Cr¨ªtica de ¡®Twisters¡¯, una secuela que no decepciona pese a no innovar demasiado

Ya ha llovido mucho desde que se estrenase la pel¨ªcula original de ¡®Twister¡¯ all¨¢ por 1996. Aquella divertida pel¨ªcula sobre tornados ten¨ªa unos efectos especiales bastante buenos y contaba con un tono de lo m¨¢s ameno que la hizo de lo m¨¢s refrescante. Ahora, Lee Isaac Chung, el cineasta nominado al Oscar por la delicada ¡®Minari¡¯ (2019), se encarga de volver a contar una historia ambientada en su universo, donde los tornados vuelven a ser el centro de la trama.

Y decimos ambientada porque, mas all¨¢ de la estructura de la historia y del hecho de que en esta pel¨ªcula los protagonistas sean cazadores de tormentas, no se conecta en nada con la obra original, cosa que tampoco es necesaria debido a que la pel¨ªcula del 96 es bastante sencilla y va de lo mismo, de ir cazando tornados. Es precisamente en estos fen¨®menos de la naturaleza donde la pel¨ªcula encuentra su punto fuerte, ya que los efectos especiales que se han usado para recrearlos son bastante buenos y si bien no llegan a ser espectaculares, cumplen muy bien dentro de la pel¨ªcula.

Por suerte, en un principio la estructura narrativa permite ver varios de estos, pues la cinta no sigue una l¨ªnea progresiva de tensi¨®n y opta por una suerte de trama epis¨®dica donde vemos a los cazadores de tormentas lidiar con tornados distintos de formas diferentes. Es una carrera contrarreloj entre varios cazadores de tormentas donde se actualizan un concepto visto en la original acerca de la relaci¨®n entre los tornados y el espect¨¢culo para llevarlo (de una manera nada sutil) a las nuevas tecnolog¨ªas. Durante esta parte, la m¨²sica funciona bien, pues se utilizan un par de canciones que ayudan a darle ritmo a la pel¨ªcula, siendo un buen acompa?amiento de las escenas mas tensas y emocionantes de los tornados.

El problema radica en que todos estos elementos sirven para la presentaci¨®n de la pel¨ªcula, pero no son capaces de mantenerse a lo largo del metraje, pues la hacen caer en la repetici¨®n constante de escenas de acci¨®n combinadas con partes de drama entremedias que no parecen llevar a ninguna parte y cuya m¨²sica tambi¨¦n se hace un tanto reiterativa.

Esto es as¨ª hasta que, llegado el tercer acto, decide sacrificar el buen rollo que ten¨ªa para volverse m¨¢s dram¨¢tica a¨²n y ofrecer otra espectacular secuencia de desastre, que si bien es satisfactoria, se siente indistinguible de las dem¨¢s partes de la pel¨ªcula, m¨¢s all¨¢ de las implicaciones dram¨¢ticas que le intentan impregnar.

Y es extra?o, porque parece que la pel¨ªcula no sigue una trama bien cimentada, opci¨®n que no es algo malo en s¨ª, pero no cuadra cuando le meten la ¡®trama dram¨¢tica¡¯ que es innecesaria y lo ralentiza todo. A?ade escenas para desarrollar a los personajes interpretados por Daisy Edgar-Jones y Glen Powell que se sienten algo melodram¨¢ticas y forzadas.

A todo esto, hay que a?adirle una subtrama acerca de la maldad corporativa que, aunque tendr¨ªa potencial bajo otro prisma, no parece encajar, no porque no tenga sentido, sino m¨¢s bien porque no parece aportar nada a la pel¨ªcula, pese a que ir¨®nicamente sea importante porque en parte sirve como catalizador de los acontecimientos.

Valoraci¨®n final

En conclusi¨®n, nos encontramos ante una secuela que consigue entretener y ser divertida, pese a no ser muy original y a tener alg¨²n que otro punto muerto en el metraje que al final lastran un poco el resultado final.

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