City of Brass, An¨¢lisis

City of Brass, an¨¢lisis

El tedio inundaba el palacio del sult¨¢n Abd al-Malik hasta lleg¨® el aventurero Talib ibn Sahl. Para satisfacer al monarca, Talib le narr¨® una an¨¦cdota que ocurri¨® durante uno de sus m¨²ltiples periplos. ?l y su tripulaci¨®n se refugiaron de una terrible e imprevista tormenta en una isla remota y desconocida, pero cuyos habitantes eran tremendamente hospitalarios. Agradecidos por la acogida, Talib y sus hombres ayudaron a los nativos en sus tareas diarias, pero dich rutina se alter¨® pronto. Un d¨ªa, el navegante se percat¨® de una botella de bronce con el sello de Salom¨®n que pose¨ªa uno de los pescadores locales. Extra?ado y curioso, decidi¨® observar al due?o del frasco. Nada m¨¢s abrir el recipiente, un genio sali¨® de la botella y suplicaba perd¨®n. Talib qued¨® at¨®nito por semejante visi¨®n, pero el hombre, cuando detect¨® su presencia, le calm¨® asegurando que lo que acababa de presenciar era un suceso com¨²n. 

El sult¨¢n, absorto ante tan maravilloso relato, inst¨® a Talib a conseguir el prodigioso recipiente. As¨ª, el marinero emprendi¨® el viaje junto al virrey Musa ibn Nusayr, el jeque Abd al-Samad y varios de sus fieles compa?eros. En su particular odisea, el grupo hall¨® riquezas de todo tipo, pero no lo que buscaban. D¨ªas despu¨¦s, la expedici¨®n encontr¨® un misterioso pilar negro con un extra?o engendro antropom¨®rfico atado a ¨¦l. Aquel enigm¨¢tico ser les proporcion¨® las indicaciones pertinentes para llegar hasta las preciadas botellas. Poco tardaron en vislumbrar la ciudad de bronce, su destino, aunque la entrada estaba demasiado alta y no parec¨ªa haber ninguna puerta. El virrey Musa reuni¨® materiales y construy¨® una escalera por la que trep¨® un voluntario que, nada m¨¢s contemplar la ciudad, exclam¨® y se lanz¨® al vac¨ªo. Once hombres sufrieron el mismo destino. Esto no amedrent¨® al jeque Samad, que subi¨® valeroso y descubri¨® un pasadizo por el que abrir la puerta al resto de compa?eros. Una vez dentro, el grupo se horroriz¨®. Todos los habitantes de la ciudad eran cad¨¢veres. El mayor tesoro que pod¨ªan extraer de aquella aventura era volver sanos y salvos a sus hogares.

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Viaje a la ciudad de bronce

As¨ª transcurre La Prodigiosa Ciudad de Bronce, uno de los cuentos que conforman Las Mil y Una Noches. En este relato confluyen la aventura, la muerte, la fantas¨ªa y la caracter¨ªstica belleza de los vetustos relatos ¨¢rabes. Desde luego, la narraci¨®n est¨¢ plagada de elementos id¨®neos para una adaptaci¨®n videol¨²dica. O al menos as¨ª pensaron en Uppercat Games, un estudio australiano con antiguos implicados en los dos primeros BioShock. Su nueva propuesta es City of Brass¡ªliteralmente, ciudad de bronce¡ª, una reimaginaci¨®n del relato descrito hace apenas un p¨¢rrafo. En pos de captar el abanico de emociones que a¨²na La Prodigiosa Ciudad de Bronce, el equipo ha optado por desarrollar un roguelite de acci¨®n en primera persona. Una decisi¨®n ¨®ptima, pues se trata de un g¨¦nero que abraza la dificultad y la exploraci¨®n como medios para sobrevivir a los riesgos de un entorno generado procedimentalmente. 

Cuando uno sujeta el mando y empieza la partida, pronto aparecen los mismos cad¨¢veres descritos en Las Mil y Una Noches. La ciudad de bronce edificada por Uppercut imita a la del cuento y est¨¢ plagada de hordas de seres diab¨®licos, callejones por los que atajar por el nivel y tesoros que bien pueden ser diferenciales en el intento por sobrevivir. Esos son los elementos fundamentales de la docena de niveles que ofrece City of Brass, divididos en cuatro distritos, al final de los cuales aguarda un jefe final s¨¢dico. 

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Un roguelite distinto

Afrontamos la aventura en la piel de un intr¨¦pido ladr¨®n y con poco m¨¢s que un l¨¢tigo y una cimitarra para romper la maldici¨®n del genio. Se nota la experiencia de Uppercut Games porque el combate recuerda al de los primeros BioShock, aunque esta suerte de vergajo no es ni mucho menos tan vers¨¢til en combate como los Pl¨¢smidos. Al menos, su uso no se limita a la necrof¨ªlica pr¨¢ctica de azotar cad¨¢veres y sirve para agarrar tesoros distantes o desplazarse por partes concretas del entorno. En plena refriega, el l¨¢tigo permite desarmar a los contrincantes y hacerles tropezar, en funci¨®n de d¨®nde golpeemos. Tras romper las defensas de los rivales, el filo los abate con presteza dando como resultado un combate ¨¢gil, aunque es una l¨¢stima que no d¨¦ opci¨®n a encadenar combos. Empero, la pericia del avatar con el zurriago, el filo de su espada curva o las mejoras que halle escrutinando los niveles no siempre ser¨¢n suficientes para escapar con vida de la retante ciudad de bronce. Cuando la parca llega, no hay m¨¢s opci¨®n que volver al principio porque la muerte es permanente en City of Brass. 

