Death Road to Canada, An¨¢lisis

El papel de los zombis en la ficci¨®n representa un c¨²mulo de met¨¢foras de todo tipo. La m¨¢s b¨¢sica y citada, la del miedo a lo desconocido y a qu¨¦ aguarda m¨¢s all¨¢ de la muerte, se explicita en la propia idea de estos engendros putrefactos. Empero, el zombi tambi¨¦n ha sido objeto de interpretaciones pol¨ªticas y sociales. As¨ª, resulta complicado entender la cinta La noche de los muertos vivientes sin el contexto de la Guerra de Vietnam, una de las muchas lecturas que cr¨ªticos como Elliot Stein extrajeron de la pel¨ªcula del sempiterno George A. Romero. En una l¨ªnea similar, David Mateo, autor de uno de los relatos que componen el libro Antolog¨ªa Z, considera que el zombi es ¡°el m¨¢ximo exponente de una sociedad enferma, corrupta y condenada¡±.

Es evidente que la figura de los muertos vivientes apela a muchos y muy diversos miedos. Como ejemplo videol¨²dico, Resident Evil puede entenderse como una distop¨ªa que imagina c¨®mo ser¨ªa una sociedad abandonada por sus gobiernos y a merced de las opulentas corporaciones. Sin embargo, de entre todos los terrores, el horror a la muerte es el m¨¢s evidente. Ante un enemigo irracional, la humanidad est¨¢ obligada a cooperar y priorizar una necesidad primordial: sobrevivir. La invasi¨®n zombi es, ante todo, un contexto id¨®neo para estudiar los lazos entre personas y c¨®mo estos deben adaptarse a lo impredecible de la situaci¨®n. Quien era aliado cinco minutos ha, puede que traicione a sus compa?eros para salvar el pellejo. Quiz¨¢ sea por ese componente de incertidumbre por lo que la propuesta roguelite de Death Road to Canada sea tan atractiva.

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Un viaje imprevisible

Tras estrenarse con una buena acogida en ordenadores y dispositivos m¨®viles, la obra de Rocketcat Games llega a las consolas de sobremesa con un c¨®ctel que combina el mito zombi con el viaje de Oregon Trail. Su nombre es brillantemente descriptivo, pues este t¨ªtulo versa sobre el viaje de dos semanas desde Florida hasta Ontario que debemos afrontar para sobrevivir. Pero m¨¢s que la ruta a recorrer, el juego es fiel a la primera palabra de su t¨ªtulo.

Porque si algo destaca en esta odisea sangrienta es la muerte. Primero, porque es permanente e implica el final y la p¨¦rdida de todo lo obtenido a lo largo del periplo. Segundo, porque es el m¨¢s com¨²n de los resultados en cada partida. Y no es necesario compartir la habilidad de un periodista de videojuegos enfrent¨¢ndose al tutorial de Cuphead. Death Road to Canada pone muchas y muy diversas trabas al jugador para que sobrevivir durante dos semanas constituya un aut¨¦ntico desaf¨ªo. 

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A lo largo del viaje, los personajes, creados a imagen y semejanza del jugador, sus conocidos o simplemente de forma aleatoria, llegan a varios emplazamientos. Cada lugar se genera procedimentalmente, por lo que de poco sirve memorizar d¨®nde est¨¢n los recursos necesarios o las zonas de peligro plagadas de muertos vivientes. Escrutinar cada rinc¨®n es imprescindible para obtener los v¨ªveres suficientes para resistir hasta la pr¨®xima parada. Esas son las bases sobre las que se cimenta lo que Rocketcat Games denomina como Road Trip Action RPG.

Combinaci¨®n perfecta entre acci¨®n y di¨¢logos

Death Road to Canada es un evidente deudor del survival horror. Adem¨¢s de recopilar armas con las que sobrevivir de la forma m¨¢s rudimentaria posible -reventando cr¨¢neos ajenos-, tambi¨¦n habr¨¢ que abastecerse de comida, medicina y, claro est¨¢, gasolina. Como te ense?a tu primer coche, un viaje de dos semanas no es posible sin el suficiente combustible. Y viajar a pie por rutas infestadas de zombis no es nuestro ideal tur¨ªstico. 

Ni siquiera las garant¨ªas que ofrece ir sobre cuatro ruedas son suficientes para no acabar siendo un resto m¨¢s entre los escasos dientes de un no muerto. Como en el grueso de juegos ambientados en pleno apocalipsis zombi, el componente de acci¨®n juega un rol importante. Por m¨¢s que en Death Road to Canada sea bastante b¨¢sico, con poco de lo que preocuparse si la amenaza consiste en tan solo un zombi, s¨ª que admite cierto componente estrat¨¦gico. Conviene reservar las armas para los peligros reales y no detenerse a aniquilar a cualquier c¨²mulo de engendros que aparezca en la ruta. Cuando varios zombis atacan al mismo tiempo y desde diversos ¨¢ngulos en un espacio tan reducido, la muerte es casi inminente. Empero, el ¨®bice de la vertiente de acci¨®n de Death Road to Canada radica en que el combate es algo plano y, una vez acostumbrados a ¨¦l, no brinda un reto consistente salvo que la cantidad de zombis sea imposible de gestionar. Ah¨ª, Rocketcat Games abruma m¨¢s por cantidad que por calidad.

