Schauffele o el triunfo de la lealtad: ¡°No hay opci¨®n de que vaya al LIV¡±
El padre de Xander, que vio el triunfo de su hijo en el PGA desde Haw¨¢i, donde se construye una granja, asegura que no se ir¨¢ ni por ¡°cientos de millones¡±.
Hace tiempo que cuando se habla del superestrellato del PGA Tour, esa clase a la que pertenece desde este domingo con todas las de la ley Xander Schauffele, flamante campe¨®n del PGA Championship, hay un asterisco flotando encima de cada nombre propio. El que se?ala la posibilidad, siempre presente, de que acabe sucumbiendo a los petrod¨®lares con los que el LIV ya ha seducido a DeChambeau, Koepka, Mickelson o Jon Rahm. Un asterisco que aparece subrayado y en negrita desde el fichaje de este ¨²ltimo a finales del a?o pasado.
En el caso de Xander Schauffele, se le puede poner Tipex, porque su primera gran victoria en este deporte no acerca la posibilidad de un cambio de casa. M¨¢s bien, en palabras de su padre, la aleja. Es gasolina para la lealtad que debe al circuito que ha posibilitado la foto que protagoniz¨® sobre el green del 18 de Valhalla, con el trofeo Wanamaker entre manos. Incluso aunque venga acompa?ada de una exenci¨®n de cinco a?os para los grandes, uno de los argumentos a favor citados por Rahm, por la tranquilidad que eso conlleva, en su decisi¨®n de dar el salto a la superliga saud¨ª.
¡°No hay opci¨®n. No persigue el dinero. Le interesa su legado. Y si me preguntas a m¨ª como padre, realmente no creo que haya habido opci¨®n nunca. Con esta victoria no es que haya m¨¢s, sino todo lo contrario. Cuando nos sentamos en Arabia con ellos les dijimos b¨¢sicamente que mientras no haya acceso a los grandes ni puntos de ranking mundial no hay nada de qu¨¦ hablar¡±, apunta Stefan a Golf.com. Habla desde Haw¨¢i, donde este pintoresco personaje, que se pasea por los campos siguiendo a su hijo, de cuyo swing es el responsable, vistiendo camisas de lino y sombreros de paja, se est¨¢ construyendo una granja en un terreno de unas nueve hect¨¢reas en la zona de Kauai. Quiere que el complejo sea autosuficiente y supervisa cada paso de su construcci¨®n desde un contenedor de mercanc¨ªa en la ladera de un promontorio.
El domingo, cuando su hijo lleg¨® en cabeza a los ¨²ltimos nueve hoyos, busc¨® un bar en la zona para presenciar el gran d¨ªa de una carrera en la que ha invertido mucho tiempo, aunque ¨²ltimamente colabora con ellos en la preparaci¨®n el renombrado Chris Como: ¡°Cambi¨® alguna cosilla y encontr¨® respuestas que Xander y yo no ¨¦ramos capaces de encontrar. Fuimos por ensayo y error, fuimos totalmente emp¨ªricos. Pero lleg¨® un punto en el que no sab¨ªamos qu¨¦ hacer, y Chris ten¨ªa la soluci¨®n¡±, explica.
L¨¢grimas a 5.000 kil¨®metros de distancia
Una de las primeras cosas que hizo Schauffele tras posar con el Wanamaker obviamente fue llamar a Haw¨¢i. Padre e hijo se fundieron en un llanto a 5.000 kil¨®metros de distancia que rompi¨® con la imagen de tipo fr¨ªo e indescifrable del segundo. Atr¨¢s quedaban muchos domingos de resignaci¨®n, muchas muertes en la orilla, y las dudas que esos intentos frustrados arrojaron sobre su figura como candidato a alcanzar las cotas m¨¢s altas del golf. ¡°Simplemente empec¨¦ a llorar. Por fin hab¨ªa ocurrido. Hasta que gan¨® me limit¨¦ a observar, y a partir de ah¨ª di rienda suelta a las emociones. Fue como ¡®p¨¢same esa caja de Kleenex¡±, relata Stefan.
La suya es una historia que reconforta. La de un tipo sencillo, sin alardes, querido y respetado en el circuito, en el que por cierto se le considera desternillante, nada m¨¢s lejos de lo que deja ver sobre el campo. Su palabra en relaci¨®n a una posible marcha al LIV, o m¨¢s bien la de su padre, vale poco. La de cualquier golfista profesional en general. La han depauperado las contradicciones de otros muchos que se desdijeron cuando tuvieron el cheque de nueve cifras delante. Pero acabe como acabe, no est¨¢ de m¨¢s que alguien recuerde de vez en cuando el principio por el que hace no tanto se reg¨ªan los jugadores: hacer historia.
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