Pizza Tower, an¨¢lisis: la nueva revoluci¨®n indie

Nintendo es una compa?¨ªa con muchas criaturas en su prole. Durante ese periodo seminal de sus primeras consolas se crearon tantas franquicias que a d¨ªa de hoy a¨²n con una decena de buenos lanzamientos al a?o cuesta cubrirlas todas. Nintendo, a veces, se olvida de su propia descendencia. Esto pas¨® con Samus hace no mucho tiempo, aunque con Metroid Dread y el reciente Metroid Prime: Remastered ya queda pr¨¢cticamente olvidado. Nintendo parece que se ha acordado de su cazarrecompensas favorita.

Mientras, un rotundo hombre italiano cuyo aliento apesta a ajo languidece en la siesta m¨¢s larga. Wario ha quedado olvidado, limitado a su saga ¡°spin-off¡± de minijuegos, la ¨¦poca de Wario Land completamente olvidada. Quien en su d¨ªa fue un digno rival a Mario, una alternativa m¨¢s picante a la receta del fontanero italiano, queda relegado hoy a la indiferencia. Pero no todos hemos olvidado y afortunadamente un tal McPig recuerda mejor que la mayor¨ªa. Hace cinco a?os, McPig decidi¨® hacer un homenaje a una de sus franquicias de Nintendo favoritas. El resultado es Pizza Tower, huele a ajo, or¨¦gano y hoy tenemos el placer de analizarlo.

El salami m¨¢gico

Hubo un periodo, all¨¢ por la d¨¦cada que comenzaba en 2010, en el que el juego indie 2D era algo novedoso. Llev¨¢bamos a?os sumidos en el desierto de los juegos de acci¨®n en tercera persona, donde todo eran paisajes ¨¢ridos, personajes secos y una b¨²squeda constante de cobertura para protegernos del sol y los disparos enemigos. De repente, como si fuera parte de un plan divino, comienzan a aparecer aut¨¦nticas joyas en Xbox Live Arcade, la por aquel entonces revolucionaria plataforma de Microsoft para descargar juegos independientes en Xbox 360.

Entre 2008 y 2011 recibimos juegos como Castle Crashers, Super Meat Boy, Braid, Shadow Complex o Spelunky. El 2D hab¨ªa vuelto para quedarse, con tanta diversidad de juegos como faltaba en sus puntuaciones cr¨ªticas, casi todas sobresalientes. Estos lanzamientos eran un soplo de aire fresco constante, record¨¢ndonos lo que nos hab¨ªa gustado tanto de jugar hasta entonces. Por desgracia, tras m¨¢s de una d¨¦cada de juegos independientes bidimensionales se han establecido unas pautas que siguen la mayor¨ªa de los desarrolladores y la creatividad y calidad media han dado un baj¨®n importante.

Pizza Tower no se ha enterado de estas nuevas directrices y ha decidido impresionar. La inspiraci¨®n es clara, Wario Land, m¨¢s concretamente la segunda y cuarta entrega de la saga. En lugar de Wario encarnamos a Peppino Spaghetti, un ¡°sorprendentemente agil y poderoso italiano con calvicie incipiente¡± como dice la descripci¨®n del juego. Su pizzer¨ªa est¨¢ en peligro y har¨¢ cualquier cosa para salvarla de una gran corporaci¨®n. En este caso, salvarla requerir¨¢ infiltrarnos en la titular Torre de Pizza y aniquilar a toda la oposici¨®n.

Poco m¨¢s del tutorial es lo que tarda este juego en demostrar que tiene algo especial. Movernos de izquierda a derecha es como deslizar una salchicha mojada en aceite a lo largo de una mesa de granito pero de alguna forma la podemos parar a voluntad. Basta movernos en una direcci¨®n durante unos segundos para empezar a ganar velocidad, pero si cambiamos r¨¢pido de direcciones podemos hacerlo en un espacio peque?o. Si vamos suficientemente r¨¢pido, romperemos obst¨¢culos, sino nos chocaremos y perderemos toda nuestra velocidad. Si saltamos y apretamos la tecla de abajo se precipita hacia el suelo a toda velocidad, pero tambi¨¦n podemos hacerle desplomarse como si saltar¨¢ de bomba a la piscina. Si cogemos suficiente velocidad podemos ¡°hacer el muelle¡± para saltar una distancia vertical impresionante. A partir de cierta velocidad, escalamos paredes y podemos saltar de las mismas.