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Sobrevivir posibilita volver al coche -si es que tienes uno disponible- y emprender el viaje hacia otra localizaci¨®n. Adem¨¢s de los dos personajes del inicio, otros dos se unir¨¢n al grupo a lo largo de la partida. Y ah¨ª, reunidos y con varios kil¨®metros de inh¨®spito asfalto por delante, es donde la obra de Rocketcat Games se desmarca del resto. Cuando afloran los matices de ficci¨®n interactiva, Death Road to Canada sorprende con conversaciones autoconscientes e inteligentes. Es en esos momentos donde se toman las decisiones m¨¢s relevantes del juego, como a d¨®nde ir tras obtener el abastecimiento pertinente o si explorar una comisar¨ªa abandonada. Los menos duchos en el idioma de Shakespeare encontrar¨¢n en el abundante texto un escollo dif¨ªcil de superar, puesto que este indie sigue sin gozar de una traducci¨®n al espa?ol. Obviamente, eso no penaliza ni resta m¨¦ritos al juego, pero s¨ª que es recomendable afrontarlo con unas m¨ªnimas bases de ingl¨¦s porque de una nimia conversaci¨®n puede depender incluso la vida de nuestro personaje. Y en una obra con muerte permanente, eso es decir mucho.

El que se maneje bien con el ingl¨¦s encontrar¨¢ di¨¢logos muy variados, que dan pie a distintas situaciones y en los que nunca hay una respuesta evidentemente correcta. Solo la repetici¨®n exhaustiva permite conocer el resultado de ciertas decisiones, pero eso tarda bastante en aprenderse, y m¨¢s en un juego en el que ninguna partida es id¨¦ntica a la anterior. Complementar la acci¨®n fren¨¦tica de las oleadas con momentos de calma y toma de decisiones es una de las mejores elecciones de Rocketcat Games, as¨ª como el elemento diferencial de este indie.

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Cada run, una aventura distinta

Quiz¨¢ la comisar¨ªa antes mencionada oculte montones de recursos y sea un elemento clave para superar el viaje. Las mismas opciones hay de que sea un nido de zombis hambrientos de carne pixelada, pero puede que no tengamos suficiente gasolina como para permitirnos el lujo de ignorar una posible fuente de combustible. Solo hay una forma de descubrirlo y ninguna -m¨¢s all¨¢ de invertir horas en el juego- de anticipar cu¨¢l puede ser el resultado. Intuici¨®n y suerte se dan la mano en un t¨ªtulo en el que las decisiones tienen suficiente peso como para sentenciar una partida. As¨ª, la obra es muy satisfactoria en este aspecto, sobre todo cuando desconocemos todas las posibles consecuencias y nos limitamos a experimentar.

La variedad de personajes que podr¨¢n unirse a nuestro equipo deviene en la misma diversidad de situaciones posibles, por lo que tardaremos mucho en experimentar una partida que siquiera sea similar a la anterior. En cierto modo, la posibilidad de reclutar a otros supervivientes, cada uno con sus habilidades y caracteres, dota a este indie de un interesante matiz de RPG. Es imposible que un viaje no sea entretenido, por m¨¢s que la vida de los personajes est¨¦ en juego, si nuestros acompa?antes son un cachorro o un profesional de la lucha libre. Y el estilo con el que est¨¢n creados los sprites de cada uno sirve de agradable envoltorio para el regalo de estilo retro que es este indie.

Sin duda alguna, lo m¨¢s interesante de Death Road to Canada es que incluso la mejor run puede concluir catastr¨®ficamente en alg¨²n momento. Una mala noticia que trastoca los planes del grupo, la escasez repentina de v¨ªveres o un ataque sorpresa de una oleada irrefrenable de zombis son algunos de los m¨¢s inesperados y terribles designios del azar. Es esa variedad de situaciones posibles la que proporciona densidad al t¨ªtulo de Rocketcat, que, como todo buen roguelite, promete muchas horas de diversi¨®n. Puede que m¨¢s de uno termine frustrado cuando un imprevisto arruine su partida a escasos pasos de la frontera y quiz¨¢ ese sea el gran "defecto" de Death Road to Canada, que el jugador no siempre tiene agencia sobre las partidas y la aleatoriedad no entiende de estrategias bien definidas o decisiones acertadas. Entrecomillamos "defecto" porque ese componente aleatorio es parte de los roguelite, pero la habilidad del jugador no siempre tiene la importancia que deber¨ªa en la obra de Rocketcat Games.