas permite tener cierto poder econ¨®mico para abordar la situaci¨®n del resto de jugadores. Si un rival cae en una casilla marcada con nuestro color (representando a su vez alguno de los bienes materiales que nos pertenecen), ¨¦ste se ver¨¢ obligado a pagar una especie de cuota que sirve a modo de renta. Si no dispone de los fondos necesarios para abordar la operaci¨®n, no tendr¨¢ m¨¢s remedio que declararse en bancarrota y, en consecuencia, dejar¨¢ de participar en la partida. As¨ª se establece el sistema interno que a grandes rasgos sigue a pies juntillas el Monopoly tradicional ?de toda la vida', aunque no sin ofrecer algunos detalles caracter¨ªsticos y ¨²nicos de esta edici¨®n digital.
Estas ?novedades' s¨®lo ser¨¢n apreciables a ojos de los jugadores m¨¢s experimentados. En ellas se permite acelerar el ritmo de las partidas, estableciendo determinadas reglas que cambian sutilmente la experiencia de juego. Como muestra un bot¨®n: es posible establecer un m¨¢ximo de tiradas, con un total de 20 lanzamientos, estableciendo como ganador al jugador que mejor se haya movido por el tablero durante este tiempo. Es posible determinar las condiciones de la victoria centrando la atenci¨®n de los jugadores en adquirir toda propiedad que caiga en su mano sin tener en cuenta el sustento econ¨®mico, o incluso fijar una cantidad de dinero mayor al comenzar cada partida, bajo riesgo de mayores penalizaciones al caer en casillas rivales. Es, en fin, una nueva vuelta de tuerca al sistema tradicional.
Las opciones de personalizaci¨®n incluyen tambi¨¦n la posibilidad de escoger una ficha en concreto que cuenta con habilidades espec¨ªficas para la partida. Cada jugador deber¨¢ escoger una u otra en funci¨®n de su perspectiva de juego. Esta faceta, unida a los minijuegos que de vez en cuando se dejan ver durante la partida, ampl¨ªa las posibilidades a las que cada jugador puede acceder para amplificar la diversi¨®n. El estilo que mejor funciona es, no obstante, el tradicional. Se dir¨ªa que el resto de alternativas son exactamente eso: distintas v¨ªas para disfrutar de la misma estructura. Si hemos comenzado una partida sin contar con uno o dos amigos que aparecen de improvisto tampoco hay problema, ya que pueden ingresar en cualquier momento sin romper el ritmo de la misma.
Este ¨²ltimo aspecto, el ritmo de juego, es uno de los puntos que se molestan en empa?ar la experiencia de juego por la cantidad de animaciones que se dan cita sobre el tablero a cada nuevo lanzamiento que realizamos. Cada vez que ruedan los dados, nuestro avatar virtual se prodiga en celebraciones, gestos y dem¨¢s parafernalia con la que se pretende aportar algo de variedad al plano visual. Sin embargo, su utilidad es interesante durante las primeras partidas, pero acaba resultando un lastre cuando queremos otorgar algo de velocidad a los movimientos comerciales que realizamos con nuestro imperio ya en marcha. Por suerte existen distintas opciones accesibles desde el men¨² principal que permiten omitir dichas animaciones para centrar la atenci¨®n en el juego puro y duro.
Sucede todo lo contrario con el panorama visual del t¨ªtulo, mejorado notablemente respecto a lo visto y vivido en el anterior Monopoly. Valoramos positivamente que EA Games haya invertido algo de tiempo en representar el crecimiento de las ciudades para dar algo de fuerza al aspecto gr¨¢fico, lo que nos lleva a descubrir c¨®mo evoluciona el hotel de turno que crece en funci¨®n de nuestras ganancias, as¨ª como otros detalles menores que contribuyen a mejorar la sensaci¨®n que trasmite el juego a primera vista. El dise?o de los personajes, viviendas, hoteles, minijuegos y otros elementos secundarios es correcto, sin m¨¢s. En la edici¨®n de Wii se echa en falta algo m¨¢s de definici¨®n, mientras que en PS3 y X360 cumple su cometido sin detalles que merezcan especial atenci¨®n.
Aceptamos los problemas secundarios que experimentamos en PS3 y X360, pero de ninguna forma se entiende la actitud de EA Games en cuanto a ignorar ol¨ªmpicamente cualquier modo online que pueda formar parte de la edici¨®n de Wii. La sobremesa de Nintendo se resigna una vez m¨¢s (exactamente igual que suced¨ªa en otra obra de la compa?¨ªa, NFS: Hot Pursuit) a no tener ni rastro de una opci¨®n que deber¨ªa ser totalmente crucial para entender un t¨ªtulo de car¨¢cter multijugador. Puede que se trate de una minucia sin importancia para los usuarios que no tengan intenci¨®n de darle el menor uso, pero sin el modo Online se castiga a los jugadores individuales que quieran disputar unas partidas con cualquier amigo sin moverse de casa. Es cierto que en Wii se aprecia un ¨¦nfasis especial en el multijugador local, pero esto no quita que se penalice esta omisi¨®n, que va camino de convertirse en un mal end¨¦mico de la consola de Nintendo.
La ausencia de un modo Online (insistimos en que S? est¨¢ presente en PS3 y X360) no es el ¨²nico ?pero' que ha de llevar a sus espaldas Monopoly Street, junto con el problema del ritmo de las partidas o de la escasez de ciudades emblem¨¢ticas para dar rienda suelta a nuestra imaginaci¨®n: tambi¨¦n se olvida de otorgar un papel m¨ªnimamente relevante al apartado sonoro, que b¨¢sicamente se reduce a repetir las mismas melod¨ªas una y otra vez hasta que el jugador acaba bajando el volumen del televisor de turno. Las voces, tan repetitivas como irritantes, tampoco ayudan a mejorar el pobre rendimiento que la presente edici¨®n de Monopoly ofrece en este sentido. No obstante, y al igual que sucede con otros rasgos descritos con anterioridad, no se trata de una tara que deba preocupar en demas¨ªa a los jugadores que s¨®lo se preocupen por divertirse.
Por suerte hay otros elementos que hacen olvidar los problemas que venimos comentando en los p¨¢rrafos anteriores, tal es el caso del sistema de apuestas, din¨¢mico y competitivo, o de un motor gr¨¢fico que se preocupa por dar algo de vida a las tristes animaciones del pasado. Sin embargo, no se explica la presencia de dos ciudades ¨²nicas, lo que hace pensar que Monopoly Street cuenta con un fuerte componente basado en las descargas de contenido, desde donde podemos adquirir material adicional para el t¨ªtulo. De poco vale darle m¨¢s vueltas a un manido asunto como el de los DLC, pero nunca est¨¢ de m¨¢s ilustrar una situaci¨®n que a buen seguro no terminar¨¢ de agradar a los jugadores m¨¢s exigentes en este sentido.
Monopoly Street cuenta, se mire como se mire, con la virtud que necesita llevar por bandera cualquier representante de esta licencia: la esencia del tablero de mesa. Si te gusta el original, su adaptaci¨®n no te dejar¨¢ indiferente. Ahora bien: si dispones del original, pi¨¦nsatelo dos veces. Especialmente en Wii, donde est¨¢ visto que EA Games sigue d¨¢ndole la espalda al Online y, por ende, a los usuarios de la consola de Nintendo.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podr¨ªan haberlo llevado a cotas m¨¢s altas. C¨®mpralo sin miedo.