Las mejoras obtenidas durante la partida previa no seguir¨¢n ayudando al protagonista en el siguiente intento ¡ªaunque existe una opci¨®n para transferir habilidades aleatorias en la pr¨®xima run¡ª. Tampoco lo har¨¢n los beneficios obtenidos merced a los tres deseos de los que disponemos al inicio tras cada partida. No esper¨¢bamos menos de un juego en el que los genios de los relatos ¨¢rabes acaparan tanta atenci¨®n. Precisamente, uno de los deseos que podemos solicitar pasa por convertir en aliado a un genio enemigo, cuyos flam¨ªgeros proyectiles ser¨¢n de gran ayuda para exterminar a los furiosos esqueletos. 

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Es m¨¢s, una vez superado el jefe de cada distrito, City of Brass brinda la opci¨®n de invertir los deseos en saltarse dichas fases. Por lo tanto, llega un punto en el que se puede empezar directamente por el ¨²ltimo distrito a cambio de los tres deseos y renunciar a las mejoras que pueden obtenerse superando los niveles de forma tradicional. Esto sirve como ejemplo para demostrar que el t¨ªtulo es fiel a las convenciones de su g¨¦nero. Jugar, jugar y volver a jugar es la ¨²nica forma de entender sus mec¨¢nicas y desbloquear las distintas bendiciones y maldiciones con las que experimentar en la pr¨®xima partida. En efecto, City of Brass deja que sea el jugador quien defina la dificultad del reto desde el men¨² principal, por ejemplo, a?adiendo m¨¢s trampas o dotando al personaje de m¨¢s salud. As¨ª, Uppercut Games huye del selector de dificultad tradicional y usa un sistema coherente con su propuesta l¨²dica. Puestos a repetir las fases, que eso sirva para encontrar el nivel de reto que mejor se adapte a nosotros.

Excesivamente repetitivo

Pese a contar con una premisa atractiva y un sistema de combate entretenido, City of Brass padece el peor problema que puede atormentar a un roguelite. En un g¨¦nero fundamentalmente basado en la repetici¨®n y en aprender sus l¨®gicas mediante reintentos constantes, la monoton¨ªa es una enfermedad mortal. De nada sirve disfrutar blandiendo la cimitarra si la variedad de enemigos es paup¨¦rrima. M¨¢s all¨¢ de alg¨²n cambio en la armadura y el arma, nos enfrentaremos siempre a soldados esquel¨¦ticos muy similares entre s¨ª. Incluso los m¨¢s robustos, que aparecen m¨¢s adelante, perecen tras unos pocos toques de espada. En el mismo sentido, que los jefes se repitan es una decisi¨®n de dise?o que afecta sobremanera a la jugabilidad. Una vez conoces sus patrones y sabes c¨®mo vencerlos, las siguientes partidas se convierten en una demostraci¨®n de simple memoria muscular.

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City of Brass no es un juego compasivo, pero su escasa diversidad de enemigos hace que memorizarlo sea sumamente sencillo y que su dificultad pueda contrarrestarse f¨¢cilmente. Una de las principales bazas de Uppercut Games para aumentar el grado de desaf¨ªo consiste en limitar el tiempo disponible para completar cada fase. En otros t¨ªtulos, uno no adquiere la suficiente destreza como para superar los niveles a contrarreloj hasta que ha invertido una ingente cantidad de horas a los mandos. Eso depende completamente de una variedad muy limitada en esta obra, por lo que el cron¨®metro deja de ejercer presi¨®n demasiado pronto.

Belleza ¨¢rabe

A la propuesta jugable de Uppercut le falta cierta ambici¨®n, algo que le sobra a su apartado art¨ªstico. City of Brass es un juego precioso, reminiscente de las leyendas ar¨¢bigas a las que rinde pleites¨ªa gracias a un uso acertado de Unreal Engine 4. En ocasiones, el precio a pagar es una fluidez inestable, al menos en la versi¨®n de PlayStation 4, pero jam¨¢s llega a afectar a la jugabilidad. Poder combatir contra hordas de muertos vivientes tanto a plena luz del d¨ªa como al atardecer o a plena noche es un recurso bello que sirve para aparentar una variedad de escenarios que no es tal. No obstante, de poco sirve alternar el momento del d¨ªa o la generaci¨®n procedimental de escenarios si el dise?o de niveles tiende a seguir las mismas pautas. Ni la m¨¢s arrebatadora luna ni el m¨¢s imponente sol son capaces de disimular que habr¨¢ pinchos junto a casi todas las puertas.

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La m¨²sica es anecd¨®tica, lo que es una pena teniendo en cuenta el potencial de los ritmos ¨¢rabes. Responde a una decisi¨®n de dise?o, pues Uppercut prioriza que se escuchen m¨¢s y mejor los efectos de sonido, que sirven para guiar al jugador. Empero, este tipo de pistas no son m¨¢s que espaciales, puesto que indican desde d¨®nde atacan los enemigos pero no su tipo. De nuevo, que todos los cad¨¢veres hagan ruidos pr¨¢cticamente iguales refuerza la gran lacra de City of Brass: su escasa variedad.