Acci¨®n directa

Intentar innovar en un g¨¦nero como la estrategia en tiempo real es un reto que quiz¨¢ no merezca la pena, pues lo que a veces se nos vende como novedad no es m¨¢s que un refrito de lo que otros t¨ªtulos del g¨¦nero han demostrado que funciona. Por eso, optar por a?adir alg¨²n concepto original a algo que funciona puede ser la mejor soluci¨®n.

Act of War: Direct Action recuerda desde la primera fase a Command and Conquer: Generals, dando una idea general de la calidad del t¨ªtulo y de lo que podemos esperar de ¨¦l. Desarrollado por el equipo franc¨¦s Eugen Systems, y distribuido por Atari, nos encontramos con un t¨ªtulo basado en el presente actual, con un conflicto que parece sacado de un telediario m¨¢s que de un libro, pese a contar con el gui¨®n de Dale Brown, conocido escritor y columnista norteamericano que presta su imaginaci¨®n al desarrollo del juego.

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Tomamos el papel de Jason Ritcher. Nuestro pasado como comandante del Primer Destacamento de las Fuerzas Especiales Delta nos hace hombre de confianza del mism¨ªsimo presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica y r¨¢pidamente nos nombran l¨ªder de una nueva fuerza antiterrorista: Fuerza Espacial Garra. Nuestra misi¨®n ser¨¢ proteger todo el planeta, desde Libia a Washinton D.C. de cualquier ataque terrorista e intentar recobrar la paz mundial. ?Imposible? Casi...

Gr¨¢ficos y sonido

Uno de los puntos fuertes de Act of War es el apartado visual, realmente trabajado y con un resultado que brilla desde la primera pantalla, o incluso antes. Hasta cuarenta minutos de v¨ªdeo con actores reales se han grabado para dotar de mayor realismo al juego. Antes de cada misi¨®n, una trama propia de Hollywood nos introduce en el relato de forma muy espectacular. En algunos momentos este amago de pel¨ªcula reduce su calidad y parece una pel¨ªcula de serie B, sobre todo en la espa?olizaci¨®n del acento ruso un tanto rid¨ªcula.

Pero donde realmente Act of War demuestra su potencial es en la digitalizaci¨®n de ciudades tan conocidas como Londres, San Francisco o Washinton D.C. Nuestro objetivo en algunas misiones ser¨¢ proteger edificios tan conocidos como el Buckingham Palace de ataques terroristas. De pel¨ªcula.

Merece tambi¨¦n menci¨®n aparte la recreaci¨®n de armas y veh¨ªculos reales como los helic¨®pteros Comanche o los archiconocidos B2, invisibles al radar. En todo momento se ha buscado dotar a todo el juego de un realismo absoluto, desde el desarrollo de la historia hasta la localizaci¨®n geogr¨¢fica de los escenarios.

El apartado sonoro raya a un gran nivel, con un buen doblaje en todo momento, sin incluir ese rid¨ªculo acento ruso, aunque ser¨¢ el punto c¨®mico del juego. Las voces que nos introducen en cada misi¨®n suenan realmente militares y las tropas no parar¨¢n de hablar entre ellas al darles ¨®rdenes, con voces muy parecidas que a veces pueden resultar mon¨®tonas, pero no deja de ser algo secundario.

Los efectos sonoros de explosiones y disparos de unidades de gran calibre son muy fidedignos y recrean a la perfecci¨®n los sonidos reales. La ¨²nica pega es que suena igual el desplome de un edificio de ocho plantas que una peque?a caseta en medio del desierto, un detalle de poca importancia y que s¨®lo molestar¨¢ a los m¨¢s rebuscados.

Jugabilidad

En un intento de simplificar la b¨²squeda de recursos en favor de unos espectaculares combates, lo ¨²nico que gestionaremos ser¨¢ dinero. Para ello habr¨¢ que construir refiner¨ªas en los pozos petroleros y explotarlos hasta obtener todo el oro negro posible. Defender estos asentamientos ser¨¢ esencial, puesto que es nuestro ¨²nico recurso. Sin dinero, no somos nada.

