Demon Turf, an¨¢lisis. Un alocado viaje a trav¨¦s del inframundo

Fue anunciado durante el IGN Summer Game Fest 2020, y un a?o y medio despu¨¦s, Demon Turf ha debutado recientemente en PC, PS5, PS4, Xbox Series X|S, Xbox One y Nintendo Switch. Puede que su llegada no haya hecho demasiado ruido, pero su premisa es m¨¢s que suficiente para que aspire a hacerse un hueco entre los seguidores de los plataformas 3D. Esos que comenzaron a llegar en tiempos de PlayStation y Nintendo 64.

La aventura nos lleva al Inframundo controlado por organizaciones que mantienen sometido al pueblo. Nosotros, en la piel de una joven demon¨ªaca que atiende al hombre de Beebz, trataremos de poner orden en la ciudad¡­ y de conseguir el t¨ªtulo de Reina del Inframundo. Ayudar a los dem¨¢s no est¨¢ re?ido con tener ambiciones en la vida, ?no? En cualquier caso, m¨¢s all¨¢ de una puesta en escena que no deja indiferente a nadie, lo primero que nos llama la atenci¨®n es la decisi¨®n de explorar entornos tridimensionales con personajes y sprites 2D.

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En la variedad est¨¢ el gusto

Si hay algo que nos ha conquistado tras completar Demon Turf es, sin lugar a dudas, el derroche de ideas que pone sobre la mesa. Porque el t¨ªtulo de Fabraz y Playtonic siempre intenta explorar los confines del g¨¦nero. Y lo consigue. Misiones secundarias que nos encomiendan los habitantes del Inframundo, puzles que requieren el uso de f¨ªsicas, arenas de combate en las que debemos hacer frente a numerosos enemigos bajo determinadas circunstancias, expediciones submarinas, minijuegos¡­ No hay tiempo para aburrirse; el juego bebe de cl¨¢sicos como Banjo-Kazooie o Spyro the Dragon, entre otros, pero tambi¨¦n trata de ofrecer algo nuevo en todo momento.

Por supuesto, en la coctelera de ideas no faltan los ingredientes cl¨¢sicos del g¨¦nero como la recolecci¨®n de objetos, los desaf¨ªos plataformeros y la necesidad de volver a zonas ya visitadas para hacer uso de nuevas habilidades de exploraci¨®n. En este sentido, hay que decir que el juego cumple su papel como plataformas, pero tampoco destaca especialmente en ninguna de sus facetas. No obstante, la forma en que las combina con todo lo mencionado arriba termina dando lugar a un resultado bastante satisfactorio; es un t¨ªtulo que divierte y siempre se guarda algo con lo que sorprender.

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Guardar partida: una mec¨¢nica m¨¢s

Como si de un plataformas de la ¨¦poca de los 90 se tratase, Demon Turf no es precisamente un ejemplo de benevolencia a la hora de castigar al jugador. Los errores se pagan, y un salto mal medido, un ataque que no acierta en su objetivo o el mero hecho de no comprender bien alg¨²n rompecabezas, son m¨¢s que suficiente para que tengamos que repetir una secci¨®n completa. Es algo que puede llegar a ser frustrante, si no fuese por la presencia de una de las mec¨¢nicas m¨¢s originales del t¨ªtulo: el sistema manual de puntos de control.

Mediante la colocaci¨®n de una bandera, tenemos la oportunidad de crear nuestro propio checkpoint con ¡ªcasi¡ª total libertad; si decidimos alzar una de ellas justo antes de un salto exigente, podremos enfrentarnos a ¨¦l con la seguridad de que, en caso de sufrir una ca¨ªda mortal, inmediatamente volveremos a la bandera. Nos ha parecido una idea muy interesante, sobre todo al comprobar el acierto con el que ha sido implementada. No solo es un recurso limitado que debemos dosificar con cuidado; tambi¨¦n hace las veces de punto viaje r¨¢pido. En otras palabras: podemos saltar entre banderas en cualquier momento.

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Ambicioso y modesto a la vez

El conjunto jugable, la variedad de ideas y lo hilarante que resultan algunas de sus historias nos ofrecen una experiencia muy distinta a lo que normalmente encontramos en el g¨¦nero. En este sentido, podemos decir que se trata de un t¨ªtulo ambicioso a la hora de plantear algo nuevo a los jugadores. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce; algunas de sus costuras, propias de una producci¨®n humilde, saltan a la vista a menudo. Por un lado, el sistema de control no es del todo preciso, pues la inercia de las ca¨ªdas comprometen los saltos m¨¢s ajustados. No son acciones desafiantes tanto por la manera en la que se han medido, sino por las imperfecciones a la hora de manejar a Beebz.

Tampoco podemos obviar el dise?o del mundo, que nos deja un ligero sabor amargo debido a sus irregularidades. Es cierto que la direcci¨®n de arte acierta de pleno al mostrarnos una visi¨®n muy particular del Inframundo, pero tambi¨¦n lo es que la monoton¨ªa ambiental y lo vac¨ªos que est¨¢n algunos de sus escenarios ponen en peligro lo que podr¨ªa haber sido un viaje inolvidable. El apartado gr¨¢fico cumple y el rendimiento es correcto, y aunque valorar el aspecto de una obra es algo muy personal, la repetici¨®n de la paleta de colores no ha terminado de convencernos, a pesar del esfuerzo del estudio por llevarnos a trav¨¦s de alguna que otra zona donde consigue brillar puntualmente.