Las audiencias del Masters ense?an el camino a PGA y LIV
La jornada final en Augusta es lo m¨¢s visto de este deporte desde el mismo d¨ªa de 2018. El mensaje es claro: en la unidad est¨¢ la fuerza.


Aquello de que solo se va m¨¢s r¨¢pido, pero se hace m¨¢s camino acompa?ado, podr¨ªa valer de alguna forma para el panorama golf¨ªstico profesional. Es una moraleja extra¨ªble de los datos de audiencia completos del Masters de Augusta concluido el domingo, que han visto la luz recientemente y mandan un claro mensaje a los circuitos en pro de la unidad.
La CBS asegura que la jornada final, la que coron¨® a Rory McIlroy como nuevo integrante del club del Grand Slam, tuvo un seguimiento de 12,7 millones de espectadores de media, lo que representa un aumento del 33% respecto al mismo d¨ªa del a?o pasado. El pico, en la franja entre las 19:00 y las 19:15 de la hora del este de Estados Unidos, fue de 19,5. Es la retransmisi¨®n m¨¢s vista de golf, cualquier torneo y cualquier canal, en los ¨²ltimos siete a?os. No se segu¨ªa tanto un desenlace del Masters desde el que entroniz¨® a Patrick Reed en 2018, tambi¨¦n hace siete ediciones.
?Los ingredientes de la receta? Varios de los mejores golfistas del mundo, algunos en las filas del PGA y otros en las del LIV, peleando por la chaqueta verde. ?Le importa mucho a la audiencia que bandera represente cada jugador? Aparentemente, no. Un paseo por Augusta en cualquier jornada bastaba para comprobar que Bryson DeChambeau concita hoy en d¨ªa tanto respaldo popular como el que disfruta McIlroy. El clima antiLIV que se gener¨® con la irrupci¨®n de la superliga saud¨ª parece haberse, cuanto menos, rebajado mucho.
El problema es que la propia existencia de esa estructura, no es cuesti¨®n de preferencias sino de historia, pues cuando apareci¨® el PGA Tour llevaba operando ya m¨¢s de 90 a?os, imposibilita la confluencia de las estrellas m¨¢s all¨¢ de los majors. Al menos una vez que se sabe que, hoy por hoy, el circuito estadounidense tiene unas ganas de absorberla inversamente proporcionales a las que tiene el PIF saud¨ª de ver diluida una de las grandes apuestas en su estrategia de colonizaci¨®n del deporte profesional.
La soluci¨®n es simple. Volver a una agenda com¨²n, sino en su totalidad s¨ª en su mayor parte. Hacer coincidir a los mejores en el espacio y el tiempo m¨¢s de cuatro veces al a?o. Sin embargo, el turr¨®n de este dilema est¨¢ en los matices, en c¨®mo se va a llegar a esa meta con la que, ah¨ª s¨ª, todos parecen estar de acuerdo. Tendr¨¢n que superarlos si no quieren que estos datos televisivos, alentadores en un contexto generalizado de ca¨ªda de audiencias, tambi¨¦n se conviertan en excepci¨®n a la norma.
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