Erase, Rewind

Tras Echochrome, un notable videojuego de plataformas y rompecabezas cuya soluci¨®n se basaba en el control del espacio y la alternancia entre las dos y las tres dimensiones, llega Echoshift, una entrega de la misma saga, en la que ahora deberemos trabajar contra reloj en una realidad c¨ªclica, en la que el tiempo apremia. Ambos lucen la misma est¨¦tica, deliciosamente minimalista, pero si en la primera parte hab¨ªamos de resolver situaciones que parec¨ªan inspiradas en las ilustraciones del genial artista holand¨¦s Maurits Cornelis Escher, ahora nos tocar¨¢ encargarnos de decorados en los que la profundidad jugar¨¢ ¨²nicamente un papel testimonial y deberemos hallar la manera de que las acciones de nuestro yo del pasado sirvan para ayudarnos a salir indemnes de nuestros problemas presentes.

Echoshift no es, de hecho, otro juego basado en el control del tiempo. A decir verdad, aunque es f¨¢cil encontrar paralelismos con el magistral Braid, de Johnathan Blow, el tiempo en Echoshift se comporta siempre de una manera similar. Disponemos de un determinado lapso para llevar a cabo una serie de acciones, para cuando nuestro personaje, un maniqu¨ª anat¨®mico de madera, vuelva a pasar por ah¨ª en una pr¨®xima ocasi¨®n. El 'eco' de nuestro maniqu¨ª se comportar¨¢, tras la finalizaci¨®n de una primera cuenta atr¨¢s, justo tal y como les hemos empujado a hacer. El tiempo seguir¨¢ siendo limitado, y si agotamos de nuevo el tiempo m¨¢ximo del que disponemos, se acumular¨¢ un nuevo eco, reproduciendo las acciones que en otras l¨ªneas temporales habremos ejecutado. Cuantas m¨¢s encarnaciones de nuestro maniqu¨ª necesitemos para resolver cada escenario, menor ser¨¢ nuestra puntuaci¨®n, por lo que conviene estudiar bien los entornos y no demorarse ni errar excesivamente.

Echoshift es tanto un rompecabezas que requiere al jugador ser capaz de efectuar un an¨¢lisis de cada decorado con un vistazo, como un juego de plataformas, en el que convendr¨¢ activar en el momento apropiado una serie de resortes, saltar sobre muelles, esquivar enemigos, sortear obst¨¢culos, e incluso soportar el peso de algunos objetos que nos caer¨¢n encima al pasar por determinadas trampas, que nos har¨¢n perder un tiempo valioso. Cada nueva pantalla supone un reto, y es tambi¨¦n un desaf¨ªo el intentar superarnos a nosotros mismos reduciendo las marcas obtenidas tras unas primeras partidas. No se trata s¨®lo de ingenio, sino de econom¨ªa de movimientos y ahorro de energ¨ªas. Necesitar demasiado tiempo para subir una escalera o equivocarnos a la hora de activar botones puede comportar que nuestro hier¨¢tico maniqu¨ª necesite m¨¢s rato del esperado y que esos peque?os titubeos nos penalicen o hagan que requiramos un nuevo ciclo, otra encarnaci¨®n de nuestro personaje.

Brillante en su simplicidad, Echoshift hace gala de un dise?o de niveles sobrio, pero variado. A medida que avancemos por las distintas fases podremos encontrar diferentes tipos de interruptores, que activaremos al oprimir, de pasarelas, por las que podremos pasar tras colocar en su sitio con unos cuantos empujones, o puentes que s¨®lo aparecer¨¢n al pisar sobre una determinada plataforma. El concepto b¨¢sico que rige el juego no es otro que el de ser capaz de prever qu¨¦ hacer en el pr¨®ximo ciclo o los siguientes y qu¨¦ debemos hacer desde un principio para cooperar con los actos pret¨¦ritos de nuestra propia identidad. Es decir, tendremos que colaborar con nosotros mismos. Haber cimentado ayer las bases que nos permitir¨¢n hoy ascender hasta una cornisa, desde la que ma?ana abrir la puerta que nos permitir¨¢ salir del nivel en el que llevamos tres ciclos encerrados.

Esta necesidad de previsi¨®n, de estrategia y de programaci¨®n de acciones no siempre es evidente desde un principio. De hecho, aunque es posible previsualizar cada uno de los niveles antes de emprender nuestro periplo, a menudo nos ser¨¢ necesaria la experiencia directa, el ensayo y el error, para poder determinar de modo milim¨¦trico de cu¨¢nto tiempo precisa nuestro maniqu¨ª para recorrer una determinada distancia, por lo que raramente conseguiremos las mejores marcas tras los primeros intentos. Incluso niveles aparentemente sencillos entra?an en ocasiones movimientos y elecciones que no resultar¨¢n obvios hasta que comprobemos que muchas veces nuestro enfoque inicial no es ¨®ptimo y que los pasos que concienzudamente hab¨ªamos planeado nos apartan o nos distraen, en realidad, de nuestro objetivo.