Al a?adir enemigos el repertorio aumenta. Cuando Peppino galopa, ning¨²n enemigo ser¨¢ capaz de pararnos (aunque alg¨²n obst¨¢culo s¨ª lo consigue), convirti¨¦ndose en picadillo instant¨¢neo a nuestro paso. Pero tambi¨¦n podemos cogerlos como un luchador para estrellar su cabeza contra el suelo, lanzarlos contra otros enemigos o incluso usar nuestra provocaci¨®n para parar su ataques o reventarles contra la pared. La cantidad de movimientos b¨¢sicos con los que cuenta Peppino es abrumadora y pronto vamos viendo formas fluidas de encadenarlos.

Todos los quesos

Este concepto de fluidez ser¨¢ imposible de eludir para cualquiera que hable de Pizza Tower. Sencillamente, cada acci¨®n del juego conecta perfectamente con la anterior. No solo en sus maravillosas animaciones, de las que hablaremos pronto, sino tambi¨¦n en su ejecuci¨®n y como nos permiten enlazar unas con otras para movernos por los niveles con precisi¨®n y velocidad a partes iguales. Otros juegos en los que nos movemos a toda velocidad, como Sonic o Freedom Force Planet basan el rango del jugador principalmente en su velocidad. No as¨ª en Pizza Tower, donde tenemos un medidor de combo.

Cada seis coma siete segundos. Esa es la frecuencia con que debemos eliminar a enemigos si queremos mantener nuestro combo en Pizza Tower. Coger objetos nos dar¨¢ un segundo extra y si nos da un enemigo perdemos dos segundos y medio. Para conseguir la m¨¢xima condecoraci¨®n de rango P en un nivel, deberemos mantener el combo desde el primer momento hasta el ¨²ltimo mientras obtenemos todos los secretos, acabamos con todos los enemigos y completamos todos los desaf¨ªos de cada nivel. Se trata de gestas absolutamente demenciales que en cualquier otro juego resultar¨ªan tediosas. Pero esto es Pizza Tower y aqu¨ª se trata de retos extraordinarios donde deberemos amaestrar completa y absolutamente cada nivel para obtener la ansiada ¡°P¡±. Aprender un nivel de tal manera que parece una coreograf¨ªa experta, donde ni un solo movimiento est¨¢ malgastado y frenar un poco antes de tiempo supone el reinicio. Es aqu¨ª donde se encuentra realmente la salsa m¨¢gica del t¨ªtulo, aunque ello no quita de la primera experiencia exploratoria.

Por supuesto, da igual el sistema de movimiento si el dise?o de niveles no est¨¢ a la altura, pero vaya si lo est¨¢. Cada uno de los veinte niveles de Pizza Tower es ¨²nico y no lo decimos por ser redundantes. Todos siguen una estructura similar, donde debemos completar el nivel en una direcci¨®n para luego volver en direcci¨®n contraria, a toda velocidad, esta vez contrarreloj.Una premisa sencilla pero genial que nos permite explorar el nivel a nuestro antojo la primera vuelta, buscando secretos y disfrutando de las excelentes animaciones y mec¨¢nicas ¨²nicas de cada nivel. Cuando llegamos al final, se activa la cuenta atr¨¢s y debemos poner en pr¨¢ctica el recorrido aprendido para completarlo a toda velocidad o tener que volver a empezar desde el principio.

Dentro de este esquema b¨¢sico, McPig siempre experimenta. Cada nivel cuenta con una transformaci¨®n o herramienta ¨²nica, desde hacernos echar fuego por la boca o convertirnos en caballero con armadura, entre otras muchas que no queremos revelar. Pero no es que simplemente nos transformemos en caballero andante. Peppino se acerca a una espada en una roca, la saca, un rayo impacta sobre ¨¦l y al reaparecer est¨¢ enfundado en su armadura y una espada. Al tropezar rebotaremos de forma c¨®mica protegidos por la armadura, al atacar usaremos la espada como si fuera el bast¨®n del Tio Gilito en Duck Tales, al deslizarnos la armadura se comprime como en los mejores dibujos animados¡­ No solo ello sino que en ocasiones encarnaremos al adorable Gustavo que, montado sobre su querida rata, ratalgar¨¢ por los niveles. Cada una de las transformaciones y personajes disponibles cuenta con sus propios movimientos, siempre fluidamente encadenables, y animaciones. Ninguna de estas transformaciones se ha creado sin claro y conciso pensamiento del desarrollador, a pesar de que todas parecen una idea absurda que deber¨ªa haber sido retirada durante el planteamiento del juego.

