Jam Sessions

Las sesiones m¨¢s profesionales de guitarra de acordes est¨¢n aseguradas en este nuevo Jam Sessions. Un juego s¨®lo posible en Nintendo DS y que ha sabido sacar el m¨¢ximo partido al sistema t¨¢ctil de ¨¦sta. La creaci¨®n y el sonido al servicio de la doble pantalla.

A veces, cuando alg¨²n estudio decide arriesgarse y crear productos absolutamente rompedores y novedosos sin importar su posibilidad de ¨¦xito comercial, surgen ideas fascinantes, obras que se alejan del t¨¦rmino "juego" y son ya m¨¢s bien complejos programas con los que pasar un buen rato investig¨¢ndolos a ellos y a nosotros mismos. La m¨²sica suele ser la nota dominante en las tem¨¢ticas de ¨¦stos y Jam Sessions no ha querido dejar pasar la oportunidad que le brinda DS para dejarnos un completo simulador de guitarra.

Aunque a priori se pueda pensar en un juego al estilo Guitar Hero, la mec¨¢nica y la jugabilidad que ofrecen son radicalmente distintas. No hay retos de reflejos, no hay velocidad, no hay canciones. Todo queda simplificado en una mesa de audio que da distintas posibilidades al jugador para que cree o reproduzca sus propios temas.

La complejidad y seriedad con la que se nos presentar¨¢ la interfaz del t¨ªtulo le hace asemejarse a programas inform¨¢ticos de creaci¨®n musical tan conocidos y usados como Guitar-Pro, por ejemplo. Los men¨²s son sobrios, claros en su estructura y sin dar apenas explicaciones, y desde el principio se deja al jugador toquetear todo lo que quiera en acordes, cuerdas y efectos sonoros digitales.

No obstante, una especie de minimalista minijuego basado en descubrir, repetir y seguir diferentes series de notas nos permitir¨¢ desbloquear cuerdas de nuevos colores y sonidos para tocar en su modo de estilo libre, el principal. Por tanto, repetimos, se trata de un juego al estilo Electropankton, sin niveles, sin misiones, s¨®lo para los meros entretenimiento y creaci¨®n del propio jugador.

Sin duda es una apuesta arriesgada para una port¨¢til pero que es precisamente por su sistema t¨¢ctil por lo que se ha elegido la bipantalla de Nintendo. En todo momento permaneceremos con una mano en el Stylus y otra en la cruceta, o en los botones si se es zurdo. Con el lapiz rasgaremos la cuerda de la supuesta guitarra y con los botones o cruceta marcaremos el acorde que queremos que suene en cada momento.

?ste es el planteamiento b¨¢sico y continuo que nos brinda el juego, lo que har¨¢ que resulte aburrido para quien busque un reto y diversi¨®n acelerada m¨¢s que entretenimiento pausado y repetitivo. No obstante, el jugar con los efectos de sonido como la reverberaci¨®n, los ecos o la distorsi¨®n de cada acorde que marquemos nos brindar¨¢ un sinf¨ªn de matices y posibilidades m¨¢s t¨ªpicas de un programa profesional, aunque siempre sin llegar a serlo, pues est¨¢ adaptado a una consola port¨¢til.

La simplicidad gr¨¢fica y de presentaci¨®n casi asusta y dan la sensaci¨®n de t¨ªtulo inacabado o beta. Colores grises y apagados ba?an cada uno de los men¨²s y hasta la pantalla jugable, la cual, cabe decir, se basar¨¢ en una cuerda sobre fondo negro en la t¨¢ctil y una leyenda de la configuraci¨®n de botones en la superior. De vez en cuando aparecer¨¢ un dibujo o animaci¨®n simple, por acompa?ar.

A los botones o cruceta podremos asignar cualquier combinaci¨®n de acordes, sostenidos y efectos que se nos ocurra, la m¨¢s usada en cada canci¨®n que queramos representar o con la que queramos trabajar. As¨ª, y con la ayuda de los gatillos, tendremos a nuestra disposici¨®n un plantel de 24 sonidos distintos en acceso directo m¨¢s la infinidad de posibilidades al acabar la representaci¨®n musical.

Podremos mover las escalas y tramposes, realizar todos los acordes existentes, hasta los sostenidos y elevados y probar con todo tipo de combinaciones. Por supuesto, seg¨²n la duraci¨®n o golpecito de nuestro trazo en la pantalla t¨¢ctil se reproducir¨¢ una negra, una blanca, corcheas, punteos o redobles pudiendo reproducir cualquier canci¨®n que se nos ocurra o dise?emos.

El ¨²nico minijuego que nos propone un reto se basa simplemente en repetir las notas que marque el juego, con su duraci¨®n y matices de sonido. Empezando por estructuras b¨¢sicas de acordes como C, E o G7 acabaremos interpretando aut¨¦nticas obras de gran variedad y complejidad sonoras, las cuales nos propondr¨¢n diversos trazos, entramados de botones y m¨¢s de un quebradero de cabeza. Con este sencillote desaf¨ªo podremos desbloquear apariencias y cuerdas para el juego, e ir avanzando por los distintos niveles que propone.

Y es que en todo momento, dentro de unas bruscas limitaciones podremos cambiar la apariencia general y crom¨¢tica de las pantallas y el men¨². Distintas paletas de colores y accesorios har¨¢n que las pantallas de Nintendo DS brillen de diferentes formas, aunque siempre bajo un aspecto soso y rudimentario.

En definitiva, Jam Sessions pretende ser una innovaci¨®n de gran calidad profesional dentro del software de DS. Su apuesta es peligrosa, pues s¨®lo ser¨¢ apto para una minor¨ªa, y muchos de sus aspectos t¨¦cnicos quiz¨¢ deber¨ªan ser enormemente pulidos. No obstante, las sensaciones que puede llegar a transmitir, sobre todo a los m¨¢s entendidos en m¨²sica profesional, ser¨¢n bastante agradables. Todav¨ªa queda bastante para el lanzamiento de su versi¨®n final y no sabemos si se incluir¨¢n algunas mejoras que afinen por completo a esta sorprendente guitarra digital y port¨¢til.