La aparente sencillez del dise?o de los gr¨¢ficos y de cada uno de los escenarios termina por convertirse en otra trampa, m¨¢s all¨¢ de de las evidentes, en la que caeremos a menudo, incluso teniendo siempre en cuenta la posibilidad de que sean enga?osas las primeras impresiones al enfrentarnos con cada nuevo rompecabezas. Cabe destacar que, aunque los primeros niveles no son sencillos, pronto descubriremos que nuestra experiencia previa puede hacer que nos dejemos llevar y que entendamos que ciertos enigmas comparten una pauta, lo que no siempre ser¨¢ cierto. Adem¨¢s, la complejidad de los laberintos ir¨¢ en aumento, y ser¨¢n m¨¢s intrincados los niveles. Es notable la diversidad de aspectos de los escenarios que conforman cada nivel, as¨ª como la heterogeneidad de cada una de las fases. Un verdadero logro, si tenemos en cuenta la sencillez de los elementos empleados para bastir cada una de las pantallas del juego.

Echoshift se descubre como un videojuego ideal para una port¨¢til, ya que podremos dedicarnos a resolver un escenario por un espacio breve y limitado de tiempo, abandonar la partida y retomar la acci¨®n o emprender un nuevo nivel cuando nos apetezca. Sin embargo, se trata de un t¨ªtulo que exige cierta concentraci¨®n, por lo que es necesario poseer una capacidad de abstracci¨®n m¨ªnima para hacer frente a los desaf¨ªos que se nos plantean. Supone un hito destacable que, pese a la notable similitud formal de unos niveles y otros, la variedad de entornos y a la multitud de rompecabezas diferentes que integran el juego conforma un todo que nunca llega a presentarse como repetitivo. Puede que la partitura, que recuerda a temas del muy popular Michael Nyman (un compositor especialmente prol¨ªfico en el campo de las bandas sonoras cinematogr¨¢ficas) abunde en exceso en sucesiones de arpegios similares y termina por suscitar cierto cansamiento en el jugador, aunque, por otro lado, se trata de melod¨ªas muy relajantes y adecuadas para el conjunto del juego.

En Echoshift encontramos ocho niveles, cada uno de los cuales consta de un total de siete estratos diferentes. A medida que superemos cada una de las partes de cada fase podremos acceder a nuevas zonas, en las que hallaremos entornos de mayor dificultad. A su vez, los elementos integrantes de cada rompecabezas son sensiblemente distintos en cada conjunto de retos. Los resortes o interruptores sencillos dar¨¢n paso a columnas de pilares que deberemos derribar, plataformas que har¨¢n aparecer o desaparecer paredes o suelos, pasarelas que deberemos colocar en su sitio para poder avanzar o temporizadores que nos dar¨¢n ¨²nicamente unos instantes para llegar hacia nuestro objetivo. Aunque el sistema se basa en estructuras semejantes y significa el continuo reciclaje de recursos similares, nuestro recorrido fant¨¢stico, lejos de llegarse a hacer mon¨®tono, comporta una estudiada combinaci¨®n de buen n¨²mero de estos objetos y termina por constituir unos decorados de considerable complicaci¨®n en los que raramente nos parecer¨¢ estar repitiendo un mismo esquema b¨¢sico.

Por si cuanto encontramos en el UMD o la descarga digital del juego fuera poco, Sony ha puesto en PlayStation Network a disposici¨®n de los aficionados a Echoshift siete nuevos escenarios que integran un nuevo nivel adicional. Por desgracia, obsequiar a los videoadictos con descargas gratuitas con las que expandir la experiencia de juego de un determinado t¨ªtulo ha dejado de ser algo habitual. Los contenidos digitales a?adidos se han convertido en un gran negocio para estudios de desarrollo y plataformas de distribuci¨®n, por lo que es casi siempre necesario pasar por caja y abonar una determinada cantidad para obtener un material que en ocasiones estaba destinado a formar parte del producto original, as¨ª que, por descontado, celebramos que a¨²n se produzcan iniciativas de este tipo, ni que sea de modo espor¨¢dico y en productos que, al menos aparentemente, no est¨¢n destinados a captar la atenci¨®n de una gran audiencia.

Quiz¨¢s hubiera permitido incluso una mayor diversidad el decidir presentar en Echoshift fases en las que el tiempo se comportara de modo diferente, a la manera de como sucede en Braid, puesto que la mec¨¢nica s¨ª resulta algo r¨ªgida, pese a que son a menudo diferentes los m¨¢rgenes temporales de los que disfrutamos en cada escenario para decidir nuestros movimientos y llevar a cabo las acciones necesarias para salir de la habitaci¨®n. Aun as¨ª, parece evidente que si Sony lo considerara oportuno, el estudio Sony Japan podr¨ªa todav¨ªa ofrecer nuevos niveles, ya que la f¨®rmula parece estar lejos de agotarse y sigue siendo tan entretenida como adictiva.

Echoshift es, pues, un t¨ªtulo perfectamente rejugable, que empuja al jugador a aguzar el ingenio, economizar movimientos, prever los escollos que cada rinc¨®n del escenario es susceptible de significar, trazar estrategias y programar acciones y direcciones. Pese a su aparente sencillez, son pocos los t¨ªtulos de PlayStation Portable que exigen al jugador un ejercicio semejante, por lo que, junto con la entrega precedente, Echocrome, la saga Echo parece destinada a consagrarse como un cl¨¢sico de su g¨¦nero en el cat¨¢logo de la port¨¢til.  Confiamos en que Sony Japan siga ofreciendo rompecabezas de semejantes caracter¨ªsticas y nuevos cap¨ªtulos igualmente innovadores y atractivos que exploren con un envoltorio semejante otros mundos que ofrezcan nuevos desaf¨ªos intelectuales.