S¨®lo para (algunos) ni?os

Quise incluir este juego en mi biblioteca por una raz¨®n sentimental, para recordar esos d¨ªas en los que no hab¨ªa ordenador, ni videoconsola, y uno se ten¨ªa que conformar con apilar fichas de Lego (esas que, misteriosa e invariablemente, acabamos perdiendo a las pocas semanas, por culpa de nuestro absoluto desprecio al orden y de la escoba de mam¨¢). As¨ª que me apresur¨¦ a instalar este juego en mi ordenador disponi¨¦ndome a pasar una tarde como las de antes, amontonando fichas, aunque s¨®lo fuera en la realidad ofrecida a trav¨¦s de la pantalla, muy dispuesto a disfrutar como un chiquillo.

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Pero la primera sorpresa de la tarde es que me hab¨ªa equivocado de medio a medio. No iba a tener la oportunidad de construir nada. Por raro que parezca, Lego, famoso por sus juegos de construcci¨®n, ha estampado su logotipo en un producto que nada tiene que ver con eso de construir. As¨ª que olv¨ªdate de montar lo que quieras, desde edificios a (por lo menos en mi caso; yo era un ni?o muy cafre) ingenios de guerra, y prep¨¢rate a ?disfrutar? de un juego de aventuras en 3D, tan costumbrista que nos trae recuerdos de ¨¦pocas casi prehist¨®ricas, cuando viv¨ªamos esto de la aventura en diferentes tonos del verde.

Si eres un pap¨¢ que no sabe con qu¨¦ castigar a su hijo, sigue leyendo, que seguro que encuentras m¨¢s de una idea interesante. Si eres un ni?o, lee tambi¨¦n, as¨ª ir¨¢s entendiendo que los mayores, y en especial aquellos que se dedican a crear juegos, tambi¨¦n se equivocan.

En teor¨ªa, Lego Island 2 ofrece una aventura entretenida, no vamos a negarle ese m¨¦rito. En un ambiente en 3D, y desde el c¨®modo ¨¢ngulo de la tercera persona, manejaremos a un personaje que lo mismo puede montar en monopat¨ªn, que pilotar autom¨®viles, barcos o helic¨®pteros, en su empe?o de detener al malvado de turno. Adem¨¢s, a lo largo de nuestra b¨²squeda tropezaremos con 18 minijuegos, en los que tendremos que cumplir las m¨¢s variados prop¨®sitos, desde convertirnos en el mejor skater de la ciudad a participar en delirantes carreras. No quiero ser catastrofista, ni especialmente cenizo, pero fue Stephen King el que dijo que el camino al Infierno est¨¢ empedrado de buenas intenciones. Lego Island 2 no nos llevar¨¢ tan lejos, todo lo m¨¢s, a ver c¨®mo nuestros hijos bostezan con el pad de control en la mano. El que un juego tenga por destinatario a los m¨¢s peque?os de la casa, no justifica en ning¨²n caso un producto en el que se aprecia poca imaginaci¨®n y pocas ganas de hacer bien las cosas. Sobre todo porque ser un ni?o no equivale a ser tonto, y ellos son bastante m¨¢s sensibles que nosotros al grado de diversi¨®n que pueda ofrecer un determinado entretenimiento.

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Al principio del juego, nuestro objetivo consiste en buscar entre las viviendas de Lego Island a gentes a las que endilgar nuestras pizzas. Luego, nos entretendremos en buscar las piezas de un artefacto llamado... (a ver si consigo escribirlo bien) Constructopedia, que el malo de turno ha desguazado para desgracia de todos los nativos. En nuestra b¨²squeda tendremos ocasi¨®n de visitar otros parajes, con son la Isla de Castle, la Isla de los Adventurers y, finalmente, la Isla de Ogre. En cualquier momento, si a Pepper se le cansan las piernas, podremos coger alguno de los veh¨ªculos que los habitantes de Lego Island dejan a disposici¨®n de los repartidores de pizzas, especialmente, si tienen menos de nueve a?os.

Al ser un juego "para ni?os", nuestro h¨¦roe jam¨¢s ver¨¢ peligrar su integridad f¨ªsica, y el ¨²nico reto consiste en dar vueltas y m¨¢s vueltas por cualquiera de las dichosas islas, en busca de los trozos de la Condus.. Construdo... Bueno: de los trozos de eso. Para amenizar la fiesta, tropezaremos con numerosas Minipartidas, hasta dieciocho, que son peque?os juegos dentro del juego, que debemos superar para seguir avanzando. Por ejemplo, en la primera tendremos que aplastar el m¨¢ximo n¨²mero de robot, que aparecer¨¢n aleatoriamente en una de las cuatro casillas presentes, en la segunda, hay que bucear esquivando los peligros del mar en busca de una piezas perdidas, en la tercera tendremos que enfrentarnos en un lance medieval al Caballero Tenebroso, en la cuarta... En fin, ?sigo o ya has cogido la idea?

