Un ¡®brit¨¢nico¡¯ Ding gana y vuelve a empatar el Mundial
Apoyando su juego en un Sistema Londres que le ha brindado una gran posici¨®n, Ding Liren ha rematado una partida repleta de complejidades t¨¢cticas.
Dos de las aperturas que m¨¢s concuerdan con la personalidad de Ding Liren fuera del tablero y con su estilo delante de las 64 casillas son la Inglesa y el Sistema Londres. La primera le sirvi¨® para estrenar su casillero de victorias en un Campeonato del Mundo, mientras que la segunda le ha valido para repetir triunfo y volver a empatar la contienda contra Ian Nepomniachtchi (3-3).
La superioridad de Ding durante toda la partida fue similar a la que hab¨ªa demostrado su rival tan solo una ronda antes. Si el Gran Maestro ruso consigui¨® exprimir el potencial de la casilla ¡®d5¡ä, Ding fue un paso m¨¢s all¨¢ y sac¨® partido de su dominio de las casillas negras. Y eso que el Sistema Londres que plante¨® no parec¨ªa estarle dando todo el r¨¦dito que esperaba.
El n¨²mero tres del mundo explic¨® m¨¢s tarde que no sab¨ªa qu¨¦ jugar. ¡°Quer¨ªa emplear algo con lo que estuviera m¨¢s familiarizado. He intentado estar tranquilo tras perder ayer¡±, indic¨® despu¨¦s de admitir que estaba fuera de la preparaci¨®n en el sexto movimiento. A¨²n as¨ª, el esquema empleado -¨²ltimamente muy popular entre aficionados por la l¨®gica y la facilidad de las jugadas-, le permiti¨® alcanzar una ligera y c¨®moda ventaja.
Un error en el movimiento catorce termin¨® por otorgarle toda la iniciativa a las piezas blancas. El Nepomniachtchi torturador desde el punto de vista posicional se hab¨ªa convertido de la noche a la ma?ana en un reo sobre el que Ding iba a poner en pr¨¢ctica todo su potencial. As¨ª lo hizo, sin darle apenas chance a su rival, hasta el vigesimotercer turno.
Aunque el plan de Ding asemejaba ser el m¨¢s correcto desde la perspectiva humana, los m¨®dulos de an¨¢lisis encontraban opciones mejores. Los mismos contendientes se sorprender¨ªan con la cantidad de recursos defensivos que exist¨ªan en una posici¨®n que aparentaba estar totalmente dominada. Entre ellos, un jaque continuo (y su correspondiente empate inmediato) o una captura de pe¨®n compleja de evaluar que el chino pod¨ªa haber evitado retrocediendo su dama a las catacumbas del tablero.
Nepomniachtchi no opt¨® por ninguna de las citadas opciones e intent¨® hacer la guerra por su cuenta con el pe¨®n pasado (aquel que no tiene ning¨²n pe¨®n rival ni delante ni en las columnas colindantes) de la columna ¡®a¡¯. Pero mientras lo iba avanzando, so?ando con una segunda dama, Ding coordin¨® sus fuerzas para lanzar un ataque decisivo al rey rival.
El envite termin¨® cuando el Gran Maestro chino se dispon¨ªa a darle una muerte m¨¢s que digna al monarca de Nepo. De todos los remates que hab¨ªan planeado sobre el estaba a punto de suceder uno de los m¨¢s bonitos. Sin embargo, el subcampe¨®n del mundo no quiso convertirse en todo un gentleman permitiendo que se materializara y se rindi¨® tras 44 jugadas.
¡°He jugado una de las peores partidas de mi vida¡±, admit¨ªa enfadado Nepomniachtchi, que incluso respondi¨® de forma cortante a alguna de las preguntas que le plantearon en la rueda de prensa. Por su parte, Ding se mostr¨® mucho m¨¢s feliz por haber conseguido no dejarse llevar por haber perdido ayer. ¡°Me he sentido en buena forma durante toda la partida y estoy muy contento con las ideas que he planteado sobre el tablero¡±, confes¨® tranquilo y sonriente.
El s¨¦ptimo envite, tras el que se cumplir¨¢ la mitad del evento, se celebrar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 18. M¨¢s all¨¢ de la igualdad que marca el resultado, las sensaciones denotan que cualquier cosa puede pasar. Nepomniachtchi tendr¨¢ piezas blancas para demostrar que su mand¨ªbula ahora es de acero, mientras que Ding, liberado de toda ansiedad, intentar¨¢ llegar al ecuador sin desventaja. Y en esa ardua tarea, aunque le pese, no le podr¨¢n ayudar sus silenciosas armas brit¨¢nicas.