Las otras opciones de conseguir el preciado d¨®lar ser¨¢ asaltando bancos. Al atacar siempre en ciudades reales, es l¨®gico que existan dichos bancos, aunque la forma de saquearlos sea muy b¨¢sica: entrar, coger el dinero y salir. Pero sin duda la mejor manera de obtener recursos sea haciendo presas las tropas enemigas.

Con cada unidad que consigamos retener, obtendremos una cantidad de dinero, y cada cierto periodo de tiempo estos rehenes nos proporcionar¨¢n m¨¢s y m¨¢s d¨®lares. As¨ª, se dota de un toque estrat¨¦gico a los combates realmente interesante. ?Por qu¨¦ matar al ej¨¦rcito enemigo si podemos retenerlo y conseguir recursos? Eso s¨ª, corremos el peligro de que nuestro enemigo los libere y nos encontremos con cierto n¨²mero de tropas atac¨¢ndonos desde dentro.

Las unidades de a pie cobran vital importancia y no se limitan a los primeros minutos de cada partida, no s¨®lo por el ya mencionado control de rehenes, sino porque ser¨¢n fundamentales para contener el avance enemigo. Podremos situar a la infanter¨ªa en cualquier edificio de todo el mapa. Y cuando digo cualquiera realmente me refiero a todos los edificios de cada ciudad en la que batallemos.

Situar a los artilleros en las ventanas de un edificio en una calle c¨¦ntrica o a los lanzacohetes en el tejado para prevenir ataques a¨¦reos son dos maniobras fundamentales para contener el avance enemigo. Todo el modelado de las ciudades no ser¨¢ un extra m¨¢s para mejorar el apartado visual, sino que realmente interactuamos con los bloques de pisos, puentes, plazas... pues de nuevo absolutamente todo podr¨¢ destruirse.

Tanto entrelazado de calles y edificios hace que muchas veces perdamos de vista ciertas tropas y haya que estar trasteando con la c¨¢mara (completamente controlable en ¨¢ngulo e inclinaci¨®n), lo que dar¨¢ lugar a ciertas ralentizaciones moment¨¢neas debido a la gran cantidad de objetos simult¨¢neos en pantalla. Eso s¨ª, el resultado son batallas ¨¦picas y pr¨¢cticamente sacadas de cualquier pel¨ªcula de acci¨®n y destrucci¨®n a gran escala.

No podemos confiar todo el poder de ataque terrestre, puesto que la gesti¨®n de ataques a¨¦reos pueden desequilibrar la batalla en cualquier momento. En ciertas ocasiones nos creemos con el control de la calle principal de la ciudad, con soldados en las ventanas, tanques detr¨¢s de barricadas y un par de helic¨®pteros de apoyo para ataques de mayor alcance.

De repente, el enemigo ataca con varios F-16 y destroza todos los edificios con nuestros soldados dentro y la poca movilidad de los tanques los convierte en un blanco f¨¢cil. Un buen dispositivo antia¨¦reo hubiera solucionado el problema. La gran extensi¨®n de los mapeados ofrece ciertas zonas de control estrat¨¦gicas: cortar el acceso de nuevas tropas por tierra destrozando los puentes que cruzan el r¨ªo o introducir invisibles B2 en territorio enemigo que destrocen sus refiner¨ªas. El pero del modo historia es su corta duraci¨®n, menor a lo que estamos acostumbrados en el g¨¦nero.

Por su parte, el multiplayer es r¨¢pido y adictivo. El '¨²nico recurso' agiliza los primeros minutos del juego, y la posibilidad de conseguir dinero haciendo prisioneros incentiva la b¨²squeda inicial de tropas enemigas. Proteger tus refiner¨ªas es casi tan importante como atacar, sino podemos encontrarnos en situaciones en las que afrontamos la base de nuestro enemigo con 30 tropas y 20 tanques pensando ya en la victoria y de repente dejan caer una bomba en nuestro centro petrol¨ªfero.

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Command and Conquer: Generals, por supuesto. Algunos compradores incluso afirman que podr¨ªa pasar perfectamente por ser su secuela, algo demasiado osado. Es cierto que se aleja mucho de los juegos de la II Guerra Mundial y que cuesta encontrar otro t¨ªtulo realista ambientando en el presente.