En cualquier ocasi¨®n, si Pepper se aburre de buscar los despojos de ese impronunciable artefacto, podr¨¢ ir a su casa y volver a jugar cualquiera de las Minipartidas en su ordenador. A cambio de conseguir r¨¦cords especiales, obtendr¨¢ medallas y trofeos que podr¨¢ lucir en su saloncito. Estos juegos no son especialmente largos (pueden completarse en dos o tres minutos), pero sin duda algunos ser¨¢n del agrado del p¨²blico, especialmente el infantil.

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Los modelos son bastante correctos, y habr¨ªan sido dignos de verse si se hubieran creado pensando en las posibilidades del hardware actual, pero resultan bastante sosos, lisos y sin detalles.

El dise?o de los escenarios tampoco invita al baile, ni abrir¨¢ ninguna boca por su capacidad para asombrar al p¨²blico. Lego Island es apenas un trozo de verde, con algunos relieves, cruzado por un peque?o laberinto de carreteras, y salpicado por tristes edificios monol¨ªticos, en los que dif¨ªcilmente se aprecian los bloques de los que se suponen est¨¢n hechos. Adem¨¢s, hay errores m¨¢s que frecuentes, como planos que se interrumpen cuando la c¨¢mara enfoca de una determinada manera, o superficies que presentan "l¨ªneas de ensamblaje", como si los dise?adores hubieran querido revelar los remiendos con los que han construido el escenario, dando una sensaci¨®n bastante pobre y artificial.

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El giro que se produce en la trama y en nuestros objetivos con la huida de Brickster, tampoco enderezan el conjunto. B¨¢sicamente, seguiremos haciendo los mismo, s¨®lo que en vez de bocas hambrientas de nuestra Super-especial-mega-queso, ahora buscaremos las p¨¢ginas de la Constructopedia (merezco un premio si he conseguido escribirlo siempre igual hasta ahora). Los diferentes juegos que pretenden salpimentar la aventura tampoco constituyen un aliciente suficiente para incitar a nadie, y menos a¨²n a un ni?o, a que siga sentado frente al ordenador.

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Los controles b¨¢sicos, en principio, son bastante f¨¢ciles de memorizar, e igual de sencillo resulta hacer que Pepper vaya hacia donde tenga que ir. Pero la cosa se complica un punto si tiene que hacer algo m¨¢s, como lanzar pizzas (nuestra arma contra los robots de Brickster) o montar en veh¨ªculo. Se aprecia entonces el nulo mimo que se ha empleado en depurar el programa. Ciertos movimientos resultan enojosamente lentos o descoordinados y, en el caso de los veh¨ªculos, suelen hacer cosas extra?as cuando golpean alg¨²n obst¨¢culo o cuando vuelcan. Por ejemplo, montando a caballo puede resultar un aut¨¦ntico enojo el intentar apartarlo de ese ¨¢rbol con el que acaba de chocar para que pueda seguir avanzando.

Pero cuando uno piensa que se ha acostumbrado a las peculiaridades de los controles, es cuando entran en escena los minijuegos. Cada uno de ellos (y hay dieciocho) tiene sus propios controles, y aunque sencillos, puede resultar una pesadilla el tener que ir aprendiendo como diablos hacer lo que se nos pide. Si a eso le sumamos que hay ciertos juegos en los que el personaje parece ignorar lo que le estamos ordenando a trav¨¦s del joypad, obtenemos un producto capaz de desbordar la paciencia y la meditabunda calma del m¨¢s santo var¨®n.

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Pero si a¨²n as¨ª eres un extra?o h¨¦roe con virtudes que van m¨¢s all¨¢ del entendimiento humano (o alguien que no ha sabido encontrar otra cosa para gastar su tiempo libre), descubrir¨¢s que el juego es corto. Muy corto. Las cuatro localizaciones disponibles son bastante peque?as, y te las acabar¨¢s aprendiendo igual de bien que las dependencias de tu propia casa. Algo que no quita que te vayas a dar interminables y tediosos paseos en busca de eso que te falta para seguir avanzando, o pele¨¢ndote contra tu propio mando de control.

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P¨¢gina web de Lego: www.lego.com

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