Super Crazy Rhythm Castle, la nueva gran promesa de los juegos musicales

Somos como ese conejito tan cinematogr¨¢fico que se lanza a cruzar la carretera y a medio camino ve que viene un coche y se queda paralizado ante sus luces. Dada la sequ¨ªa que atraviesa el g¨¦nero de los juegos musicales, es o¨ªr la palabra Rythm y quedarnos petrificus totalus, con las orejas tiesas y el coraz¨®n a mil, como el conejito. Por eso, cuando hace unos d¨ªas Konami nos invit¨® a probar algunos de los proyectos que tiene entre manos (como Metal Gear Solid Master Collection Vol. 1, el recopilatorio definitivo de la saga, o como Super Bomberman R 2, el juego que demuestra por qu¨¦ los cl¨¢sicos nunca mueren), en el fondo al que m¨¢s ganas ten¨ªamos era a Super Crazy Rythm Castle.

El anuncio del juego ha pasado de puntillas, sin hacer demasiado ruido, y es tan ir¨®nico como doloroso, pues se trata de un proyecto que suena genial, en sentido literal. Visualmente result¨®n y de mec¨¢nicas f¨¢ciles de pillar, Super Crazy Rythm Castle sigue la f¨®rmula Guitar Hero. Hay una partitura por la que van cayendo notas de colores y nosotros hemos de pulsar en el momento justo los botones asociados a las mismas. Hasta ah¨ª uno piensa que todo bien, que no hay nada nuevo en el horizonte, que est¨¢ ante tierra conocida, pero esa sensaci¨®n apenas dura unos instantes.

Los niveles de Super Crazy Rythm Castle no tardan en agitar la coctelera y poner el libreto de normas patas arriba. Que si alguien te tapa la partitura poniendo cajas y otros objetos encima que t¨² mismo has de ir a retirar mientras suena la canci¨®n. Que si cambian los colores asignados a cada l¨ªnea del pentagrama, o que si directamente dicho pentagrama se parte en dos y se pone en diferentes lados de la pantalla para obligarnos a mover los ojos de un punto a otro. Por no hablar de los jefes con los que hemos de combatir mientras tocamos (como cierta berenjena con muy mala baba a la que hab¨ªa que fumigar o nos atacaba y paralizaba con sus ra¨ªces). Ni Jumanji hac¨ªa tantas trampas.

Apenas jugamos cuatro o cinco niveles, pero todos eran diferentes entre s¨ª. Todos ten¨ªan sus propias sorpresas y din¨¢micas. Engancha y resulta muy divertido ver c¨®mo va subiendo la dificultad y c¨®mo el juego va intentando torpedearnos de mil maneras diferentes. M¨¢s a¨²n si lo disfrutamos con amigos, pues la historia permite multijugador para cuatro personas y hasta hay un modo versus para picarnos con los dem¨¢s y apostarnos las habichuelas. Heredero del g¨¦nero r¨ªtmico, tambi¨¦n tiene alma de party game.

Por ir concluyendo, queremos dejaros con lo que nos ha parecido lo mejor y lo peor de Super Crazy Rythm Castle. Empecemos por las malas noticias, lo que ocurre entre fase y fase. Aunque cargada de chistes, la historia rompe el ritmo con decenas de textos m¨¢s o menos inspirados y moverse por el mapa del mundo era un poco engorroso y precario. Hay que superar peque?os puzles que no captaron nuestra atenci¨®n y que nos imped¨ªan centrarnos en lo que nos gusta, los niveles musicales.

En cuanto a lo que m¨¢s, no hay duda, la pedazo de selecci¨®n musical de Super Crazy Rythm Castle. ?C¨®mo hablar de un juego del g¨¦nero y no de su OST? Cuenta con m¨¢s de 30 temas de toda clase de estilos (rock, hip hop, dubstep...) y los que pudimos disfrutar, cantados todos ellos, eran preciosos y nos dieron ganas de sacar Shazam para guardarlos e ir haciendo una playlist a la que volver de manera recurrente. Os aseguramos que os va a sorprender en ese sentido, porque sin ser famosas, est¨¢n muy por encima de la media.

Por tanto, y aunque a¨²n no tiene fecha de lanzamiento, no nos cabe duda de que Super Crazy Rythm Castle apunta a ser una de esas peque?as joyitas que ning¨²n fan de los juegos musicales deber¨ªa perderse. Una sorpresa repleta de luz y buenas intenciones que suena de esc¨¢ndalo y divierte con lo variado de sus mec¨¢nicas, sobre todo con amigos. Nuestro corazoncito gamer ya late al ritmo de sus melod¨ªas.