En Fausto podremos investigar las causas que llevaron a Mefist¨®feles a considerar que hab¨ªa llegado el momento propicio para intervenir, y as¨ª conseguir una firma que compromet¨ªa para la eternidad a pobres personas.
A lo largo del juego, el propio Mefisto asume el papel de maestro de ceremonias, haci¨¦ndonos recorrer un inmenso parque tem¨¢tico y llev¨¢ndonos a cada uno de los siete escenarios para incitarnos a remover todo y as¨ª llegar conocer los hechos all¨ª acaecidos. Nosotros encarnamos a alguien que no recuerda su identidad y que se ve jugando el papel de ¨¢rbitro en una disputa que enfrenta a las grandes esferas de poder en el m¨¢s all¨¢.
Cada zona es cerrada, de forma que llegamos all¨ª sin nada o casi nada, y cuando lo resolvemos salimos del lugar para no volver. Esto tiene las consecuencias inmediatas de que la trama es lineal y de que la b¨²squeda de pistas para cada puzzle se reduce a un radio de acci¨®n reducido. Esto ¨²ltimo no quiere decir que los indicios para solventar los enigmas sean f¨¢ciles de interpretar, pueden estar ante nuestras narices y no darnos cuenta, es decir, que si no de una dificultad endiablada, si que resultar¨¢, cuando menos, entretenido para cualquiera dar con las claves de cada rompecabezas.
Falta un elemento no poco t¨ªpico de las aventuras gr¨¢ficas: las conversaciones. La raz¨®n de ello es que la historia se ambienta en un lugar abandonado, y nuestras pesquisas se llevan a cabo en un entorno abandonado largo tiempo atr¨¢s. S¨®lo las sombras del pasado nos hacen compa?¨ªa durante el recorrido, adem¨¢s del omnipresente Mefisto y otro personaje cuyos intereses no quedan claros hasta el final, Teodoro, el due?o y fundador del parque.
Destaca la m¨²sica que podemos escuchar de fondo durante el juego y en el men¨² principal. Disfrutamos de grandes temas que pertenecen a g¨¦neros tan dispares como la m¨²sica cl¨¢sica, el blues o las tendencias electr¨®nicas. El cuanto al sonido, resulta correcto, como es de esperar en cualquier juego de estos tiempos.
Dada la estructura del juego, seg¨²n la cual los siete episodios son independientes, no hay que ir muy lejos para buscar pistas en cada uno de ellos. Sin embargo, hay que tener cuidado, ya que puede ocurrir que veamos un suceso o una animaci¨®n que no se repita m¨¢s y no reparemos en ella, de forma que por muchas vueltas que demos no encontremos la clave de nuestro problema de turno. Por esta raz¨®n, no es desaconsejable volver a empezar el episodio en que nos encontremos cuando nos veamos atascados de forma absoluta. Puede que al volver a realizar todo nos fijemos en algo que la vez anterior pas¨® inadvertido.
Es importante se?alar que, a veces, podemos tener la soluci¨®n de un problema, pero no funciona por que aun no tenemos todos los objetos o toda la informaci¨®n necesaria para abandonar el lugar, y el problema en cuesti¨®n nos conduce a otra estancia sin retorno. Por tanto, cada vez que consigamos algo, conviene volver a probar las teor¨ªas que hayan fallado hasta ahora. Es posible, s¨®lo posible, que alguna de ella sea v¨¢lida.
No me queda m¨¢s remedio que avisar que en un puzzle desarrollado en una gran biblioteca hay que colocar unos libros, pero hay que imaginar sus t¨ªtulos en ingl¨¦s para dar con el orden correcto. Esto l¨®gicamente es un grave fallo de la traducci¨®n.
La soluci¨®n completa del juego aparecer¨¢ muy pronto en El Club de la Aventura.
Todo ello respalda un gui¨®n bastante interesante. Cada uno de los siete escenarios nos cuenta oscuras historias de seres que se encuentran al l¨ªmite y que han llegado a un punto en que sus principios han de ser muy s¨®lidos para no caer en la tentaci¨®n de pactar con Mefisto.
Los puzzles, como ya he dicho, tienen una dificultad suficiente para entretener a cualquiera y para no desesperar a casi nadie, salvo en contados casos en que la pista clave se deja pasar y no hay posibilidad de volver a verla.
7.7
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podr¨ªan haberlo llevado a cotas m¨¢s altas. C¨®mpralo sin miedo.