La masa secreta

El estilo art¨ªstico de Pizza Tower quiz¨¢s sea su aspecto m¨¢s controvertido. A primera vista se nota que no es un estilo ¡°limpio¡±, dando la impresi¨®n de que se ha dibujado todo con prisa y sin poner cuidado en los detalles. Nada m¨¢s lejos de la verdad. El estilo de Pizza Tower es consistente de principio a fin y eso implica intencionalidad. Desde la primera animaci¨®n al empezar el juego hasta los cr¨¦ditos todo es igualmente cutre y eso extra?amente eleva la cutrez hasta ser algo m¨¢s, probablemente arte. Los distintos personajes que encontramos en las zonas de selecci¨®n de niveles son todos extra?os a su manera pero ninguno de sus dise?os carece de imaginaci¨®n. Lo mismo con los enemigos, que recuerdan a aquella saga que Nintendo abandon¨®, con sus formas que recuerdan a enemigos de Mario caricaturizados. Echamos de menos alg¨²n dise?o m¨¢s de enemigos pero no podemos quejarnos de la variedad presente y todos cumplen bien su labor como obst¨¢culo y refresco de combo.

Luego est¨¢ Peppino Spaghetti. Estos d¨ªas, la mayor¨ªa de juegos bidimensionales cuentan con una animaci¨®n minimalista, a veces ignorando incluso las caras de los personajes. Peppino es expresivo hasta el l¨ªmite y cada acci¨®n tiene una, graciosa, reacci¨®n en su animaci¨®n. Sus ojos se har¨¢n gigantescos y saldr¨¢n de sus cuencas, su boca echar¨¢ llamas, sus suplex son gr¨¢ciles como los de Rey Misterio, al correr sus pies se vuelven un remolino como si fuera el correcaminos¡­ No hay un solo fotograma de Peppino desperdiciado y poco a poco se va convirtiendo en una presencia en nuestra mente. Pensar en pizza es pensar en Peppino.

Dignas de menci¨®n como colof¨®n de la animaci¨®n del juego los niveles de batalla contra jefes finales. Todos ellos comienzan con una animaci¨®n ¡°hiperrealista¡± de Peppino y su rival y van progresando a medida que avanzan como si de un nivel de Cuphead se trataran. Los jefes est¨¢n tan fidedignamente animados como Peppino y, aunque no queremos hablar en detalle de ellos por mantener la sorpresa, basta decir que habr¨¢ m¨¢s de una sorpresa durante estos encontronazos. Su dificultad es adecuada, llev¨¢ndonos unos intentos pero no llegando a favorecer la alopecia nerviosa y cumplen una buena funci¨®n para aumentar aun m¨¢s la variedad en la experiencia de juego.

Los decorados quiz¨¢s pod¨ªan contar con algo m¨¢s de detalle. Al final, la mayor¨ªa de niveles no deja de ser una serie de bloques que delinean el propio nivel pero estos bloques son simples, a veces con un solo color. Estimamos que esto es una decisi¨®n tomada m¨¢s por mantener la jugabilidad lo m¨¢s legible posible, algo imprescindible en un juego donde la velocidad media del protagonista es de tres pantallas por segundo.

Por ¨²ltimo no podemos cerrar este texto sin dedicar un espacio a la banda sonora. Se trata de la primera gran creaci¨®n de Roman de Castel, alias ¡°Mr. Sauceman¡± y menudo gran debut. Desde que jugamos el juego la canci¨®n que suena al final de cada nivel, mientras corremos hacia el principio a contrarreloj, aparece cada poco tiempo por nuestra cabeza sin avisar, molest¨¢ndonos con su presencia. La m¨²sica se asemeja al estilo gr¨¢fico en que comienza con lo que parecen notas sin ton ni son, pronto te mete un ¡°riff¡± de guitarra y siete capas m¨¢s y te encuentras parando un nivel para disfrutar m¨¢s de una canci¨®n. Algunas de las canciones del juego ya se han propagado por la cultura videojueguil quiz¨¢s m¨¢s r¨¢pido que el propio juego. Merecido y esperamos la siguiente banda sonora de Mr Sauceman tanto como el siguiente juego de McPig.